Hace unas semanas se presentaron los galardonados a los Premios Nobel. En la categoría de la Ciencia Económica, el ganador fue Richard Thaler, debido a sus contribuciones en la economía conductual, principalmente por su teoría de los nudges o “empujoncitos”. Pero, ¿qué es un nudge? ¿Qué es la economía conductual y en qué me afecta o por qué me debe importar? Thaler propone el concepto del nudge, además de muchas otras cosas. Un nudge, es algo pequeño en el ambiente que llama nuestra atención y altera nuestro comportamiento. Un ejemplo que suele presentar Thaler como su favorito, es el de la mosca en los mingitorios. Poner una mosca, un tiro al blanco o una portería de fútbol en un mingitorio, hace que los hombres “le atinen” a donde se debe, sin decirles explícitamente “por favor sé consciente, apunta y dispara”. Otro ejemplo, para favorecer la actividad física, son las marcas de zapatos dirigidas hacia las escaleras, o bien, las escaleras pintadas como un piano gigante que hace atractivo para los demás el caminar por ahí.
Los nudges han sido utilizados por gobiernos como un factor importante en el diseño de políticas públicas. En Gran Bretaña, el gobierno ha alterado la famosa arquitectura de decisiones de los ciudadanos para favorecer el ahorro, el consumo de energía y la inscripción de jóvenes en universidades. Todas estas iniciativas, forman parte de un concepto mayor que es el de la economía del comportamiento.
Para todos ustedes que han cursado una materia de economía general, y los que no también, saben que el supuesto número uno de la Ciencia Económica es que: todos los seres humanos somos económicamente racionales. Es decir, vivimos y respiramos tratando de maximizar nuestro “nivel de utilidad” de manera óptima. Lo que muchas veces, nosotros los economistas no tomamos en cuenta, son los factores emocionales, sociales y cognitivos que realmente guían nuestras decisiones. Para esto, ha llegado la economía conductual a resanar algunos errores conceptuales. La economía conductual, o del comportamiento, es aquella que converge entre la psicología y la economía, para sistematizar ciertos sesgos, o atajos mentales, que tenemos los humanos al tomar decisiones.
Por ejemplo, la gente suele valorar de diferente manera la probabilidad de que algo suceda. Van unas preguntas: Si tuvieras que ser parte de una prueba experimental de una medicina en la que el 20% de los pacientes se mueren, ¿lo harías? Ahora bien, sabiendo que el 20% de las parejas casadas en México se divorcian, ¿te casarías?. Otro sesgo, puede ser el de disponibilidad: solemos hacer conclusiones con la información que más escuchamos o que más presente tenemos. ¿A causa de qué murieron más personas en el sexenio pasado, por ataques al corazón o por la guerra contra el narcotráfico? Infartos al miocardio es la segunda causa de muerte en nuestro país, después de la diabetes.. Todos estos “atajos mentales” hacen que nuestras decisiones no sean, necesariamente, económicamente racionales. No obstante, Richard Thaler, y múltiples autores, han propuesto alternativas para usar estos sesgos para el bien común.
Por último, ¿en qué me afecta o por qué me debería importar? Los nudges y la economía conductual, están presentes en todos lados alterando nuestro comportamiento sin que nosotros lo notemos. Además, nosotros podemos utilizarlos como estrategias de mercadotecnia en nuestros negocios, al emprender o bien los gobernantes como herramienta de política pública. La economía del comportamiento, sigue expandiéndose, y cada vez será más importante en nuestro día a día.