Poncho: el oaxaqueño que triunfa en Los Ángeles con sus tlayudas
Fotos: Instagram @ponchostlayudas
Todos los viernes, en el 4318 de la South Main Street de Los Ángeles California, Poncho atiza el fuego en el asador y prepara la carne, el quesillo y demás ingredientes de sus famosas tlayudas oaxaqueñas, acompañadas, además, con su toque especial: un pedazo de moronga receta de su suegro.
Su sazón es tal que el diario The New York Times y otros medios especializados como Eater y L.A. Taco han escrito al respecto, y entre sus clientes se encuentran oaxaqueños radicados allá, personas de diferentes nacionalidades, chefs, políticos y famosos de Hollywood, como compartió en entrevista con Ibero 90.9.
“Cuando escribió Eater LA empezaron a llegar más clientes, fue como un portón de cantina que de repente se abre y ves un chingo de cosas diferentes. Empezamos a llevar comida a los after party, después a la compañía Yola mezcal, que trabaja con los actores de Hollywood, gracias a ellos Ponchos Tlayudas está sobreviviendo y sobrevivió en la pandemia”.
Alguna vez, dice, llevó comida a una fiesta donde estaba Daft Punk. La posibilidad de llevar comida a fiestas y demás, lo ayudó cuando tuvo que suspender la venta de Tlayudas en el lugar de siempre, debido a la pandemia.
“Cuando se cerró todo por la pandemia empezamos a hacer tamales y algunos actores de Hollywood vinieron aquí, probaron y ordenaron. Cuando se puso en línea la venta de tamales se acabaron en media hora, y no sé a qué horas vino alguien de Los Ángeles Times, comió de nuestros tamales e hicieron una nota”.
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La historia de un oaxaqueño que empezó con la música:
Poncho es originario de Santo Domingo Albarradas, Oaxaca. De pequeño se fue a estudiar música a un internado de Tlahuitoltepec, y en ese tiempo tomó conciencia de que no sabía cocinar nada, ni un huevo, por lo que pidió a las cocineras de la escuela que le enseñaran el arte de los alimentos. Ellas accedieron con la condición de que primero acabara la tarea.
“En nuestras comunidades, en muchas, no quiero decir nada más que en la mía, creen que la cocina es nada más para las niñas, y los niños tienen que estar afuera barriendo, limpiando, ir a trabajar”.
Escucha el reportaje en audio aquí:
Al salir de la escuela se dedicó unos años a la música, acompañando a diferentes bandas con las que pudo conocer Oaxaca y varias partes de México tocando instrumentos de viento como el clarinete, este trabajo le permitió llevar una vida tranquila económicamente hablando; sin embargo, la curiosidad por quienes habían viajado al otro lado -entre ellos su hermano- y el deseo de construir una casa propia, lo hicieron migrar hacia EU en 1999. Cuando ya estaba en la frontera, quienes iban a ayudarlo a cruzar desaparecieron, por lo que tuvo que encontrar otra manera de llegar al otro lado.
“Después encontré personas que se dedican a eso y me preguntaron “¿para dónde?”, respondí que a Los Ángeles, me preguntaron si ya había almorzado, respondí que no y fuimos. Dos semanas después fue que llegué a Los Ángeles”, recuerda.
Su primer trabajo allá fue lavando platos en un restaurante de comida china, pero renunció a las dos semanas porque no pudo adaptarse. Días después le ofrecieron otro empleo de lo mismo en la UCLA (Universidad de California en Los Ángeles) y allí se quedó tres años, consiguió un empleo extra para construir en poco tiempo su casa en Oaxaca, pero desafortunadamente las autoridades de su comunidad quitaron el terreno de su familia para hacer un nuevo edificio del municipio.
“Eso como que me mató, dije ¡no más! y dejé los dos trabajos”.
Luego de la tristeza de ver su sueño trunco, le llegaron nuevas ofertas de trabajo a las que no se negó, retomó la chamba -más no su deseo de construir ni de volver a Oaxaca- y se metió a estudiar inglés. La esperanza volvería gracias a la cocina, y es que años después, le ofreció a su esposa, la activista Odilia Romero, preparar la comida para sus eventos, pero comida con sabor a México.
“Siempre ordenaban sándwiches, le dije que podía hacerle salsa de chicharrón, de huevo, frijoles, tortilla y café”.
El sabor fue tal que de inmediato lo contrataron para hacer el catering de diversos eventos. En un abrir y cerrar de ojos ya estaba preparando comida mexicana para bodas y hasta para políticos. Su popularidad lo llevó a que en 2016 lo invitaran junto con otros empresarios restauranteros del sur de Los Ángeles al evento del mes de la herencia hispana, donde nació el nombre con el que hoy es famoso: Poncho’s Tlayudas.
“Un colega oaxaqueño bien chingón allá me dijo: oye amigo qué tal que le ponemos Poncho’s Tlayudas porque es único en LA, y así quedó, también me preguntó dónde estaba mi puesto y le respondí que no tenía local pero que podía poner la oficina de mi esposa y usar su estacionamiento”.
Con el tiempo, Poncho’s Tlayudas ha pasado de ser solo un “restaurante” de viernes a ser un punto de encuentro de idiomas, tradiciones, voces e historias, como compartió Miguel Cruz, uno de sus clientes:
“Ha sido un lugar muy importante para la comunidad oaxaqueña en LA, es un lugar donde hemos podido convivir y crear lazos entre la comunidad oaxaqueña pero no solamente oaxaqueña, gente que aprecia la cultura oaxaqueña también y gente que incluso no ha visitado el estado pero entienden, se sienten atraídos hacia lo que es y su cultura y sentimos que en el espacio de Poncho tenemos una representación muy auténtica”.
Actualmente, el espacio de Poncho’s Tlayudas tiene permiso legal para vender comida, pero el siguiente paso es tener su propio restaurante en esa ciudad que le ha dado tanto y a la que tanto sabor ha dado él con su cocina.
“A lo mejor ya lo tengo claro, a lo mejor no tengo todo el dinero que se necesita pero yo bailo, estoy dispuesto a bailar y estoy contento porque le digo a mi esposa: no esperemos más, hagámoslo hoy: si funcionó bien, a toda madre, y si no, se trató, no nos vamos a quedar con las ganas”.