Por Alfonso Basilio, Georgia Alcaide y Aarón Rubio El movimiento ambientalista inicia hace algunos siglos como respuesta a la industrialización. En el siglo XIX, los poetas románticos ingleses apelaban a la belleza de la naturaleza, mientras que escritores como Henry David Thoreau elogiaba la vuelta a una vida más sencilla y alejada de los bullicios de las nacientes ciudades, proceso de reflexión que continuó hasta el siglo XX.
Al finalizar la Segunda Guerra Mundial, el inicio de la era nuclear trajo consigo el temor a un nuevo tipo de contaminación. El movimiento ambientalista fue ganando velocidad en la década de los sesentas, con la publicación del libro de Rachel Carson “Primavera silenciosa”, que advierte acerca del uso agrícola de plaguicidas sintéticos. La científica Carson, subraya la necesidad de respetar el ecosistema en el que vivimos con el fin de proteger tanto la salud humana como el medio ambiente.
Durante la década de los sesenta también aparecen las primeras imágenes de la Tierra vista desde el espacio, estas deslumbraron los ojos de la humanidad con su simplicidad y belleza. Concientizar sobre un globo terráqueo en una galaxia inmensa a muchos les dio pauta a reflexionar la fragilidad de la que es proclive el planeta en el que vivimos.
Al finalizar la agitada década de los sesenta, sus más altos ideales comenzaron a ponerse en práctica. Entre ellos, el enfoque medioambiental — ahora, casi literalmente, un fenómeno global. Dado que la preocupación universal acerca de la salud y la utilización sostenible del planeta y sus recursos era cada vez mayor, las Naciones Unidas, en 1972, convocaron a la Conferencia sobre el Medio Humano en Estocolmo.
«Hemos llegado a un momento en la historia en que debemos orientar nuestros actos en todo el mundo atendiendo con mayor cuidado a las consecuencias que puedan tener para el medio. Por ignorancia o indiferencia podemos causar daños inmensos e irreparables al medio terráqueo del que dependen nuestra vida y nuestro bienestar. Por el contrario, con un conocimiento más profundo y una acción más prudente, podemos conseguir para nosotros y para nuestra posteridad unas condiciones de vida mejores en un medio más en consonancia con las necesidades y aspiraciones del hombre...»
«La defensa y el mejoramiento del medio humano para las generaciones presentes y futuras se ha convertido en meta imperiosa de la humanidad».
Extraído de la Declaración de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Humano Disponible en inglés (Estocolmo, 1972), párrafo. 6
Cerros de asfalto, avenidas importantes con segundos pisos, centros comerciales con nombres de “parques”, tráfico a todas horas del día, espacios públicos con mayor espacio para los autos que para las personas, comida rápida, enlatados. Esto y un sin fin de cosas significa vivir en una ciudad del siglo XXI. Para algunos se ha convertido en un modo cómodo de vida, parte de lo convencional o natural, sin embargo siempre hay grupos subalternos quienes se ven la necesidad de probar modos alternos de alimentación, transportación, llevar la vida de un modo más orgánico y la búsqueda de métodos alternativos para reducir el impacto ambiental.
Poco a poco azoteas de colores rojos o grises se van revistiendo de jardines decorativos hasta en huertos hidropónicos de auto producción, sólo implementando la producción y consumo local.
También día a día es más común el separar la basura, en la ciudad se han implementando mercados de trueque, en donde las personas llevan su basura separada y a cambio reciben cheques verdes para adquirir alimentos frescos cultivados localmente, esto no solo trae consigo beneficios ecológicos, sino económicos y de integración social.
Hasta hace unos años el uso de la bicicleta era de uso común de panaderos, afiladores, repartidores o esparcimiento. Pero pedalear se ha vuelto una moda ecológica, y resulta que andar en bicicleta es una buena manera de estar en condición sin ni siquiera darnos cuenta, es un ejercicio aeróbico, económico, divertido e ideal para compartir.
Este tipo de acciones han surgido desde los ciudadanos, poco a poco su uso se populariza e incluso ha logrado influir en los gobiernos, algunos de ellos en las grandes ciudades del mundo implementan políticas públicas de movilidad y protección al ambiente que retoma estas acciones y las apoya con un presupuesto considerable.
El asunto del medio ambiente nos incumbe a todos y esto ha sido visible en los discursos de los músicos como en sus acciones. Aludiendo que la música es capaz de despertar todo tipo de sentimientos, grupos como Metallica, Michael Jackson, Boney M., Jamiroquai, hacen un llamado a la reflexión sobre el medio ambiente y las acciones que debemos que tomar para no lamentar las consecuencias del deterioro de la tierra.
Otros grupos emergentes como los Ginger Ninjas, comprometidos con el medio ambiente, han emprendido acciones como la de llevar su música en dos ruedas y utilizar las bicicletas para generar energía para sus presentaciones en vivo, en donde los asistentes se van turnando para pedalear.
Existen grupos de diversos géneros que construyen sus instrumentos con materiales reciclados e incluso existen festivales de música cuyo único propósito es hacer un llamado a las personas del mundo para que sean conscientes sobre sus acciones y como afectan el medio ambiente.