La naturaleza de un roadtrip es devorar kilómetros, paisajes y la sensación de escape. Sobre el asfalto se han encontrado las historias más fascinantes, tantos pasajes literarios resistentes a la prueba del tiempo y otros encuentros sin caducidad. Cuando conducir un auto representa abrir la brecha a estampas infinitas, podríamos imaginar cualquier escenario dónde conseguirlo: ciudad o campo, solo o acompañado, rápido o más rápido, lento...observado u observador del camino; el estilo lo construye cada quién en su propio cascarón metálico.
A decir verdad, poco nos importa el reconocimiento de un auto en las grandes vitrinas especializadas que califican - minuciosamente - las características (digamos "ficha técnica" para no vernos tan ajenos) de un auto. Hace unos meses cuando nos subimos al Mazda MX-5 probamos lo que cualquier persona común y corriente quisiera y podría decir como la publicidad más fiel entre usuarios: manejarlo es cómodo, se siente ágil y muy estable.
Así, a final de cuentas el usuario responde al sentido común, a la intuición de un enamoramiento alojado en ese reflejo instintivo al primer contacto con los pedales, espejos, volante, asientos y otros detalles. La experiencia a bordo del Mazda MX-5 fue como probarse un par de zapatos y emitir el gesto natural de comodidad; no hace falta mucho más verbo: sentirse versátil en un roadster feroz de nueva generación.
Ahora bien, sobre la misma carretera (o el carril del periférico/ viaducto), el roadtrip se construye igual pero diferente a bordo de un cascarón más acolchonado y sobrio como la Mazda CX3: una SUV que presume sus detalles como en una temprana franja de reflexión frente a lo intrépido del MX-5 referido unas líneas arriba. El sentido de gentileza y elegancia en la estabilidad transpira seguridad; entonces nos sentimos capaces y no menos tecnológicos o modernizados, hace falta un guiño para saberse de los que prefieren desfilar ante los reflectores asegurando cada paso.
Lo hicimos y lo volveríamos a hacer, coleccionar memorias ha sido el motor de esta experiencia, otro día nos ponemos finos con el tema técnico, aquí sólo un pizca semi-romántica de circular en Mazda.