Fotos por Katia García Por Eréndira Derbez
En todas las disciplinas artísticas, el papel de las mujeres a lo largo de los siglos, ha sido secundario. Somos las musas del escritor, las que posamos desnudas para salir anónimas en un lienzo, las que inspiramos historias y canciones. Somos personajes como Marianne de Cohen o Johanna de Dylan, pero en el imaginario no somos las artistas. Y es que estamos ahí, presentes, pero nunca somos mayoría en el escenario.
Las cosas han cambiado poco a poco, no podemos negarlo, pero falta mucho por lograr. Es por ello que espacios como RUIDOSA Fest son tan importantes. RUIDOSA es un festival feminista que tiene como meta promover la participación de las mujeres en la industria musical. Nacido en Chile y organizado por Francisca Valenzuela, aterrizó este fin de semana en la Ciudad de México y llegó con todo: conciertos, paneles de conversación, mesas con organizaciones como GIRE, Equis Justicia y, por supuesto, fiesta.
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Las cosas han cambiado, no podemos negarlo, pero falta mucho por lograr. Los headliners de los festivales y los grupos, por mucho están compuestos por hombres. Si bien, Ibeyi y Savages ocuparon un espacio importante en el cartel del mexicano Vive Latino de este año -y de otros festivales en el mundo- tenemos que replantearnos la representación que tenemos las mujeres en el mundo de la música. Hay muchas batallas por enfrentar. Que exista un festival donde las mujeres son protagonistas nos habla de la necesidad de abrir espacios que están cerrados.
En el mundo del espectáculo una mujer debe de tener talento pero también cierta apariencia: joven, guapa, bien vestida… perfecta. La mujer es “vista como carne”, opinó Larissa Carpinteyro de Sony en el foro del Centro Cultural de España, porque “tiene que peinarse de cierta manera, vestirse de cierta manera, tener las chichis de cierta manera”.
La sala del edificio novohispano primero fue un espacio de conversación y luego se transformó en uno de conciertos. Ximena Sariñana la inauguró con su teclado, luego llegó la argentina Daniela Spalla y después Vanessa Zamora. Las tres cantaron a sus amores y desamores, tocaron solas, fuertes y poderosas en la escena. El lugar es pequeño para un concierto, lo cual hizo que fuera de alguna forma más personal, más íntimo.
En el turno de la chilena Francisca Valenzuela los ánimos empezaron a cambiar mientras caía la tarde y varios que escuchaban sentados se pararon a bailar con el sonido de su voz y los teclados de su grupo. Después con The Butcherettes la energía de Teri Gender y su performática personalidad dio paso a otros ritmos.
En la sala de madera, concreto y metal empezaron a resonar las rimas subversivas de la chilena Planta Karnívora y por último entre proyecciones y vestuario, la modelo, diseñadora, cineasta y cantante Zemmoa hizo bailar y gritar al auditorio. El glam de la inigualable Zemmoa nos hizo recordar que el género está en constante construcción, es, como dice Butler, un performance -cabe mencionar que en el mismo Centro Cultural de España está la exposición Lo que se ve no se pregunta, ideal para reflexionar sobre las identidades trans-.
La primera edición de RUIDOSA en México tiene un balance muy positivo, pero hay cosas que mejorar, como que la acústica de la sala no es precisamente ideal, que quizás sería mejor en un espacio más grande para albergar a más escuchas, y que la gran mayoría de las mujeres en el escenario fueron mujeres blancas, lo que también nos habla de la escena musical: ¿a qué géneros y fenotipos se les da espacio?
Pero en términos generales fue una muy buena propuesta que se debe de repetir y replicar. Este sábado recordamos que lo artístico y lo político van de la mano y que de ningún modo “calladitas nos vemos más bonitas”... hay que hacernos escuchar.