La llegada de un lago indomable
Aunque simulemos una sociedad donde el futuro y la innovación parecen acercarse cada vez más rápido, los remakes son el pan de cada día. Se utilizan los clásicos hasta desmenuzarlos y adaptar cada concepto a la nueva estructura cultural del momento, seguir los lineamientos y sólo plantear lo mismo con una producción distinta. LAC no es la excepción, un ballet contemporáneo que nos obliga a abandonar la modalidad de un cuerpo de baile con cisnes obedientes y personajes delimitados. Pero, ¿es realmente un ballet que reforma la doctrina de “El lago de los cisnes?” En esencia los conceptos de dualidad permanecen, así como la eterna musicalización de Tchaikovsky; pero la historia es representada como una exageración de lo original, explorando lo absurdo de una cultura que no ha evolucionado dentro de sus constructos sociales.
En el primer acto el escenario se viste de blanco con tronos minimalistas para los reyes, quienes se safan de la ostentosidad; pero dejan rastros de realeza en su vestuario dorado. Un príncipe que selecciona a la mujer de la que debe enamorarse, dentro de una variada gama de nacionalidades. Una bruja que desplaza el papel masculino de Rothbart para distinguirse como Su Majestad la Noche. Unos cisnes que olvidan la delicadeza y se muestran fuertes o incluso violentos. El director de la compañía, Jean-Christophe Malliot, plantea un ambiente en el que se mantienen los detalles conservadores, pero se experimenta con puntualizaciones liberales. Una representación de los imaginarios colectivos que se encuentra en constante disputa actualmente.
El desenvolvimiento de los bailarines es sublime, aunque el príncipe se queda corto. No demuestra tener el carácter necesario y aunque tiene limpieza en su técnica, se expone como un personaje débil. Así como muchas escenas en las que la música indica que debe de haber un clímax en la coreografía y los pasos son sutiles, sin demostrar que estamos presenciando el punto máximo del espectáculo. Por otro lado, Malliot explota la idea de la pasión y la sexualidad, no sólo en el cisne negro, sino en la mayoría de los personajes; como una sexualización generalizada que se presencia hoy en día, que queramos o no, nos irrumpe. Es una idea interesante, pero el público termina poniendo una barrera ante tantos movimientos sexuales.
En el programa tienen la atención de explicar en qué consiste cada una de las escenas a modo de cuento, para que las lecturas no queden solo al alcance de gente experta en el tema. A diferencia de El lago de los cisnes, repleto de interpretaciones, LAC pretende diversificar su público, darle entrada a algo menos complejo sin perder la elegancia que distingue a este clásico. Y a pesar de que se coloca una explicación minuciosa, no limita la creatividad del espectador, pues cada uno sale del auditorio con su propia versión de cisnes.