¡Waheguru Waheguru!: Crónica de un Gurwara Sikh
Cuando conocí a Satguru Singh, me llamó la atención verlo con su turbante y una barba larga, al principio pensé que no hablaba español pero me sorprendí que lo hacía y hasta más correctamente que yo. Era mexicano, pero también Sikh. Estábamos en el cumpleaños de una amiga, por eso decidí despejar mis dudas sobre porque para él sería tan normal usar un turbante.
Él me contó que la religión Sikh es la sexta religión con más seguidores en el mundo, fue fundada en la zona Punyab de la India durante el siglo XV y está basada en el libro sagrado Guru Granth Sahib, esta doctrina llegó a tener tanta influencia que fue considerada la religión del imperio indio durante la época Mogol y desde entonces se ha extendido por el mundo.
Además que, el camino espiritual que sigue es la meditación, la guía del Gurú (sacerdote), compartir la misma religión con su familia, desarrollar el dharam (el deber moral), la igualdad entre todas las personas, así como portar siempre su turbante (que representa una corona), jamás cortarse la barba, ser vegetarianos y realizar el estilo Kundalini del Yoga.
Satguru dijo que aunque parecen muchos requisitos estos no son tan difíciles de seguir, además de que en su religión todos los hombres comparten como apellido la palabra Singh (que significa León) mientras que las mujeres utilizan Kaur (que significa princesa).
Los objetos sagrados que deben traer son las 5 K’s: Kesh (el pelo largo), Khanga (un peine de madera para el pelo), Kara (un brazalete metálico que representa las armaduras para la batalla), Kashera (ropa interior de algodón) y Kirpán (una espada o daga ceremonial que simboliza poder, libertad de espíritu, autorrespeto, la lucha constante del bien y la moralidad sobre la injusticia).
A mis ojos, Satguru Singh es un Sikh “moderno”: calza tenis, juega Nintendo y se conecta al Facebook desde su Ipad. Pero también es vegetariano, hace Yoga y sigue fielmente los preceptos de su culto.
En una ocasión, charlando por la web me invitó a un Gurdwara, que es una ceremonia de meditación en donde el personaje principal es el Siri Guru Granth Sahib, un libro en donde se encuentran contenidas las enseñanzas de los Gurús de la tradición Sikh y de personas de otras tradiciones como el hinduísmo y el Islam.
Asistí con un amigo, vestidos lo más blanco que pudimos, pues así me lo habían recomendado, ahí nos recibió Satguru afectuosamente, quién nos comentó que a la ceremonia había que entrar descalzo, con la cabeza cubierta con turbante o pañoleta y nos sentábamos en el suelo.
Esperamos un momento, nos saludaban varias personas de blanco que portaban turbantes, luego subimos al piso superior donde sería el evento, antes de entrar al lugar nos descalzamos, por tradición debíamos meter pies y manos en el agua, como signo de purificación, luego una persona encargada te los secaba en una toalla, así lo hicimos con sorpresa.
El suelo estaba cubierto por una enorme manta blanca, al fondo del lugar, había un altar a cuyos pies se encontraba un Khanda (la representación de una espada, situada entre dos dagas curvas llamadas kirpanes y un chakkar, disco que simboliza la unicidad de Dios), así como un cuadro con la imagen de Guru Ram Das (Cuarto Guru de la tradición Sikh) y dos floreros con gerberas.
Poco a poco el sitio se fue llenando de personas que iban a vivir la ceremonia, tomando asiento en el suelo a lo largo del lugar, la cual comenzó cuando Satguru ingresó a la sala el Siri Guru Granth Sahib envuelto, seguido de una pequeña comitiva de Sikhs, los cuales avanzaron hasta colocarlo en el altar, pero siempre manteniéndolo cubierto.
A continuación, una persona se sentó frente al libro mientras agitaba intermitentemente un Chor (largo artefacto con el que se procuraba a los reyes en la India, para reconocer su estatus), la encargada de hacer esto fue relevada varias veces durante la ceremonia, siendo una nueva persona la que lo hacía cada vez, pues, según me explicó después Satguru, todos tienen derecho de cuidar al Guru, por igualdad.
Los cánticos empezaron, fue entonces cuando los presentes caminaron uno a uno ante el altar y realizaron una reverencia tocando el suelo con la frente, mientras empezaba el Kirtan (música meditativa que era tocada por un Harmonium seguido de percusiones) y algunas Ardas (oraciones y/o mantras), varias en el idioma Gurmukhi y algunas otras en español.
Después de haberse postrado todos, continuamos entonando Kirtan, las cuales eran seguidas por todos los asistentes, incluyéndome. Hubo una en particular donde comencé a sentir una extraña conexión entre el ritmo y el latir de mi corazón. Algo que sigo sin poderme explicar.
Entre los cantos recuerdo uno que decía: “WAHE GURU, WAHE GURU, WAHE GURU, WAHE JIO." Que es el mantra para referirse a Dios, pero como una experiencia, no como personificación. Satguru me dijo que “Wahe Jio” significa que esa experiencia está en la propia alma (Ji).
Al terminar esto, vimos un video con breves explicaciones sobre el Gurdwara e historia Sikh, seguido de la parte principal de la ceremonia: la lectura del Siri Guru Granth Sahib, el cual realizó Satuguru amablemente, siempre cuidando de no exponer el libro.
A continuación se repartió a todos Guruprashad, pudín sagrado, el cual se debe comer al momento, mientras aún se mantiene caliente. El Siri Guru Granth Sahib vuelve a ser envuelto y sale del lugar con una caravana de Sikhs.
Hasta ese momento había finalizado la parte protocolaria, ahora seguía la Langar, la convivencia y la comida para compartir, los alimento que se sirven son vegetarianos como lo marca la tradición Sikh. (Los hindúes no comen res, pero los musulmanes sí. Los musulmanes no comen cerdo pero los hindúes sí).
Este Langar consistía en un guiso de verduras en salsa de tomate, una especie de rollitos primavera y un arroz integral con verduras, la mezcla de estos sabores fue algo que nunca había sentido mi paladar, en parte quizá por los ingredientes, en parte quizá por la espiritualidad del momento.
Me encontré con que habían estado presentes en el lugar algunas personas que yo había conocido por otras razones, me sorprendió positivamente verlos en el Gurdwara, charlé con varios y conocí más personas, las pláticas giraban en torno a las prácticas de yoga, temas espirituales e impresiones del Gurdwara, cosas en las que no soy para nada versado.
El amigo que me acompañó practica Yoga, por lo tanto el evento no fue tan sorprendente para él como lo fue para mí. Luego se partió un pastel y paulatinamente comenzaron a retirarse todos, habían pasado unas tres horas quizá desde el inicio de la ceremonia.
Me despedí de Satguru agradeciéndole la invitación, luego salí con mi amigo del lugar, la calle fue como un clavo que pichó la burbuja en la que estábamos, nos separamos casi enseguida para regresar a la realidad, afuera había llovido, prendí el celular y comenzó a timbrar… aún me esperaba una larga caminata.
Comparto la experiencia no sólo como una anécdota más, ni únicamente para visibilizar a un grupo religioso y su filosofía, si no también para realzar la importancia de hacer actividades de meditación, yoga y cuidado de nuestro cuerpo durante el encierro de la pandemia, conocer nuevas alternativas pueden servirnos a sobrellevar el encierro.