En un mundo donde lo visual ha superado los demás sentidos resulta complejo el traslado de lo más profundo y salvaje de las selvas tropicales a un árido infierno arenoso, en escenas que sólo podrían ocurrir en el celuloide. Para muchos la música puede ser un escape, pero en ciertas ocasiones la música trae un recorrido trasatlántico necesario desde el momento en que se oprime play.
A la primera escucha, en Django Django se materializa una banda de los sesenta atrapada en un reloj que regresa para aprovechar los avances tecnológicos y carga consigo detalles de cada década y continente posible. Django Django no es una banda indie ni experimental: es una ensalada psicotrópica de loops espaciales, guitarras folk y beats al ritmo de fúricos caballos. La receta secreta quizá sea lo meticuloso de su música; de segundo a segundo la carga sinestética entrega el paquete completo (no por nada les llevó casi tres años desde su formación presentar este debut). El baterista y productor Dave MacLean (hermano del tecladista de The Beta Band, John MacLean) se imagina que vive en la luna al componer, cosa que ciertamente explica lo ecléctico y excéntrico de Django Django.
El primer escenario que se presenta es una selva al amanecer: ranas, grillos y aves exóticas hacen música en las orillas de ríos burbujeantes y tambores tribales que se entrelazan poco a poco con “Hail Bop”, una anunciación in crescendo de la forma que tomaría una colaboración de los Beach Boys con Pink Floyd. Lo que sigue es la cúspide de su sonido: acordes de la psicodelia setentera y espirales extraterrestres se complementan con el color del pandero, haciendo a “Default” el punto más divertido del viaje. Las influencias pasan desde los Beatles hasta a Miami Horror, con melodías que dan la sensación de estar encerrado en una lavadora. Esto se aprecia en tracks como “Zumm Zumm” y “Waveforms”, mientras que en “Hand of Man” tiran por la borda todo lo que creíamos ya saber sobre el sonido de la banda.
A partir de “Love’s Dart”, el trote de un caballo en lo solitario del desierto refleja una libertad indeseada: “Love’s dart no longer shot/ you remember about the girl with the golden hair”, quizá la canción más plana del disco en lo musical, pero emocionalmente la más sincera, que sirve de antelación a una persecusión cowboy. La sirena de emergencia y los lobos anuncian la canción más completa del recorrido, 'Wor", mientras reducen los puntos de tensión extrema a la calma e incertidumbre con la precisión de The Ventures.
Tommy Grace, tecladista de la banda, fue el realizador del arte de la portada de Django Django: una superposición de dunas desérticas, un abanico de tonos ácidos y un símbolo que bien podría ser una reinterpretación propia del Om. El frente del disco y, por tanto, el inicio de la producción, profetiza lo que queda al final del viaje: un desierto, camellos hundiéndose en arena y la voz de Cara Tolmie completando las escalas orientales en “Skies Over Cairo”.
Aunque en un principio parecieran haber demasiadas divisiones genéricas y que quizá sonaría más a compilado que a un solo concepto, la esencia artística es la misma durante 45 minutos, un círculo tejido delicadamente con un final inesperado. Innovación y excentricidad no siempre significan mejora, sin embargo Django Django encontró la vía exacta para concretar influencias con ingenio, todo en un viaje redondo.