Por: Dulce González @Infor_Maria De acuerdo a Mariluz Garay, Profesora de Comunicación en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), los términos Lord y Ladies, surgen a raíz de un prejuicio social, es decir, que se les denominan así por su desahogada condición económica. Pero no es todo, también comenta que la “gracia” de estos personajes, es que son frecuentes asiduos de la corrupción mexicana.
Pareciera que es un tema humorístico y sin gran envergadura, sin embargo, no lo es. ¿Por qué? Remontemonos al 2013, cuando una joven que se encontraba en un restaurante de la colonia Roma, agredió e insultó a la señorita del restaurante parloteando que su papá era el entonces titular de la PROFECO, Humberto Benítez Treviño, motivo por el cual se le adjudicó el cetro #LadyPROFECO.
Posterior a esto, han surgido casos similares como Lady Polanco, Gentleman de las Lomas, Lord Ferrari y la célebre Lady 100 pesos; todos ellos comparten las constantes de: prepotencia, nepotismo y corrupción; por lo que no alcanzamos a comprender ¿cómo un título nobiliario, se reduce a seudónimos vulgares que enaltecen conductas deplorables practicadas reiteradamente por la sociedad mexicana? Muy probablemente, la desigualdad e impunidad sean nuestras respuestas.
Por otro lado, no todos los títulos adjudican a personajes abusivos, tal es el caso de #LadyBullying (una humillante “novatada” a una menor), o #LadyCajero una peculiar dama que resguarda a una mujer haciendo una operación, mediante un improvisado suéter.
Al parecer, inicialmente el uso de estos nombramientos era para denunciar actos considerados injustos, sin embargo ya se ha roto con ese esquema y ahora podemos esperar cualquier cosa que resulte de la intersección Lady/Lord y un campo de objetos y acciones cotidianas como tlayuda, canica, cableras, lavandería, hamburguesa, pasaporte, etc.
En fin, es lamentable tanto idolatrar actos de superioridad y abuso, como de humillación. Existe la posibilidad de que nunca podamos suprimir este tipo de personajes, probablemente tampoco paguen las consecuencias de sus actos. ¿Quién sabe? En una de esas nos conviene ser una monarquía en lugar de una república.