Por Re Esteva (@subhigh)
La aparición de Purity Ring hace unos años se sintió como si el dúo canadiense hubiera surgido de la nada; más como si fueran parte de un sueño repentino y nublado que de algo tangible y físico. Megan James y Corin Roddick, con sus instrumentos custom (diseñados específicamente para ellos) y su ropa hecha a mano por la propia Megan, son como dos entidades fantasmales atrapadas en un limbo entre la vida y la muerte, que en este caso es su música.
Purity Ring ha estado en la escena desde 2010, pero no fue hasta 2012 que su álbum debut, Shrines (Last Gang Records/ 4AD) fue lanzado. Del disco se desprendieron cinco sencillos increíbles, pero “Fineshrine” –con todo y su video como salido de una hermosa pesadilla simétrica y estilizada– fue uno de los tracks de 2012 más celebrados por la crítica y la audiencia en general.
La estética del dúo es una excelente mezcla de agua, aire, fuego y tierra; como si los elementos de la naturaleza se mezclaran para crear un escenario somnífero con una musicalización estremecedora y letras emocionales y cerebrales a la vez. Para entender del todo a Purity Ring y sentir la esperanza desoladora que provoca su mundo de sueños oscuros y poesía, hay que tener la mente un poco retorcida y considerar que un plano físico como el bosque, por ejemplo, puede estar directamente conectado a una dimensión paralela habitada por espíritus sin una forma definida.
Cuando se habla de Purity Ring generalmente puede encontrarse este tinte de abstracción en los materiales relacionados al dúo, pero esto sucede precisamente porque lo que hacen James y Roddick puede ser muy subjetivo y depende de cada oído y cada mente que entre en contacto con el material. En el show que dará Purity Ring durante el Festival Ceremonia este 14 de septiembre, se pueden esperar justo cuatro elementos: ambientes neblinosos y airosos que seguramente estarán apoyados por el frío del Estado de México, un sonido acuoso y abstracto, una audiencia con los pies plantados en la tierra pero una mente distante y dos canadienses tan etéreos que podrían desaparecer entre el humo del escenario en cualquier momento.