Cuando una enfermedad grave es diagnosticada, hay quienes optan por ver la situación como una oportunidad más allá de una limitante. Una oportunidad para acercase con los seres queridos, para retomar relaciones perdidas y para obtener el lado positivo de hasta las situaciones más trágicas.
La Caja Vacía —protragonizada por la directora Claudia Sainte-Luce— narra la historia de Toussaint, un inmigrante haitiano que llega a la ciudad de México después de casarse con Yazmín. Ambos tienen una hija y forman una familia que, eventualmente y por azares de la vida, termina completamente disuelta. La película retrata cómo poco a poco Toussaint se vuelve a encontrar con su hija y a través de un lapso no lineal, se cuenta la historia de ambos personajes. En un punto de la película se revela que éste tiene demencia vascular, lo cual lo vuelve completamente dependiente de su hija. Sin embargo, más allá de ser un obstáculo, la enfermedad les da la oportunidad de ser más unidos y encontrarse uno en el otro.
Claudia Sainte-Luce ha revelando en diferentes entrevistas que, complementada con partes ficticias, la historia es un retrato de la relación que ella llevaba con su padre. Es imposible para cualquier artista omitir un sello personal en sus obras, pero la directora no se limita a un simple sello y convierte sus largometrajes en libros abiertos que retratan fragmentos casi literales de su vida, como se pudo ver desde su ópera prima Los Insólitos Peces Gato.
El nombre del filme alude a que todos los seres humanos iniciamos siendo una caja vacía. Poco a poco, con las experiencias de la vida, ésta se va llenando de memorias, aprendizajes y vivencias que nos forman como personas. Pero alguien con una enfermedad como la retratada en la película, debe complementar lo perdido en esta caja con aspectos que se van reviviendo a través de una relación cercana, como la de un padre y una hija.