Cobertura 77ª Muestra del Cine de Venecia: 'Lacci'

Foto vía: Filmitaliani

Cuando se habla de conflictos dentro de un núcleo familiar lo primero en lo que se piensa es en su disfuncionalidad. Casi como si se tratara de un mecanismo frío, en el que la familia es una analogía de un puzzle, y cada miembro corresponde a una pieza. Así su exigencia es la de embonar con el resto.

Existen incontables historias de familias modelo, pero resulta ser que en la mayoría de éstas solemos ver la parte en la que los engranajes marchan a la perfección.

Lacci, la película de apertura de la 77 edición del Festival de Cine de Venecia es un ejemplo distinto. Daniele Luchetti, basándose en el libro de Domenico Starnone, nos da a conocer una trama paradójica, en la que la lucha visceral por mantener la unión entre las partes deriva en daños colaterales. No porque sea “disfuncional” sino porque nos muestra la contraposición de los intereses dentro de la dinámica cotidiana. La dificultad de mantener viva una relación en pareja, cuando, al mismo tiempo, se enseña a los hijos cómo atarse los cordones.

Foto vía: Lost in cinema

“Te casaste y fuiste padre porque sentías que era tu obligación. Tuviste una amante porque se supone que así debías hacerlo.” 

Así lo reprocha Vanda (Alba Rohrwacher) a Aldo (Luigi Lo Cascio). ¿Amor o convención?

La idea de dejar ir a la persona que amas se vuelve insoportable, pero el dolor que experimentan los personajes en la cinta, se vincula más con ese absurdo y casi enfermizo deseo de posesión, de sostener un pacto que se firmó en el pasado, pero que, a distancia de los años, carece de sentido. Con el tiempo se devela un egoísmo de las dos principales partes involucradas, que en su afán de respetar dicho mandato, se olvidan de su condición de padres.

Argumentos complejos, discutidos de forma magistral por sus intérpretes, respaldados de una brillante dirección..

Lacci, por su traducción en italiano “lazos”, hace referencia a aquellos vínculos que nos unen a los que más amamos, pero a su vez, pueden ser estos mismos los que nos asfixian y atan a una realidad frustrante y autodestructiva.