Películas FICM: ‘Aftersun’, recordar es volver a doler
Charlotte Wells es directora de Aftersun. Una historia sobre Sophie, una niña que a los 11 años acude a una vacación con Calum, su papá de 30, evento que le dará una perspectiva diferente sobre su vida y también sobre su padre.
Aftersun se desarrolla con la lentitud y parsimonia de una canción melancólica, como una fotografía en el cuarto oscuro, donde lentamente podemos observar los rostros y los lugares que habitan las imágenes. La analogía no es gratuita: Wells depende mucho de imágenes (digitales pero también reales) para que sus personajes recuerden. La adulta Sophie pasa vistazos fugaces recordando esa vacación en apariencia tan inocua, pero llena de un callado e indescriptible dolor, a través de videos de una cámara digital de los tempranos dosmiles.
Uno observa Aftersun como Sophie lo hace exactamente 20 años después: tratando de encontrar un significado inmediato, una pieza faltante del rompecabezas, sin darse cuenta de que el rompecabezas ya está armado, sólo tal vez nos negamos o somos incapaces de verlo completamente.
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En Aftersun el pasado es un ente vivo, que se comunica a través de canciones, videos viejos o simples recuerdos, pero descifrarlo es tan difícil como averiguarnos fielmente entre nosotros. Las canciones son especialmente llamativas en Aftersun, un compilado de nostalgia noventera-dosmilera con su dosis de profunda melancolía.
Aftersun revela todo a cuentagotas y uno termina, como Sophie, escudriñando detalle tras detalle, conversación tras conversación, en busca de qué engloba tanta pena en estos personajes en apariencia contentos con sus vidas. Esta película nos recuerda que al mirar atrás uno descubre que las fallas siempre estuvieron ahí.