Casts de Nina Beier: ¿el arte es para ser visto?

Casts de Nina Beier: ¿el arte es para ser visto?

Foto: Museo Tamayo

Por: Pamela Valadez

Un zapato verde detiene la puerta de la entrada principal del Museo Tamayo como si fuera un zapato cualquiera en una casa cualquiera. Esta provocación abre el camino para visitar “Casts”, de la artista danesa Nina Beier. La exposición, dice el curador Aram Moshayedi,  desafía las nociones de lo que un museo puede y no hacer”  Por ejemplo, crear un jardín mítico con más de 2 mil macetas, estacionado entre lo imaginario y lo real, que te transporta de una obra a otra: un jarrón roto, un zumbido que sólo pueden escuchar las personas de menos de 25 años, un toro mecánico que gira sin parar con unos recipientes de leche en polvo sobre su espalda.

La exposición "Casts”  de Nina Beier es una recopilación de obras de la artista danesa cuya trayectoria se ha enfocado en la relación del ser humano con todos los objetos del mundo que le rodea. La artista subraya que las cosas existen siempre en una dinámica de relaciones simbólicas y de poder. Todo lo inventado con propósito adquiere un significado que lo hace comprensible dentro de un entorno cultural específico. Es decir que aunque un lavabo funcione de la misma manera en todo el planeta, no significa  lo mismo aquí que en China, pues el objeto absorbe la historia de su uso y se convierte en un reflejo del  entorno. Dentro de la exposición encontramos objetos descontextualizados repartidos por las salas para concientizarnos sobre su significado.

En su libro de 2006, Fenomenología queer: orientaciones, objetos, otros, la teórica  británica Sara Ahmed planteó la existencia de objetos queer como aquellos objetos que desafían su orden establecido y generan nuevas formas de relación no normativas. Por lo tanto, romper las normas visibiliza que las normas existen. Un lavabo que no sirve a su propósito y que ha adquirido un nuevo significado ocupando un lugar distinto en ese sistema de relaciones simbólicas es un objeto queer, y eso aplica para toda  la obra de Beier. En Casts se deja claro que los objetos son mucho más que el resultado de nuestras decisiones y existen a pesar de ellas. El objeto tiene capacidad de rebelión y, hoy  el Museo Tamayo está conquistado por  objetos rebeldes.

Foto: Pamela Valadez

Pude hablar con Nina el día de la inauguración en una breve calma entre su ir y venir para asegurarse de que todos los performances de se activaran.   La artista me habló de  cómo su trabajo depende del estado de las cosas donde sea que esté. Por ejemplo habló de Scheme una de las piezas que integran la exposición, conformada por  tres cajas de mercado con vegetales que se reabastecen cada dos semanas regados por el piso. “Cuando los vegetales llegan, el esquema de entrega del proveedor determina cómo será la imagen”...“si llegan muchas zanahorias, entonces la pieza estará llena de zanahorias”. Su trabajo abraza las diferencias de cada lugar al que llega y se adapta a la disponibilidad de recursos que encuentra.

Como parte de uno de los performances, un actor se sienta sobre una de las bardas del museo, llora desconsoladamente y recoge sus lágrimas en un vaso de cristal. “Aunque las lágrimas son auténticas”, la cédula de Drama dice, “es difícil discernir si las emociones que hay detrás de ellas vienen de un lugar sincero”. Lo miras, discutes sobre él y sobre si llorar o ver llorar es arte o no. Es incómodo. La única forma de escapar su mirada es fingir que miras a otro lado y pasar rápido a su lado mientras juegas con la idea de que algo verdaderamente horrible le tuvo que haber pasado para llorar así y te preguntas si alguien, antes de leer la cédula, se acercará a preguntarle si está bien. ¿Se pierde la humanidad en un museo si la autoridad de la institución otorga el estatus de pieza artística?

Foto: Pamela Valadez

Nina y yo también hablamos del performance que ocurre cuando no hay nadie en la sala.“Creo que desafía la noción de que el arte es arte porque hay alguien para verlo”, le dije. Ella respondió,“se trata más de las personas que realmente viven en las exhibiciones, que habitan el espacio cuando no hay visitantes. Se trata de aceptar el hecho de que las exposiciones también suceden cuando nadie las ve”. Pero yo pude verlo, o más bien, escucharlo cuando visité la exposición un sábado muy temprano y crucé con cuidado la puerta detenida con el zapato verde deseando que no hubiera nadie  antes que yo. Una voz resonaba en las paredes cantando Rueda mi mente de Sasha Sokol. La cantante se detuvo en cuantome vio entrar. Se trataba de la guardia de la galería principal.

Casts no es una exposición para ver una vez y tachar de la lista. Es un espacio para ir y regresar, que está conformado por instalaciones inmóviles, eventos invisibles y momentos esporádicos dictados por un calendario desconocido y un reloj inexacto. Regresaré para ver el resto de los performances que escaparon a mis visitas anteriores, para determinar quién es el guardia que se dejará crecer la barba y el cabello durante los cuatro meses que dure la exposición y para comprobar que el esquema de distribución de verduras funcione correctamente. Volveré con la esperanza de escuchar otra canción interpretada por los guardias del museo y para ver a los diez leones de mármol en acción durante su última semana en el Tamayo. 

Esta exposición estará disponible hasta el  29 de septiembre. 




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