Fotografías de Paulina Lc
Cuando tuve conocimiento por primera vez del nombre de Ulises Carrión (Veracruz, 1941 – Ámsterdam, 1989) era octubre de 2013. Desde entonces, vi que mis contactos en redes sociales mostraban un gran interés por sus tratados teóricos-artísticos, específicamente El arte nuevo de hacer libros (Tumbona Ediciones, 2011), al grado de desarrollar proyectos que retomaban varios de sus puntos y técnicas de producción (post) literaria.
A lo largo del tiempo observé opiniones de amor, odio y comentarios pretenciosos de “Otro artista me parece más propositivo” pero sin mayores argumentos. Incluso, leí la discusión que sostuvieron Christopher Domínguez Michael, crítico de la revista Letras libres, y Heriberto Yépez, involucrado en el proyecto Archivo Carrión, por un texto donde el primero criticaba de manera muy conservadora al nacido en San Andrés Tuxtla. Sin embargo, nunca me empapé directamente de las propuestas de Ulises Carrión.
Decidí cambiar mi actitud y enterarme por mí mismo qué era lo que atraía y causaba tanto revuelo entre los lectores y artistas mexicanos. Así que visité la exposición Ulises Carrión. Querido lector. No lea exhibida en el Museo Jumex. Acompañado de la fotógrafa Paulina Lc, hicimos un recorrido por la sala 3 de dicho museo que exhibe el trabajo de quien primero fuera escritor y luego saltara a lo interdisciplinario.
El pequeño pasillo que te introduce a la sala de la exposición bien sirve como una especie de prólogo a lo que estás a punto de experimentar. Primero, la obligada semblanza del artista, seguida de una selección de tres videos y una de las pocas frases sentenciosas que revelan el espíritu de Carrión:
El material introductorio contiene además una selección bibliográfica. Se trata de sus primeros libros narrativos, La muerte de Miss O (Era, 1968) y De Alemania (Joaquín Mortiz, 1970); y también de las publicaciones literarias en la que Carrión llegó a colaborar, revistas ahora míticas como La palabra y el hombre, Revista Mexicana de Literatura y Plural.
En esta última, podemos encontrar la correspondencia que sostuvo con Octavio Paz, el entonces director de dicha revista, y que vale la pena detenerse a leer cuidadosamente, pues expone en claro las grandes diferencias entre el autor de El arco y la lira, el gran cacique de la literatura mexicana, y la joven promesa que ya no se siente cómodo dentro de los cajones estandarizados de la narrativa y la poesía:
Para mí cada texto es como un problema matemático: hay una incógnita por resolver. La incógnita es la posibilidad de decir algo. Las palabras son nada más los términos de la fórmula. La x, es la posibilidad de decir algo, y debe ser resuelta cada vez. Y hay mil maneras de resolverla. Y lo que hasta ahora se ha llamado poesía es sólo una de esas formas, y no la mejor.
Paz, dentro de su propia idea romántica de la poesía, piensa que definitivamente el resultado final de poema es la poesía como construcción perfecta e inmutable, inspiración divina. La cita anterior muestra a Carrión en su faceta más hambrienta por hacer algo distinto y notar que lo literario es sólo la repetición de formas y estructuras, por lo que decide develarlas y trabajar a partir de ello. Buscó sus propias respuestas y las múltiples posibilidades para producir su arte. Por lo mismo, si hay dos palabras con las que podría resumir la obra Carrión y que es la constante en Querido lector. No lea son forma y posibilidad. Esas dos palabras te acompañan hasta que abandonas el museo.
Tras haber superado este pequeño pero esencial pasillo, es que podemos comprender cada una de las distintas facetas y proyectos que Ulises Carrión llevó a cabo en Holanda, país donde residió hasta su muerte. Esta migración significó renuncia a la patria, a la literatura como forma de expresión artística y al español como lengua cotidiana, y así adoptar el inglés para difundir cada una de sus obras. De hecho, no deberíamos considerar esta exposición como el regreso triunfal de un hijo pródigo.
Siendo la literatura la disciplina más próxima a él, trabajó en una idea distinta al libro como contenedor de texto al transformarlo en un concepto donde el libro es una pieza de arte en sí. Ya sea llamado libro-objeto, libro-arte, arte-libro, Carrión elaboró piezas de escaso tiraje donde publicaba sus experimentos textuales, por llamarlos de alguna manera, como lo muestran sus libros Sonnet(s) y Congujations. Love Stories, y su correspondencia del Arte Correo, una sección donde vale la pena detenerse.
Lo que se encuentra en Querido Lector. No lea es parte de lo que en su momento se vendió en Other Books And So, tienda que puso a la venta estos ejemplares y que, más adelante, se convertiría en el archivo Other Books And So Archive, cuando decide dar por terminado el proyecto al que acabo de referirme. Estos trabajos colocaron a Carrión como un pionero en este tipo de arte al nivel mundial, al grado de ser reconocido principalmente por esta proeza. Sin embargo, la exposición recupera y subsana otras etapas del artista.
El archivo audiovisual disponible es amplio y la intención de atenderlo uno por uno en su totalidad es un reto. Considero que la proyección imprescindible es la que corresponde a T.V. Tonight, donde se expone en un video una especie de manifiesto de las cualidades artísticas de esta plataforma, más cuando se ve retroalimentada con la televisión. Sobre esta etapa, Heriberto Yépez en “Los cuatro periodos de Ulises Carrión”, dentro de El arte nuevo de hacer libros, dice que “se acentúan sus actividades como ‘estrategias culturales’ (en contraposición al concepto romántico del arte como expresión de ‘mundos personales’)”.
Con respecto al último gran proyecto de Ulises Carrión, lo siento un poco descuidado. Hablo de Lilia Prado Superstar, continuación de su proyecto donde investigó la fenomenología del chisme, en el cual hizo un festival de cine en honor a la actriz del Cine de Oro Mexicano, sólo para ver qué sucedería si alguien ya establecido en la farándula mexicana era colocado en un sistema similar pero ahora en Ámsterdam. Lo considero descuidado al no mostrar gran cosa más allá de algunos afiches, calendarios y fotografías, en los cuales no se muestra a ciencia cierta cuál fue el resultado. Tal vez sea un gancho para adquirir el tercer tomo del Archivo Carrión.
Una de las conclusiones que podemos obtener de esta exposición, es que el genio de Carrión estuvo basado en su intención por proporcionarse él mismo las respuestas a sus necesidades artísticas, pero sin llegar a absolutismos. Así como para él la poesía no era la forma perfecta de un texto, la intensión era pasar rápidamente a otro punto, no casarse con las fórmulas que iba desnudando. Como dice nuevamente Heriberto Yépez: “Gustaba de recorrer de distintos espacio-tiempos y practicar la pertenencia efímera a distintas zonas culturales”. Lo efímero se volvió parte de su poética.
Por último, me era importante enfatizar y extenderme en el inicio de la exposición porque el visitante puede perderse fácilmente en un intento por avanzar lo más rápido posible en la vasta cantidad de material disponible. Estando conscientes de que forma y posibilidad se repiten como tema central en cada proyecto, por ejemplo en The Poet’s Tounge y The Death of the Art Dealer, permite ver que van más allá de una simple repetición sonora de palabras, en el primero, o un hombre con un monitor moviéndose igual que la cámara de la película que proyecta, en el segundo. Veo en el desvelamiento de la estructura que construye las obras elegidas un trastrocamiento para mostrar otra cara de las mismas, no necesariamente con un significado fijo, pero que hace de la obra de arte un ente vulnerable.
Por cierto, vayan bien abrigados, que en el Museo Jumex hace frío. Esta exposición estará disponible hasta el 30 de abril de presente año.
Agradecemos al Museo Jumex por las atenciones y facilidades proporcionadas para la realización de esta reseña.