'Zenyatta Mondatta', un virtuosismo comprensible
En 1980 salió a la venta Zenyatta Mondatta, el tercer álbum editado por The Police, y tercero también de una secuencia de títulos con palabras inventadas (precedido por Outlandos d'Amour y Reggatta de Blanc); aunque cada frase tiene una explicación rebuscada y extravagante sobre su significado, su única función real era la de crear títulos originales, distintivos, que sirvieran de presentación para el seductor contenido musical que contenía cada placa.
Al momento de este lanzamiento, The Police ya era un acto familiarizado con las listas de popularidad; algo fácil de entender cuando uno se sorprende a sí mismo entonando sus canciones… hasta aquí, nada los diferenciaría de cualquier acto pop con melodías pegajosas. Sin embargo, en The Police había mucho por descubrir en los surcos de sus discos: musicalmente, una mezcla única de punk, reggae y jazz, interpretada por tres músicos virtuosos; literariamente, una colección de temáticas oscuras ―principalmente sobre soledad y obsesiones―, que uno no esperaría encontrar en canciones tan "bonitas", y que son trabajo, en su mayoría, del principal compositor del trío, Sting.
Ejemplos de lo anterior, son "Don't Stand so Close to Me", una pieza sobre la tensión sexual entre un profesor y su alumna, inspirada por Lolita, el libro de Nabokov; "When the World Is Running Down You Make the Best of What's Still Around", en la que el protagonista confiesa que en sus peores crisis se refugia en su videocasetera y sus discos; "Canary in a Coal Mine", un alegre prendón de ska que en realidad es un ataque resentido a una persona intolerante; "Driven to Tears", cuyo sonido brillante disimula el llanto depresivo ante la conducta humana.
Por otro lado, también están los ensayos experimentales, musicalmente áridos y poco accesibles, como "Voices inside My Head", "Shadows in the Rain" o "Behind My Camel" (una composición de Andy Summers que les valió el Grammy a mejor interpretación instrumental de rock). Son estas curiosidades, bien colocadas entre el resto del contenido, las que le dan un buen equilibrio a los álbumes de The Police, que pueden ir de lo cotidiano a lo complejo.
A décadas de distancia, Zenyatta Mondatta no ha perdido su fuerza, ni The Police su encanto; sus canciones siguen presentes en versiones de otros artistas, en bandas sonoras fílmicas, en estaciones de radio; y mantienen un público bastante numeroso, en su gira de reunión de 2008, fueron los músicos que más ingresos tuvieron. A quien desee aceptar el reto de conocerlos a fondo, le resultará fácil amar sus tonadas de manera inmediata, aunque pasará el resto de su vida descubriendo malabares en las complejas estructuras de batería de Stewart Copeland, dejándose llevar por la deslumbrante armonía entre sus instrumentos, y descendiendo hacia las profundidades de letras que solo los ingleses pueden escribir. Una experiencia tan agradable, como desconcertante.