Como claros herederos del shoegaze, No Age generó, a través de tres álbumes, una vivencia sonora que se traduce en alusiones oníricas y guitarras rabiosas. Weirdo Rippers (Fat Rat, 2007) fue un clarísimo ejemplo de esto; al tener un balance excelente entre rock desenfrenado y una barrera sónica resonante con la cual el escucha puede sentirse verdaderamente involucrado. Este estilo alcanzó el cenit con el lanzamiento de Nouns (Sub Pop,2008) y su secuela Everything In Between (Sub Pop/ Arts & Crafts México,2010).
Aunque hay todavía una noción etérea, An Object (Arts & Crafts México,2013) —su cuarto material— se ostenta como un álbum contradictorio: es amigable, pero no convence; es lo-fi, pero uno puede sentir capas y capas de producción demasiado intencionales; hay un influjo de sonidos del hardcore y un orden coro-verso-coro más ordenado que de costumbre, pero aún así no transpira mucho el cambio.
No Age siempre ha sido exponente de revivir el antaño, con un talante furioso y enojado, pero para An Object, no sólo se puede remitir a un pasado sónico y a una anterioridad musical, también se realiza una mezcolanza estética. Mientras los álbumes anteriores parecen de Slowdive o My Bloody Valentine, An Object opta por una simpleza y estilo reducido en lo experimental. Las estructuras musicales de la más reciente producción son, en ocasiones, más fundamentales y distinguibles, lo cual hace parecer a las canciones amigables y menos personales. Más juguetonas, pues.
Mientras los discos anteriores están hechos para fortalecer una introspectiva y salvaje conexión con el escucha, An Object se pierde en un bosque de más solidez y menos reflexión, con el cual el dúo llega a una punto que no pertenece a ninguna parte. Sí, hay canciones sumamente emocionales. Sí, hay momentos de destrucción masiva y ruido. Pero la búsqueda de un sonido novedoso los alejó del espectador e hizo débil la íntima conexión entre ellos.
Sin embargo, hay cortes notables: “Defector Ed” y sus saturados drones interpolados entretejen una muralla fibrosa donde los sonidos se pierden entre sí. “No Ground” abre el disco con un estallido irascible y lleno de potencia, como si quisieran llevar al Everything in Between más lejos. Por su parte, “A Ceiling Dreams of a Floor” captura una gran sensación de pérdida y pesadumbre. Pero estos son diamantes escondidos en un río de lodo, y la mayor parte de An Object orbita alrededor de sonidos sin mucha consistencia ni sentido trascendental.
Por (@reecardough)
