'HyperNormalisation': un documental que se pregunta cómo es que llegamos a vivir en el absurdo

Por: Rodrigo Arce Una de las herramientas más eficaces con las que cuentan los grupos de poder es la propaganda; ya sea mediante discursos, noticias y hasta películas, aquellos que tienen el control siempre intentarán manipular la opinión de las masas con el único fin de impulsar su propia agenda. Esta herramienta puede ser tan eficaz como peligrosa, ya que sin darnos cuenta podemos aprobar ideas que pongan en riesgo a nuestra sociedad y que de otra forma jamás hubiéramos aceptado.

En HyperNormalisation, la obra más reciente del documentalista británico Adam Curtis, se intentan exponer las causas del malestar del siglo XXI, descifrar por qué hemos llegado a lo esto: una era en la que reina la falsedad, el caos, y la incertidumbre, y cómo hemos sido efectivamente manipulados para ignorar estos acontecimientos extraordinarios que socavan la estabilidad de nuestro mundo, según lo que el director supone.

https://www.youtube.com/watch?v=afBmN7icFRw&t=7s

El término hipernormalización surge de los últimos años de la Unión Soviética. El antropólogo ruso Alexei Yurchak lo utiliza para describir la etapa en la que la sociedad soviética sabía que su sistema no duraría mucho tiempo, pero al no haber una alternativa clara, tanto los políticos como los ciudadanos decidieron pretender que vivían en una sociedad funcional; paulatinamente este estado de “falsedad” sería aceptado como real, ese efecto es lo que Yurchak nombra como hipernormalización.

Curtis parte de una base clara, las situaciones que ponen en riesgo a nuestro mundo son evidentes: bombas suicidas, olas de refugiados, la victoria de Trump, Putin y el Brexit. En la primera parte del documental expone el origen de estos eventos remontándose hasta 1975, cuando el control de la ciudad de Nueva York pasó de los políticos a los banqueros y, simultáneamente, los gobiernos de Siria y Estados Unidos entran en conflicto, dando inicio a décadas de disputa entre Medio Oriente y Occidente. Es a partir de estos sucesos que la sociedad contemporánea se comienza a moldear: ante la incapacidad de luchar contra grandes corporaciones, los movimientos de oposición dejan de enfocarse en el colectivo y encuentran en el individuo el camino para lograr el cambio. Unos años más tarde, el gobierno estadounidense aprovechó la llegada de Gaddafi al poder y decidió adjudicarle la imagen de un nuevo enemigo, esto con el fin de facilitar la cruzada moral de salvación mundial propuesta por el Ronald Reagan y al mismo tiempo tapar la compleja relación política que tenía con Siria y otros países del medio este.

Si bien abarca otros temas, estos son los únicos que logra exponer con cohesión. A partir de la media hora comienza -de manera enfática- a dirigir la culpa hacia el villano de nuestra época, el “maestro de la falsedad”, Donald Trump. Sea cual sea el tema, el objetivo parece único, pero cabe preguntarnos, ¿cómo un documental que pretende desenmascarar la falsedad de nuestros días se enfoca solamente en un lado de la situación? Podríamos juzgar a Curtis con el mismo marco que él utiliza y descubriremos la falsedad de un acusador que nunca se detiene a cuestionar el statu quo. Para descubrir el objetivo de este documental podemos recurrir a otro término hiperbólico que acuñó Jean Baudrillard, filósofo francés, en su libro Cultura y simulacro: hiperrealidad, es decir, una simulación que suplanta a la realidad, creando a través de signos la noción de lo que es real y verdadero. Curtis presenta los hechos en su documental de la misma forma: desenmascarando a Trump y Putin, a quienes presenta como tiranos que utilizan estrategias que mantienen a la oposición ocupada en descifrar cuáles de sus actos son verdad y cuales son mentira; y encubriendo al experto del manejo de la percepción, Barack Obama, el Premio Nobel de la Paz que ataca civiles al otro lado del mundo mientras en su país simula una imagen de tolerancia, compasión y benevolencia. Ambos bandos simulan para desorientar, y aprovechan esta confusión para ocultar el daño derivado de sus acciones, pero de manera imparcial Curtis decide juzgar solamente a uno de ellos.

Al final, HyperNormalisation es un triunfo de la forma sobre el fondo, al contrario de sus argumentos, su estilo no presenta fallas, con imágenes que cambian a un ritmo estrepitoso acompañadas de melodías aberrantes que no permiten al espectador negarse al bombardeo argumentativo, Curtis logra convertirse en el hombre que proyecta las sombras en la cueva, manipulando la verdad, mostrando solo la parte de la historia que le conviene para presentarnos 166 minutos de un documental que -a pesar de sus defectos- realiza una crítica necesaria para mantenernos alerta sobre los daños que provoca la propaganda al normalizar el estado de violencia perpetua que parece no tener solución.

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