Celebrar sin pena. Refugiados LGBT+ en Kenia
Más de 200 personas se reunieron este sábado 15 de junio en la primera celebración del Orgullo LGBT+ dentro de un campo de refugiados en Kenia. Siendo el tercero más grande del mundo, conocido como Kakuma, alberga a más de 185,000 personas que han tenido que abandonar su país de origen por motivos de conflicto armado, guerra, persecución o desastres naturales. En pocas palabras, su gobierno ha sido incapaz o indispuesto a proteger sus derechos humanos.
Muchos refugiados dentro de este campo huyeron de Uganda, país donde la homosexualidad está penada por la ley. En el 2014 se aprobó temporalmente una ley conocida como Muerte a los Gays (Kill the Gays Bill) que estipulaba que cualquiera que mantuviera relaciones sexuales con una persona del mismo sexo, se les podría enviar a la cárcel con cadena perpetua (ley derogada por el congreso por problemas en la forma de redacción). Sin embargo, las personas de la comunidad LGBT+ son acechadas por la sociedad y el gobierno, imposibilitando la construcción de una vida plena y la libre decisión de con quién estar o amar.
En Kenia ser gay también es ilegal, pero la mayoría de estos refugiados esperan reubicarse en otro país en dónde sus derechos se respeten. En África más de 38 países prohíben la homosexualidad y la castigan con años en la cárcel o multas elevadas.
El Festival de Orgullo en este centro de refugiados estuvo lleno de competencias, partidos de fútbol, pasarelas de moda y actuaciones emotivas, además, por supuesto, de una marcha en las zonas seguras del campo. Este festival se logró gracias a aportaciones voluntarias de personas de todo el mundo. El dinero se le entregó a los organizadores del evento mediante una campaña de GoFundMe.
Activistas, representantes de Naciones Unidas e incluso, funcionarios de Kenia, se reunieron con algunos refugiados para celebrar la diversidad; un evento necesario en un mundo de múltiples manifestaciones sexo-genéricas. Esta marcha también funcionó para recordar al resto de la comunidad los retos emergentes que enfrentan estas minorías, especialmente en países como Kenia, donde sus derechos son nulos y existe un largo camino que recorrer.
"Somos la voz de los que no tienen voz, nosotros hemos salido a decirle a la gente que no somos peligrosos ni les haremos daño, sólo somos seres humanos".
Mbazira Moses, Organizador del evento
Aunque se logró festejar la inclusión, dos refugiados fueron atacados durante el día: un activista trans y una lesbiana, quienes tuvieron que ir al hospital por los golpes que recibieron. Se contrató seguridad para el evento y se aislaron a todos las personas que se manifestaron en contra del evento. Aun así, se escuchaban gritos derogatorios y les escupían a los manifestantes.
A pesar de que fue una celebración pacífica, se observan patrones de hostilidad, homofobia, discriminación e incluso odio. Desde la marcha, muchos de los organizadores han recibido amenazas de muerte y agresiones físicas. Sin embargo, ellos no pretenden cambiar o esconder sus diferencias por miedo, por el contrario, festejan su visibilidad. No dejan de estar orgullosos y desean alcanzar la libertad.
La celebración del Pride no solo es una fiesta llena de banderas de colores, actividades divertidas y gente bailando en carros alegóricos. Es una oportunidad para recordar a todas las personas que siguen luchando por el cambio, a pesar de la discriminación y la violencia que se vive en todo el mundo.
Marchar y manifestarnos nos enseña el poder de la resistencia y la tenacidad que nada contra corriente en un mar de intolerancia. Todos amamos y merecemos amar. Las únicas personas que deberían de sentirse avergonzadas son aquellas que juzgan y discriminan a otros. La intolerancia nunca será aceptada. No podemos ni dejaremos que nos quiten el orgullo de expresar lo que realmente somos, una sociedad que necesita inclusión.
Millones de personas siguen escondiendo su sexualidad. En cinco países la homosexualidad se castiga con la pena de muerte. 70 países, incluido Kenia encarcelan a personas por su orientación sexual. ¿Y todavía dicen que no es necesario marchar?