Giselle: la nueva coreografía que actualiza un clásico
La historia del ballet “Giselle” se ha ganado un lugar histórico dentro del canon en el mundo de la danza clásica. Es una obra que abarca el concepto de “clásico” en todas sus acepciones; es decir, tanto en género como en relevancia cultural. Por lo tanto, no resultó sorprendente cuando la nueva versión del coreógrafo Akram Khan ganó de manera casi inmediata la atención del medio cultural internacional.
En la versión original se cuenta la historia de una joven quien ama bailar pero no puede debido a su salud delicada. La joven Giselle se enamora de un joven aristócrata (Albrecht) quien se hace pasar por un campesino y le oculta su compromiso con otra joven. Al poco tiempo Hilarión, un joven del pueblo que está enamorado de Giselle, desenmascara al duque, al descubrir la traición, Giselle entra en un estado de locura y muere. De acuerdo con una de las leyendas del pueblo, la joven fallecida se convierte en un espíritu junto con otras doncellas que murieron antes de casarse, y se dedican a cobrar venganza contra los hombres de las traicionaron. Una noche, Albrecht e Hilarión buscan la tumba de Giselle arrepentidos y se encuentran con su espíritu, quien intenta salvar a su amado (Albrecht) de ser asesinado por los demás espíritus. La versión de Khan retoma este hilo conductor de la narrativa, pero lo involucra dentro de un contexto industrial y de desigualdades sociales que van desde la migración hasta la lucha de clases.
En 2015, la bailarina principal de la compañía de ballet inglés y de esta misma producción del ballet, English National Ballet, Tamara Rojo comenzó el proceso de producción de la nueva adaptación al contactar a Khan para pedirle liderar este proyecto. Rojo afirma que este proyecto surgió de una necesidad estética y cultural ante la inquietud de la pertinencia de ciertas obras clásicas dentro del mundo contemporáneo. En una entrevista con su compañía, la bailarina española afirmó que es necesario “revisitar los clásicos y ponerlos dentro de un contexto que representa el mundo en el que vivimos”. Las constantes adaptaciones contemporáneas de libros, obras de teatro o películas no son ninguna novedad. Las narrativas siempre resurgen en nuevas representaciones culturales. Las historias que forman parte de nuestro imaginario colectivo siempre se encuentran en constante actualización. Rojo aboga que los llamados clásicos “sobreviven porque sus temáticas son capaces de trascender un tiempo y espacio específicos”.
La existencia de este proyecto dialoga directamente con un cuestionamiento cultural que se ha respondido de diferentes maneras a lo largo de la historia: ¿qué relación tienen las obras de arte con el mundo “real”? ¿debería el arte responder a problemáticas políticas y sociales como parte de su función en la sociedad? ¿por qué encontramos en el arte formas de dar sentido a la existencia humana?
Esta actualización de la historia de Giselle es innegablemente política y social. En la gestión del proyecto esta idea concuerda completamente con la filosofía de la compañía Akram Khan Company, que mezcla diferentes estilos de danza que rompen límites culturales y políticos. Como ellos mismos afirman desde su creación en 2006, la compañía busca romper con estas fronteras para crear narrativas artísticas provocativas y libres de ataduras. Tamara Rojo afirma que que éstas son algunas de las razones por las que buscó trabajar con Khan, debido a su fortaleza en el manejo de narrativa: “él podría encontrar una manera diferente de llevar esto al escenario”, dijo la bailarina.
Además del trabajo de adaptar y reimaginar esta historia, para Akram Khan como coreógrafo, significó un cambio en la manera en que los cuerpos de los bailarines se enuncian. Khan no suele trabajar con cuerpos entrenados en danza clásica, por lo tanto, el artista afirma que para él una de las labores protagonistas de este proceso fue replantear la manera en que los bailarines y él mismo se relacionaban con sus movimientos en esta obra que parte de una idea clásica pero ahora situada en una perspectiva dancística y narrativa contemporánea. A través de la nueva coreografía contemporánea, la música y la completa nueva producción, Giselle rearticula las concepciones de desigualdad, locura e injusticia.
Este tipo de proyectos pone de manifiesto lo necesario de la actualización de los cuerpos como agentes de la historia para poder replantearse la obra de arte misma, en este caso la danza clásica y contemporánea. Asimismo, durante el proceso creativo, Khan habla sobre la resignificación del rol de los bailarines en una obra; esto es lo importante para él, que este proyecto sí represente un proceso y cambio para los bailarines, para sus corporalidades como medio de enunciación artística. Ellos y ellas son el instrumento de la danza, son por quienes la historia atraviesa desde lo conceptual a lo material, y de ahí a la recepción de los mismos bailarinas hasta el público. “La herramienta se convierte en la cosa de la que estás hablando”, aseguró Akram Khan.
Desde su producción original estrenada en 1841 en Francia, este ballet ha atravesado diversas escenificaciones, pero casi siempre aferradas a la primera versión, tanto así que, cuando se habla de Giselle, se piensa en la misma coreografía, en la misma música, en el mismo montaje. Aunque han existido ediciones que plantean la historia desde una interpretación contemporánea, como la producción sueca de 1982 del coreógrafo Mats Ek, Giselle continuó mitificada en su versión original. Sin embargo, desde su estreno el 2016 en Inglaterra, esta nueva escenificación liderada por la coreografía de Akram Khan ha logrado ganarse un lugar dentro de las grandes producciones dancísticas a nivel internacional.
La visibilidad y accesibilidad que tiene la danza en México es una historia que, si bien tiene grandes aportaciones, deja mucho que desear. Es por esto que labores de gestión cultural como la que realiza el tapatío Isaac Hernández, bailarín principal junto a Tamara Rojo en English National Ballet, resultan imprescindibles para el mundo cultural. Desde su proyecto de muestra de danza Despertares que inició en 2012 y culminó el año pasado (2019) en Guadalajara por falta de apoyo económico.
Este tipo de apuestas y luchas son indispensables para visibilizar cierto tipo de representaciones culturales por las que normalmente, en nuestro contexto específico mexicano, no se apuesta; mucho menos en un nivel no centralista. Por este lado, vale la pena añadir a esta trayectoria promocional de Hernández el hecho de que, aunque sí tuvo múltiples ediciones en la Ciudad de México, tuvo representaciones en Guadalajara, Jalisco, no sólo en la capital del país.
Hernández, junto con Tamara Rojo, también forma parte del elenco protagonista de esta nueva versión de Giselle. Como consecuencia de su trayectoria de promoción y gestión cultural de proyectos de danza y gracias a la gran recepción internacional de esta obra. Hernández anunció a inicios de este año la puesta en escena de este ballet en el Auditorio Nacional de la Ciudad de México el próximo 7 y 8 de mayo.