Sin memoria, sin respuesta
A tres años de la desaparición de los jóvenes de Ayotzinapa, pareciera ser que el aparato de seguridad mexicano no tiene memoria. Los casos de desaparecidos aumentan con cifras maquilladas, y el silencio de las autoridades se recrudece, como disparos al aire, como balas perdidas que no encuentran eco que las acompañe. Sin embargo, los vacíos en las casas se hacen cada día más presentes, más dolorosos, más confusos: sin respuesta, no hay línea que seguir ni nieblas que se disipen. Y en medio de esta confusión sin nombre, salen a la luz ejemplos aislados de familias que se resisten a guardar silencio, de comunidades que se organizan de forma pacífica para pedir respuestas, de estudiantes que no están de acuerdo, y que exigen algo de las puertas cerradas de Palacio Nacional. Tal es el caso de Marco Antonio Sánchez Flores.Cinco días después de su desaparición, el estudiante de la Preparatoria 8 regresa a su casa con el silencio rotundo de las autoridades. Se lo llevaron el pasado 23 de enero con la excusa de una denuncia anónima por robo de celular, siendo que el joven sólo estaba tomando una foto a un mural del Metrobús Rosario, en el sector Hormiga de la Ciudad de México. Los policías capitalinos dijeron que lo llevarían al Ministerio Público de Azcapotzalco, pero Marco Antonio nunca llegó ahí: las autoridades dijeron que lo habían liberado poco después de aprehenderlo, pero el chico seguía desaparecido. Los que estuvieron presentes dicen que las cámaras instaladas ahí no funcionaban, y no hay evidencias de lo que realmente sucedió en ese momento.
Las investigaciones para localizarlo empezaron el 25, después de que sus padres alzaron la denuncia en el Centro de Atención de Personas Extraviadas y Ausentes (CAPEA). Ese mismo día se alzaron pancartas con su rostro, se pegaron anuncios en las calles y se lanzó la ficha para encontrarlo. Al mismo tiempo, alumnos de la UNAM y de la misma Preparatoria 8 se unieron para pedir su regreso con vida, así como el castigo de los responsables de su detención sin sustento. Las redes sociales explotaron con su nombre bajo el hashtag #DóndeEstáMarcoAntonio, y la resistencia se extendió a Reforma, con una marcha que terminó en el Ángel de la Independencia. Mientras se expandía el Silencio Oficial, el barullo de las masas ganaba fuerza. Hoy, a las altas horas de la madrugada, Marco Antonio fue encontrado deambulando, golpeado, desorientado y solo, en el municipio de Melchor Ocampo, del Estado de México.
La comunidad estudiantil alzó la voz cuando las autoridades permanecieron sin respuestas, como se ha hecho costumbre desde hace tres años. Entre la masa informe de la gente ausente, el nombre de Marco Antonio Sánchez Flores logró aparecer en los medios, y generar ruido, que se quiso satisfacer con el discurso a medias del Jefe de Gobierno de la capital. Sin embargo, México permanece como siempre: desde la autoridad, sin memoria; en el pueblo, con el deseo de vivir sin engaños.