Hay sopa en la sonrisa de la Mona Lisa: Activismo climático y arrojar comida al arte
Si hace dos años nos hubiesen preguntado qué relación tiene el arte y la sopa, habríamos hablado de las “Latas de sopa Campbell’s” pintadas por Warhol y no de activismo climático. En la actualidad, con los múltiples videos que se publican sobre manifestantes ambientales lanzando comida a las obras de museos del mundo, surge la pregunta: ¿Qué tiene que ver el activismo ambiental con el arte?
Pensemos en la más reciente de las manifestaciones ocurrida el 28 de enero de 2024 en el Museo del Louvre en París. El movimiento Riposte Alimentaire (Resistencia alimentaria) le tiró sopa de calabaza a “La Mona Lisa” (que estaba protegida con un vidrio antibalas, o en este caso anti-papilla).
Esta estrategia tiene la intención de poner los reflectores sobre “La Gioconda” para ampliar su mensaje sobre la alimentación sustentable, solicitando al gobierno francés que se añada la comida a la seguridad social con una tarjeta de 150 euros al mes.
En medio de la protesta, las dos activistas le preguntaron al público: “¿Qué es más importante? ¿el arte, o el derecho a tener comida saludable?”.
Par leur action non violente, Sasha (24ans) et Marie-Juliette (63ans) exigent la mise en place d'une Sécurité Sociale de l'Alimentation Durable. [2]
— Riposte Alimentaire (@riposte_alim) January 28, 2024
👉https://t.co/FLzMmVW4tW@SocialeAlim #SSAD #Alimentation pic.twitter.com/i4YS6VrrRX
En el video se puede ver como ya hay un protocolo establecido en el museo para estas situaciones. En tan solo 20 segundos, los guardias sacaron unos biombos negros para tapar a los manifestantes. Este operativo, tan naturalizado en el Louvre, nos habla de lo habituados que están a estas manifestaciones.
¿Cómo surgen las protestas del llamado ecovandalismo?
Las manifestaciones originalmente no usaban comida, sino sus cuerpos. En julio de 2022, activistas del grupo inglés Just Stop Oil (Solo paren el petróleo) se pegaron a pinturas en museos de todo el Reino Unido. En la Galería de Arte de Manchester se adhirieron a una obra de Turner; en la Galería de Courtauld a un cuadro de Vincent van Gogh y en Glasgow a una pieza de Horatio McCulloch.
El acto más reconocido en ese momento ocurrió el 4 de julio en la Galería Nacional de Londres, cuando intervinieron una pintura por primera vez. Al paisaje “The Hay Wain” de John Constable le interpusieron una imagen que altera la misma escena con una realidad distópica: aviones volando, camiones soltando humo y árboles quemándose y sin hojas.
Tres meses después, en la misma Galería Nacional de Londres, el grupo le lanzó sopa de tomate a “Los Girasoles” de Van Gogh. Su objetivo era presionar al gobierno británico para que impusiera una moratoria sobre los nuevos proyectos de extracción de gas y petróleo.
En ese momento la discusión se planteó entre los que no encontraban la relación entre el cambio climático y estas acciones en oposición a personas como la directora del Fondo de Emergencia Climática, Margaret Klein, que catalogó el suceso como “La acción más efectiva en ocho años del movimiento ambientalista”.
Después de estos actos, distintos grupos alrededor del mundo empezaron a utilizar estas prácticas para hacer eco a sus discursos.
🛑🛑 ÚLTIMA HORA
— FuturoVegetal🍒 (@FuturoVegetal) November 5, 2022
Nos pegamos a “Las Majas” de Goya en el Museo Del Prado.
La semana pasada la ONU reconocía la imposibilidad de mantenernos por debajo del límite de aumento del Acuerdo de París de 1.5° de temperatura media respecto a los niveles preindustriales. pic.twitter.com/0buAMbeziJ
En noviembre de 2022, dos activistas del grupo Futuro vegetal escribieron +1,5 C° al lado de “La maja desnuda” y “La maja vestida” de Goya, haciendo alusión al límite de temperatura al que se habían comprometido diversos Estados en los Acuerdos de París. Posteriormente, se pegaron al marco de las pinturas.
Ese mismo mes, en Noruega, el grupo Stop Oil Exploration (Paren las exploraciones de petróleo) intentó pegarse a “El Grito” de Munch, pero la seguridad del Museo Nacional de Oslo los detuvo antes de que lo consiguieran.
En mayo de 2023 Martin y Johanna Smith untaron pintura en la base de “La pequeña bailarina de catorce años” de Degas en Estados Unidos. Al hacerlo Martin dijo: “lo siento”, para luego sentarse con Johana y decir que si se comparara la edad de la tierra con la edad que tiene él (53 años) solo le quedarían al planeta cuatro días de vida.
¿Por qué atacan las piezas de arte?
Las reflexiones sobre la práctica artística en estas protestas varían entre los distintos grupos y expertos. Organizaciones como Respuesta alimentaria quieren que la justicia alimentaria prevalezca sobre el arte; pero Just Stop Oil cree que estas mismas acciones protegen al arte:
“El arte es precioso. Compartimos ese amor profundamente. Lo que queremos es tener un futuro en el que la creatividad humana todavía sea posible. Estamos terriblemente cerca de perder eso, así que tenemos que romper las reglas. Eso significa presionar botones culturales para provocar, desafiar y conmocionar. No hay otra manera”
Página web de Just Stop Oil
Hay también figuras como Favianna Rodríguez, directora del Center of Cultural Power, que en una entrevista con National Geographic catalogó a estas protestas como arte en sí mismo. Para ella es como el teatro, creando una contra narrativa sobre el cambio climático. Podríamos pensarlas incluso como una mezcla entre Pollock, la comida y el ambientalismo.
¿Qué han logrado?
El objetivo en común de estos manifestantes es que su voz llegue a la mayor cantidad de ojos y oídos posibles. Frente a esto podemos admitir que sus acciones son conocidas por miles de personas alrededor del mundo. Medios internacionales como The Guardian, CNN, Washington Post y también nacionales como El Excélsior y El Heraldo, han cubierto el tema en sus portales. La cuestión es si las discusiones que se tienen sobre las protestas son en torno a las prácticas o en torno a sus mensajes.
Las noticias se suelen enfocar primero en el contexto de la obra, en cómo se perpetúan los ataques e incluso en cómo son castigados los manifestantes y pocas veces se explica el propósito de estas estrategias. Las conversaciones se centran en si las protestas son buenas o malas, si sirven o no, pero no en qué daño generan las excavaciones de petróleo o la importancia de la salud alimentaria.
En términos políticos, Just Stop Oil por ejemplo, no logró ejercer la presión suficiente. En febrero de 2023, el gobierno británico anunció la construcción de un campo de excavación petrolífera en el mar norte, argumentando que el motivo era bajar los costos en las facturas de eléctricas. Esto no significa que el gobierno británico tome las acciones de este grupo y su influencia como algo mínimo; tan solo entre octubre y diciembre de 2023 la policía de Scotland Yard hizo 630 arrestos de este grupo. A 328 les fueron imputados cargos de vandalismo.
Frente a las otras organizaciones se tendrá que analizar en el futuro si Riposte Alimentaire consiguió el subsidio alimenticio o si Stop Oil Explorations transmitió su misma desesperación a la gente. Lo que queda hoy es la reflexión que dejan los mismos manifestantes: “Sin un mundo no hay humanidad que pueda usar la creatividad”, que se contrapone a otra en la que el arte debe cuidarse como documento de la humanidad e intentar destruirlo, también se podría considerar destruir a la humanidad en sí misma.