Por @xime_goka
Todos quieren entregar algo diferente, escuchar algo diferente; sentir algo especial. Como escuchas y melómanos, cada nuevo play supone una nueva esperanza de ser asombrado y movido por la música.
Para Jon Philpot, cerebro creativo y gurú detrás de Bear in Heaven -después de entrevistas e intentos de conceptualizar lo que este álbum “es”- la intención de su música se resume en una muy sincera afirmación: “lo único que podemos hacer es eso; hacer que la gente sienta algo”
Después de tres álbumes bellos y caóticos (unos mejor logrados que otros) llega su última entrega: Time is Over One Day Old (Arts & Crafts México) : disco que presenta el sentimiento constante y existencialista; de que el tiempo siempre va un paso adelante, el futuro nunca llega y el presente es el pasado repitiéndose constantemente. Una rutina con destellos de vida.
El tiempo, como el nombre sugiere, es un tema recurrente y cíclico en el álbum, tema que va acompañado de las armonías que tanto nos tienen acostumbrados. Hay bajeo bonito, hay capas bellísimas y por supuesto, está la voz de Jon siempre intentando seducirnos. Pero como amantes cansados de un largo día de trabajo, hay algo que impide la completa inmersión. “Time Between”, primer sencillo del disco, es estruendoso, pero nunca llega ser explosivo. La melodía es típica, repetitiva; mucho quiere, pero poco puede. A veces se pierde en el fondo, como una reflexión demasiado pasiva. “Autumn”, la estampida selvática con la que empieza el álbum, se va apagando conforme el disco avanza, en una compleja bruma indistinguible. Hay destellos de vida en la rutina (como en todo); "Demon" es un golpe a punto de suceder y "You Don't Need The World" envuelve en una sutil y ligera melodía apapachadora.
Cualquiera que haya visto a Bear in Heaven en vivo sabe que la fuerza y el poder de su música sólo se pueden sentir por completo cara a cara. La seducción trazada por la voz y movimientos de Jon ( que se hallan escondidos en los álbumes) surgen para crear lo que bajo todo concepto es una presentación/performance exquisita. Quizás estemos ante un disco hecho para ser vivido en carne y hueso. Un fanático nunca pierde la esperanza.
Para Jon Philipot, el secreto para no estancarse a sí mismo y a al sonido que venía construyendo discos atrás - y que llegó a su climax en I Love You, It’s Cool era precisamente salir de la caja que con tanto trabajo confeccionó para crear algo nuevo. Los resultados de dicho esfuerzo se notan, y por desgracia, a momentos se sufren. Pareciese incluso que la rutina de la que tanto quería escapar, atrapó finalmente al oso en el cielo.