#FICM2016: La La Land

Jazz, amor, y sueños inalcanzables. Damien Chazelle tiene una narrativa notable en sus películas que se hizo visible por primera vez en Whiplash, una película acreedora de un Óscar y un sinfín de premios que le otorgó un reconocimiento mundial en el 2014. Dos años después, el director de apenas 31 años vuelve a la pantalla grande con una segunda obra maestra: La La Land.

Situada en Los Ángeles, la ciudad en donde los sueños se vuelven realidad, dos desconocidos encuentran su camino a través de un musical de muy buen gusto, en donde los cortes melódicos no rompen con la fluidez de la historia. Mia (Emma Stone) es una aspirante a actriz a quien le cuesta mucho trabajo conseguir un papel distinguido, mientras que Sebastian (Ryan Gosling) lucha contra la preservación de uno de los géneros musicales que, a su gusto, está en extinción. No obstante debe resignarse a trabajar como un pianista mediocre en restaurantes o en bandas de pop mainstream.

La La Land (2016) Sebastian (Ryan Gosling) and Mia (Emma Stone)

Ambos emprenden un camino en el que poco a poco van descubriendo el éxito y las consecuencias que éste conlleva. En la primera película de Chazelle se exhibe la determinación del personaje principal al optar por su carrera como baterista sin importar los sacrificios que tenga que hacer, incluyendo las posibilidades de una relación amorosa. Sin embargo, Emma Stone y Ryan Gosling retratan una versión más cruda de la realidad en la que varios factores se interponen para poder alcanzar una meta, descubriendo así, que no todo se puede tener en la vida.

Una vez más, Chazelle expone a personajes que son capaces de todo con tal de alcanzar sus sueños, pero los pone a prueba al demostrar que el rumbo de la vida está lleno de infinitas posibilidades, determinadas a través de decisiones cruciales. La La Land es un musical brillante con un soundtrack memorable y una historia digna de dos horas de lagrimeo constante.

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