¿Y ahora qué?: entrevista con Wonder Ponder

¿Y ahora qué?: entrevista con Wonder Ponder

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Las cajas son misteriosas por naturaleza y, como me ocurre seguido, hace unos días me llegó una a la puerta de mi casa: “¿Y ahora qué?” Desenvolví rápidamente el paquete que carecía, con razón, de la etiqueta “frágil” y, a diferencia de otras veces, en esta ocasión, la caja misma era el contenido valioso del envío: Mundo cruel (Sexto Piso 2017), un libro-objeto de “filosofía para niños” sobre la crueldad.

Mientras miraba y leía las tarjetas que contiene la caja, tarjetas que de una lado muestran una escena ilustrada, y del otro, un cúmulo de preguntas, llegó lo que siempre le sucede a toda caja que llega a mi casa: la llamada de un desconocido. En esta ocasión, el desconocido me citó en Centro Horizontal para entrevistar a las creadoras de la caja: Ellen Duthie, Daniela Mondragón y Raquel Martínez, mejor conocidas como Wonder Ponder.

Cuéntenme ¿de qué necesidades partió Mundo cruel?

Ellen: partió de necesidades reales, en un aula concreta con niños de cuatro años con los que yo hacía sesiones de diálogo filosófico. Por lo general, utilizaba libro álbumes infantiles que tienen la virtud de ser cortos y complejos. Pero llevaba mucho tiempo pensando que una de las formas más interesantes para que los niños de esas edades y los mayores comiencen a formar sus propias definiciones de cosas es mediante la comparación. Si queremos analizar qué es la crueldad conviene comparar muchos casos distintos y ver sus matices. Entonces, fui describiendo una lista de escenas que podrían provocar esa comparación y se las pasé a Daniela, ilustradora y amiga, y me ayudó a prepararlas para una sesión con los niños. Cuando las llevamos, vimos un enganche inmediato; los niños, sin que yo tuviera que fungir como mediadora, se preguntaban “¿Qué está pasando? Mira la niña está matando una hormiga, ¡y con un lápiz! ¿por qué?” Generaba un diálogo espontáneo que iba de la descripción al juicio, al desacuerdo, al diálogo. Este proceso espontáneo de producir discusiones entre niños pequeños me pareció sorprendente y pensamos que con eso había que hacer algo.

El primer libro que hicimos. Mundo cruel, surgió también porque desde el momento en el que los niños comienzan a andar son víctimas, agresores y testigos de su propia crueldad y la de los demás. Desde pequeños están intentando navegar las instrucciones y reprimendas de los adultos, ellos quieren saber dónde colocarse, quieren saber qué es aceptable: es una investigación de los límites de su propio comportamiento. Es un proceso que ocurre y que lo que estamos haciendo con este libro y los que le siguieron es estructurarlo y dar un espacio y un tiempo a pensar y a poner en palabras algo que ya está bullendo en sus cabezas. Aunque decimos filosofía visual para niños ponemos también mucha atención en que interpele y desestabilice al adulto, queremos que se haga una exploración conjunta.

El hecho de que no sea un libro encuadernado sino que esté construido por tarjetas sueltas llenas de preguntas sin un orden establecido hace que la lógica de la lectura sea inusual. Háblenme sobre el formato.

Daniela: el formato surgió porque al inicio había una mediación, es decir Ellen, ella iba poniendo la pauta en el diálogo entre los niños; pero cuando vimos que las tarjetas que hacíamos tenían buenos resultados, quisimos llevarlas fuera, a otros niños, y eso implicaba meter en el diseño la mediación y las pautas para que fuera accesible para cualquier tipo de lector.

Raquel: lo del orden de las preguntas fue porque queríamos que tuviera un aspecto juguetón. Las páginas descosidas te permiten sacar una, leer una sola pregunta y volverla a guardar en la caja. Este formato nos permite ser flexibles. No queríamos que fuera un examen, que hubiera una obligación de contestar a todo, y ese formato fue el indicado para evitarlo. Puedes agrupar las tarjetas por colores, por ejemplo y comparar escenas; o puedes ponerlas todas en la pared, hacer tu propio muro de la crueldad y unirlas a otras cosas, pegar escenas de revistas, otros dibujos, etc. Además, teníamos que hacerlo llamativo, simplemente el formato en caja era intrigante, las cajas son misteriosas por naturaleza, nuestros libros son una especie de cofre de los secretos, cajas de Pandora.

Ahora que mencionan la flexibilidad del formato en cuanto a las preguntas, me interesa el hecho de que, a pesar de que el formato ya tiene un sistema que guía al niño o al adulto, la disposición de las preguntas en completo desorden hace que no se obligue a los niños a seguir un razonamiento específico, las preguntas no están dispuestas para conducirlos a una conclusión. Ahora, ustedes describen su proyecto como “filosofía visual” y les pregunto ¿por qué creen que es pertinente que los niños se hagan este tipo de preguntas desde tan chicos y en qué escuela o que tradición de pensamiento se inserta?  

Ellen: yo llevo tiempo haciendo filosofía con niños y una de las cosas que he aprendido es que no les estás abriendo una posibilidad, sino que estás recogiendo algo que ya ocurre. Los niños se preguntan todo el tiempo y necesitan navegar el mundo; saber –no sólo en forma de norma– lo que está bien y lo que está mal, sino que necesitan analizar matices, porque no siempre está tan claro lo que es correcto y lo que no, no siempre es fácil decidir entre una opción buena y una mala, a veces tienen que decidir entre dos opciones espantosas y hay pocas oportunidades de reflexionar sobre esto en la escuela o en familia.

Hay una tradición de filosofía para niños, el pionero es Matthew Lipman, un americano que dedicó su vida a ver cómo podía mejorar el razonamiento pausado de los niños sobre todo en vista a que llegaran a ser adultos con capacidades críticas. Hay una tradición larga de eso. Nosotras, de alguna forma, nos insertamos ahí, compartimos muchos objetivos; pero también tenemos mucha conexión con un cierto tipo de literatura. Nos interesa la literatura como trampolín para el pensamiento.

Para cualquier ser humano, no sólo para los niños, es muy complicado generar juicios de lo que está bien y lo que está mal, y creo que una de las preguntas centrales, y más complicadas del libro, es cuestionarse si la crueldad es esencial o contextual. Ustedes proponen escenas que fácilmente generan esta pregunta. Eso me resulta muy atinado. Por otro lado, ustedes le dan un peso muy importante a la ficción en el libro a través de ilustraciones sin descripción, al no haber una descripción de lo que ocurre en cada escena, están permitiendo que el niño cree el relato de lo que ocurre en cada tarjeta, por lo que es la ficción la que posibilita el diálogo filosófico. ¿Cómo fue el armado de estas escenas, qué retos implicó su creación para permitir esta amplitud de lecturas?

Ellen: la ficción proporciona muchos puntos de vista muy interesantes, uno de ellos es que te distancia, lo cual te permite tener un diálogo en el que no tienes por qué descubrirte a ti mismo y tu historia personal de crueldad si no quieres, puedes sólo fijarte en la escena. No tiene que ser removedor necesariamente. Pero al mismo tiempo, también te permite identificarte de alguna forma si te apetece. Ese equilibrio entre el distanciamiento seguro de que estamos hablando de ficción –y por tanto podemos hablar libremente– y la posibilidad de que uno se identifique, crea un espacio de conexión de la ficción con la experiencia propia.

Raquel: los álbumes ilustrados por lo general son cortos y profundos pero para tratar un tema desde muchos puntos de vista, hicimos cada tarjeta como un pequeño álbum. Un rasgo importante es que Daniela siempre construye las escenas de manera que tú puedas imaginarte qué pasó antes y qué pasará después. Ese fuera de campo del presente y la motivación es muy fértil filosóficamente.

Incluso hubo trabajo de campo, las preguntas fueron probadas. Antes de publicar probamos cada una de las imágenes con un espectro muy grande de edades y de contextos y se hizo un test de qué lecturas provocan las imágenes y las preguntas.

Para un tema tan complejo como la crueldad, ¿cómo fue la configuración del tono?

Daniela: el tono es importante, en otros libros que tratan estos temas siempre hay un tono muy denso, muy oscuro. No necesariamente la gente se permite hablar más juguetonamente de temas como la crueldad, temas que parece que tienen que ser tratados con mucha solemnidad. Cuando ves en Mundo cruel colores muy alegres ya te están dando pistas sin que nadie te lo diga: esto no es para ponernos de luto. Es decirles de entrada que sí, es un tema complicado pero que es válido hablar de él y explorarlo.

Además de Mundo cruel, tienen otros dos libros, uno sobre identidad y el otro sobre libertad, ¿qué nuevos proyectos tiene Wonder Ponder?

Raquel: Estamos muy contentas de que Wonder Ponder haya llegado a México. Mundo cruel salió en España a finales de 2014; Yo persona, a mediados de 2015 y Lo que tú quieras, a finales de 2016, siempre estamos trabajando. Crear estos libros es siempre un trabajo muy fino. Creemos que la pregunta es un género literario en sí, entonces tardamos mucho en construir las preguntas y las escenas, es un trabajo muy cuidado que implica muchos lectores, traducciones, exploraciones. Ahora estamos preparando una nueva caja que será sobre realidad, imaginación y sueño, y saldrá el próximo año, se llamará “Pellízcame”. Estamos muy emocionadas. 

La literatura me llega siempre, de manera inevitable. En ocasiones su aparición es misteriosa –proviene de una llamada–, en otras, su advenimiento es claro, como la recepción de un paquete en la puerta de mi casa; pero, como casi todo lo que me resulta valioso o estimulante, la literatura me llega siempre en forma de un gran género literario: una pregunta, una pregunta que me hace sentir recienvenida.

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