Gustav Mahler redefinió cómo componer música en 10 sinfonías
Todos los conocedores de música clásica han al menos oído hablar de Mahler. Actualmente se le considera uno de los compositores más importantes en la historia de la música. Algunos críticos lo han puesto incluso más arriba que Beethoven como genio musical. La música de Mahler influenció no sólo el desarrollo y el futuro de la música clásica en los años posteriores, siendo inspiración para muchos prolíficos músicos como Dmitri Shostakovich, sino que su música también desafió a la época, las métricas, la instrumentación, orquestación, y a la música culta misma.
Mahler se desarrolló en una época complicada en un país complicado, pues gracias a sus orígenes judíos su capacidad para trabajar se vió limitada, así como su capacidad para escribir. Europa, y concretamente Alemania y Austria se encontraban en una época de transición a finales del siglo XIX, como si supieran que dos guerras mundiales estaban en camino, y se acabara la época de oro del romanticismo para llegar a un nivel más crudo y realista en las artes. Al nivel musical, Mahler representa este cambio, y se convierte en el puente que muestra las maravillas de la época romántica, y el terrible futuro de Europa en el siglo XX.
Cuando uno escucha a compositores como Bach, Mozart, Beethoven, o incluso contemporáneos a Mahler como Tchaikovsky o Rimsky-Korsakov y luego los compara con el compositor austriaco, puede apreciar que las diferencias son muchas no sólo a nivel –por supuesto de estilo o de las variaciones– que pueden existir en relación al sitio donde se escribió o a la escuela o la época, sino simplemente la música es diferente. Es algo nunca antes escuchado y que puede confundir si no se le tiene paciencia. Cambios abruptos en ritmos, en estilos, momentos de casi silencio donde predominan cuerdas leves para luego llegar a creccendos intermedios con percusiones e instrumentos de viento, con subidas y bajadas durante sus sinfonías. En todas las piezas de Mahler hay algo nuevo que encontrar, algo que nos recuerda de todos los movimientos musicales. Como un homenaje donde también se les rechaza a todos y se crea algo nuevo.
La vida, así como la música, de Mahler no fue nada fácil: nacido en una familia pobre de Bohemia, Mahler se tuvo que ver obligado a cambiarse de religión para poder convertirse en el director de la orquesta principal de Viena (ya que Mahler era judío y en aquella época eran un grupo fuertemente discriminado). Su música nunca fue aclamada completamente sino hasta pasada la segunda guerra mundial. Del mismo modo, a nivel personal, contó con una relación difícil con su esposa y perdió a una de sus hijas ante la fiebre escarlata, para posteriormente ser diagnosticado de una enfermedad del corazón y morir en 1911 a la edad de 50 años.
La vida ocupada y corta de Mahler no le permitieron componer mucho. Su obra consta de 10 sinfonías –la última inacabada–, algunas canciones y cuartetos. Sin embargo, la calidad de su obra compensa la cantidad, así como la innovación y los sentimientos que provoca en quienes la escuchan. Mahler solía escalar montañas en su tiempo libre y amaba la naturaleza, por lo que sus sinfonías son descripciones de lo que él veía y sentía en las montañas y en los bosques. Si el lector no ha escuchado nada de Mahler, es recomedable que encuentre un buen pedazo de tiempo libre, elija una sinfonía al azar y sea paciente a la hora de escucharla. No es un compositor fácil pero, si se le permite, puede descubrir la magia escondida detrás: la fuerza, los cambios, los instrumentos, el cómo fue una salida brutal para el siglo XIX.
Mahler es un compositor descriptivo: un compositor que logró crear vistas y sentimientos impresionantes en nuestros ojos a través de la música. También fue un músico que sirvió como transición del periodo romántico hacia el modernismo. Cuyas sinfonías han maravillado a críticos a expertos, e incluso a filósofos, como es el caso de Theodor Adorno. Los usos de distintos elementos pertenecientes a diversas eras musicales se pueden apreciar en sus sinfonías. Desde partes que recuerdan a danzas tradicionales hasta otras que tienen tintes más románticos o que incluso nos traen a Gershwin y a las grandes urbes que comenzaban a surgir en el siglo XX. Mahler nos permite viajar en el tiempo musical e histórico. Nos permite ver la ciudad y la naturaleza; la comprensión humana y la crueldad; la belleza y la tristeza. Mahler es como una estrella que seguirá brillando por mucho tiempo en el firmamento musical.