Gustavo Santaolalla: Ancestralidad argentina en La Carpa Vive Latino
Fotos: Fabiola Cebrero
En un espectro de luces azules, los músicos aguardaban en sus lugares el momento preciso en el que el ganador del Óscar, Gustavo Santaolalla, se posara al centro del escenario. Ante un público expectante, que aunque el estar en un festival como el Vive Latino signifique una explosión de vitoreos, mantenían un respetuoso e indefenso silencio, como si de alguna manera todo hubiera estado conjugado y ensayado para formar parte del show.
Luego, la ovación. Gustavo Santaolalla con ayuda de una especie de digeridoo a modo de bastón, se acercó a una silla al centro del escenario, lugar que fue su cofa durante todo el concierto. Inició de manera mística e instrumental donde se pudo observar el abanico de instrumentos que lo acompañaban: contrabajo, xilófono, flautas, un Hammond, órganos, guitarras, campanas tubulares, percusiones y una batería con biombo de acrílico para no contaminar sonoramente a los demás instrumentos.
“Abre tu mente” y “Camino” dieron inicio al show de forma oficial, que aunque mantenía esa sonoridad ancestral con diferentes instrumentos, a la vez se notaba esa herencia de la música argentina del que Santaolalla es parte. En “Quiero Llegar” fue aún más notoria esa escuela, nos remontó por momentos desde la tradición de Piazzola hasta el progresivo de Spinetta.
El blues se hizo presente con el clásico “Todo Vale”, manteniendo el mismo groove pero en un espacio más contemplativo y con la frase: “Llegamos solos y nos vamos solos” nos cuestionamos nuestra mera existencia con “A Solas”.
El momento clímax de la noche: Santaolalla tomó su fiel ronroco, instrumento andino que lo ha acompañado y guiado a lo largo de su carrera hacia la cumbre de los galardones. Habló acerca de sus inspiraciones para dentro del campo de los soundtracks e hizo mención especial al mexicano Alejandro González Iñárritu, con quien trabajó para la película Amores Perros. Siguió con “De Ushuaia a la Quiaca”, parte del soundtrack de Diarios de Motocicleta.
Con aires melancólicos y con la noche bien establecida en el ambiente, se escucha mencionar a Santaolalla: “Seguro todos conocen esta”, para resonar las primeras notas de “The Last Of Us”, tema principal del reconocido videojuego homónimo y unos de los momentos que más estábamos esperando desde hace dos años, cuando canceló su presentación del 2020 a raíz de la pandemia.
Siguió “Mañana Campestre”, canción con la que Gustavo resaltó su importancia en las escuelas en Argentina, donde se las enseñan desde niños, seguida de “Ando Rodando”. En preparación para el desenlace y acompañado solo con un tambor y los aplausos del público, Gustavo declamó “No Sé Qué Tienen Las Penas” de manera muy cruda y emotiva que erizó cada uno de los poros del público.
Concluyó el show de manera explosiva. Ilustraciones instrumentales que rozan con el latin de la mano de instrumentos más clásicos como el violín, se fusionaron en una conjunción precisa y perfecta. Una presentación emotiva, melancólica, dinámica; que guardaremos en el imaginario colectivo. Uno de esos días donde la fortuna nos brinda el poder de presenciar a uno de los más grandes genios musicales de latinoamérica: Gustavo Santaolalla.
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