Aborto: cuestión de autonomía
El aborto es un tema conflictivo. Hay demasiadas aristas presentes y mucho maniqueísmo alrededor del asunto. Históricamente, desde hace muchos siglos las mujeres sólo eran sujetos gestantes, es decir, cuerpos que podían embarazarse y parir hijos, su rol social era el de madres, esposas y/o acompañantes de los hombres.
Por muchos siglos, las mujeres no han tenido poder sobre sus cuerpos, ni espacios políticos institucionales en los cuáles participar. La religión cristiana las definió como Eva o María, es decir, o encarnas el pecado o tu papel era el de santa virginal. Haciendo de la sexualidad un castigo; el disfrute del cuerpo en la mujer era considerado en contra de su propia naturaleza.
En el poder político la exclusión de las mujeres como sujetos de derecho era la norma. La Revolución Francesa, que valoramos como la entrada a la Modernidad, no significó una mejoría para las mujeres. Los Derechos del Hombre, eran eso, del hombre. Mientras que las mujeres que hondearon la bandera de la “Libertad, igualdad, fraternidad”, fueron relegadas a la casa y quienes no cumplieran a la guillotina. Olympe de Gouges quien escribió la “Declaración de Derechos de la Mujer y la Ciudadana” sufrió este destino de mano de los hombres que proclamaban un nuevo orden para el mundo.
Entonces, ni el mundo ilustrado moderno permitió a las mujeres el paraíso de igualdad que si buscaban para ellos. Afortunadamente, esto no es lo único que contar, las mujeres han buscado a lo largo de la Historia encontrar formas de resistencia y de organización, tal vez llamadas brujas y en tiempos más actuales, autonombradas feministas.
¿Por qué hablo de todo esto, para referenciar al aborto? El Estado Moderno pide argumentos para la legislación, sin embargo, va mucho más allá. El ideal del Estado Moderno es que el sentir y discernir de la sociedad se visualice en las leyes. Así el debate debe ir de la mano con una reflexión sobre quiénes somos las mujeres y qué queremos para nuestro futuro.
De este modo, el aborto versa sobre la autonomía de la mujer. La cual le ha sido negada históricamente, por medio de la culpa e incluso arrebatándole la vida. Es la mujer, quien es el cuerpo gestante y es ella, quién será la madre de esa futura posibilidad. La maternidad, debiese ser elegida y disfrutada, es decir, como consecuencia de un plan de vida voluntario.
Actualmente, la criminalización del aborto llega a ámbitos legales y punitivos por el Estado, el Grupo de Información en Reproducción Elegida (GIRE) revela que en el periodo enero 2007-diciembre 2016, a 83 personas se les dictó prisión preventiva por el delito de aborto, 44 de ellas son mujeres.
La prisión es la forma contemporánea de sancionar conductas desde una mirada punitiva. Que las mujeres estén en prisión por abortar (cuál sea que fuera el motivo) es, la hoguera actual. Se convierte en un mensaje del Estado, que declara que la obligatoriedad de la mujer es ser madre, quiera o no. Lo cual es una contradicción, cuando el Estado-nación moderno y democrático debiese ser el protector de los derechos humanos por la búsqueda de una vida de bienestar y autodeterminación.
El aborto no es un fin en sí mismo. Es una opción por la que las mujeres pueden elegir. Serán ellas, seremos nosotras quiénes discernamos sobre nuestro futuro, sobre cuándo o sí queremos ser madres.
La posibilidad de que el aborto sea legal y seguro, garantiza que ninguna mujer muera por el hecho de tomar esta decisión y que ésta no sea diferenciada. Pues en contextos de ilegalidad, son las mujeres pobres las que son obligadas a abortar en condiciones terribles que las pueden llevar incluso a la muerte. La legalidad, no obliga a nadie a abortar. Sólo permite que quiénes desean hacerlo, no sufran consecuencias a su salud.
El aborto, ha traído como consecuencia la construcción de redes de mujeres para mujeres. Donde existe el acompañamiento y la información certera, científica, sin matices religiosos o que busquen atormentar a la mujer. Estas redes, son un ejemplo de la ruptura del pensamiento de que las mujeres somos enemigas de nuestro congéneres, y al contrario, son colectivos que desde el activismo hasta los lazos afectivos intentan acompañar a las mujeres en esta decisión. Por ejemplo, Fondo María, Marie Stopes o M de Mujer.
La lucha por el aborto seguro y legal, tiene que ver por el deseo de una sexualidad informada y disfrutada, por la posibilidad de decidir si la maternidad es el deseo de la mujer, por incorporar las cuestiones sobre la salud reproductiva de la mujer como un asunto de salud pública y por tanto, responsabilidad del Estado. Esta lucha es sobre la construcción misma de qué es ser mujer y cómo queremos actuar en el mundo.
* Este artículo es una reflexión personal de Ekatherina Sicardo, alumna de La Ibero en Historia del Arte y a quien encuentras en Twitter como @Arant_xa