La semilla que sembrada por The Stone Roses germinó pronto. Spike Island dejó el terreno preparado para que bandas independientes dieran eco a este sentimiento de libertad a través de la música. Muchos de ellos eran jóvenes que veían sus sueños reflejados en la figura de Ian Brown como un ídolo a seguir, que además tenían el mismo objetivo en común de convertirse en la mejor banda a nivel mundial.
El boom de The Stone Roses no duró mucho, quizá porque no tuvieron una continuidad inmediata a su primer álbum The Stone Roses (1989), sin embargo, el sonido y esencia del mítico bajo de “Waterfall”, mantuvo empapados los británicos campos de asfalto, tanto, que pronto esa neblina musical contagió a muchos otros músicos que también querían hacer eco con su propia propuesta y estilo. Uno de ellos fue Suede (el nombre de la agrupación está inspirado en la canción “Suedehead” de Morrisey).
Surgido en la escena independiente de Inglaterra, la banda se fundó en el año de 1989 por Bret Anderson (guitarra y voz) y Bernard Butler (guitarra). El sonido de Suede se caracterizó por un pop melódico claramente influenciado por The Smiths, pero al mismo tiempo fusionado con pesados riffs de guitarra y la sofisticada oscuridad inherente al glam.
Su primer álbum, Suede (1993), fue exitoso desde su salida al grado de tener el récord de ser el más rápidamente vendido de la historia del rock británico. El súbito éxito de su ópera prima fue el que probablemente generaría conflictos internos que decantarían en un pronto rompimiento durante la grabación de su segundo disco Dog Man Star (1994).
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Del otro lado del mundo, en Estados Unidos, la coyuntura de la escena musical de ese momento estaba dominada por el grunge que atravesaba su momento clímax. Grupos como Nirvana, Pearl Jam entre otros, proyectaban al rock hecho en América, como el movimiento musical y cultural predominante a nivel mundial. El britpop no sólo logró contrarrestar esta oleada norteamericana, su respuesta fue a través de la misma música y Suede, fue uno de los que tomaron una actitud pro activa con sus guitarras, además de manifestar en cada oportunidad el desinterés de lo que sucedía del otro lado del Atlántico. Claramente en una actitud retadora y a través de los tabloides ingleses, dieron fuertes declaraciones sobre la calidad de la propuesta musical proveniente del país de las barras y las estrellas.
Sin la existencia de Suede, quizá el britpop no se habría desenvuelto de manera ágil y tampoco habría tenido la misma aceptación en la escena de principio de los noventa. De haber sido así, es probable que el terreno habría sido sinuoso e inestable para bandas como Oasis, Blur, Pulp, entre otros agrupaciones de aquel momento.