El secreto de no decepcionarse de los demás consiste en no esperar nada de ellos, o simplemente no aguardar para sorprender y sorprenderse. De ser considerados por los críticos de música como una imitación de Jesus and Mary Chain, así como de deber su relativa fama a agrupaciones como No Age, los Crocodiles regresaron, este año, con un tercer disco. Nadie los vio venir. O quizá la única explicación posible es que las artesanías hechas audio tardan aproximadamente unos dos LP’s en pulirse. Summer of Hate (Fat Possum, 2009) fue el primer disco de la banda californiana, conformada por Charles Rowell y Brandon Welchez. Gracias a su introducción al ámbito por el grupo de noise pop, No Age, el hype no se hizo esperar y las críticas tampoco. Un año después llegó Sleep Forever (Fat Possum, 2010), segundo long play que le hizo honor a su nombre: aquel noise pop y aquella intensidad (aunque no genuina) de Summer of Hate, se desvanecieron en monotonía pasiva durante esta segunda edición. No había muchas razones para augurarles un buen tercer intento.
Endless Flowers (Frenchkiss, 2012), tercer álbum de Crocodiles (bajo la producción de James Ford de Simian Mobile Disco) está hecho para su redención. Lo que nadie espera, llega. Noise pop que pasa a ser noise rock, que evoluciona en shoegaze y regresa al mismo discurso, sin un orden específico. Distorsiones hechas melodías, que a su vez se transforman en psicodelia genuina. Una esencia que hace que, sin importar dónde se reproduzca Endless Flowers, siempre sea verano.
Los Crocodiles hacen que, gracias a este LP, el primer día de la semana adquiera sentido con los primeros riffs de “Sunday (Psychic Conversation #9)”, una reafirmación de amor rompa con el ritmo del disco con “No Black Clouds For Dee Dee” (escrita para Dee Dee, integrante de Dum Dum Girls por su esposo, Brandon Welchez); que éste regrese con la estridencia de “Electric Death Song” y que como interludio funcione con el retorno a la tranquilidad y a lo semi-acústico de “Hung Up On A Flower”, que poco a poco con una voz femenina transforma todo de nuevo en distorsión ilegible, la cual finalmente se resuelve como obertura para “My Surfing Lucifer”.
El ritmo se estabiliza, el pulso sigue latente; vuelve el noise-rock a los oídos, se hace melodía de nuevo, y no se detiene para volver a lo armonioso de “Dark Alleys”, una de las canciones de este disco que funciona como clímax, como símbolo de la catarsis para el corazón agrietado. A partir de ahí todo va en declive con “Bubblegum Trash”, para hacer una contrapicada con las líneas de guitarra distorsionada que caracterizan a “Welcome Trouble” y que preparan el camino para el cierre más tranquilo de este record con “You Are Forgiven”.
Mientras que todo el disco parece ser una clase de lamento estruendoso por algo o alguien perdido y atrofiado por el tiempo, “You Are Forgiven” parece ser el cierre reconciliador que, bien como su nombre lo dice, libera y se apiada de uno mismo, dispuesto a reparar lo que se ha dañado (y a quien se ha dañado). Después de 45 minutos, por fin Endless Flowers adquiere sentido tanto en una producción muy bien lograda que por fin se pulió para transformarse en el estilo propio de Crocodiles, el cual ya no suena a influencia de alguna banda, sino a ellos mismos, noise rock hecho para la distorsión, psicodélia hecha para la manumisión.