'Sole': la soledad acompañada
Una adopción falsa, un mundo en el que el dinero es el mayor deseo y una simulación entre dos extraños.
Lena (Sandra Drzymalska) tiene siete meses de embarazo; llega a Italia desde Polonia con la posibilidad de vender a su bebé. Dado que la ley italiana prohíbe la maternidad subrogada, finge estar en una relación con Ermanno (Claudio Segaluscio), el supuesto padre del bebé. De esta manera, nos adentramos en la vida cotidiana de dos personas acostumbradas a la soledad.
Sole, primer largometraje de Carlo Sironi, utiliza el mar como acompañante de la pareja aislada e indiferente ante su situación. Desde el inicio, vemos las olas en doble exposición con Lena mientras baila; uno de los pocos momentos donde es capaz de fluir sin la constante preocupación de la adopción y la recompensa monetaria. Conforme la relación de ambos personajes se consolida, también Ermanno aparece fuera de foco observando el océano, siendo el único lugar donde puede salir de su rutina para repensar sus motivos tanto con Lena como con el bebé.
Así, el mar funciona como un recurso repetitivo que demuestra la separación que la pareja vivió con sus respectivos padres y, que a la vez, es capaz de unir dos historias para crear nuevos vínculos que en ocasiones negamos pero surgen de manera espontánea. De esta forma, se muestra una antípoda entre la negación o el acogimiento del bebé como hijo.
La indolencia de los personajes está presente durante la mayoría de la película. Sus expresiones son mínimas y los diálogos, sucintos. Sin embargo, la música tiene un peso dramático que convierte la poca expresividad de los dos jóvenes en una introspección a la trayectoria que han vivido antes de conocerse y durante su encuentro de tres meses. Entre escenas, la musicalización funciona como una transición continua donde, a pesar del cambio de día, vemos cómo todo sigue siendo rutinario, pesado y con la carga impaciente de dar fin al hipotético trámite de la adopción.
La película ítalo-polaca, se presentó en 2019 en el Festival de Cine de Venecia, al igual que en el TIFF. Ahora formó parte de la décima edición del FICUNAM como parte de una programación que sigue el lema “el cine que provoca”.