Wand: la varita psicodélica hipnotiza al NRMAL
Apenas terminaban los sonidos selváticos que se apoderaron de la décimo primera edición del Festival NRMAL gracias a la presencia de Mateo Kingman, cuando los músicos de Wand ya se preparaban en el escenario contiguo para comenzar con su show de rock y psicodelia.
Cory Hanson, vocalista y guitarrista, vestía un traje blanco de corte setentero que bien pudieron vestir los Beatles hace cincuenta años, mientras que Robert Cody, guitarrista, subía al escenario con un tapabocas que no se quitó en ninguno momento de los cuarenta y cinco minutos que duró el espectáculo. Entre el público se escuchaban susurros sobre el temor que el músico pudiera tener al coronavirus. Lee Landey y Evan Burrows, bajista y baterista, vestían también con colores claros, se notaban tranquilos y contrastaban con el atuendo completamente negro y gótico que vestía Sofía Arreguin, la mujer detrás de los sintetizadores y coros característicos de este grupo de psicodelia.
La música de Wand está completamente influenciada por el rock clásico de los años setenta, sin embargo, encontramos en su música una combinación muy bien lograda entre sonidos que nos recuerdan a The Greatful Dead, con algo más garage y contemporáneo. Tal vez lo segundo tenga que ver con el hecho de que Cory y Evan son miembros de una de las bandas de Ty Segall, The Muggers.
Durante su repertorio, sonaron canciones de sus cinco álbumes, pero predominaron las canciones de su último disco Laughing Matter, un álbum de 15 canciones lanzado en 2019 y que se caracteriza por ser mucho menos garage y más psicodélico que los anteriores. Además, el show estuvo cargado de improvisaciones y solos por parte de todos los integrantes de la banda, en especial de Robert Cody y Sofía Arreguin que contagiaron a la audiencia con su energía.
Y a pesar de que los músicos estaban dándolo todo en el escenario, faltaban aplausos. Esto sorprendió a algunos de los asistentes, pero quienes aman la psicodelia, saben que la falta de aplausos no significa falta de apreciación del público, sino que el viaje por el que Wand nos guiaba era demasiado hipnótico.