¿Cómo repensar la estrategia de seguridad?, ¿cómo hacerlo si no pertenecemos a ninguna instancia gubernamental?, ¿pueden las palabras significar acciones en el plano de lo público? Éstas son algunas de las preguntas que guían la puesta en escena de teatro comunitario y participativo: Civil de Un colectivo, la cual tuvo lugar el viernes 28 en el Festival Internacional Cervantino.

Un colectivo, está conformado por creadores escénicos, diseñadores, artistas plásticos, pepenadores, obreros, amas de casa, infancias entre otros. Apuesta por la creación colectiva, el desarrollo de procesos comunitarios, la exploración de la escena liminal, el teatro político y sus vínculos con el espacio físico público desde una perspectiva de género y derechos humanos.

En Civil desde el primer momento el público participa de forma activa en diferentes estaciones que van cambiando de actividades de acuerdo al tiempo de la obra, que va marcado por la trompeta militar. Los momentos reflexivos provocan en el espectador que se pregunté: ¿Desde cuándo y qué justificó el repliegue de militares como estrategia de seguridad?, ¿cuáles pueden ser los motivos para que alguien se enliste en el ejército?, ¿qué sentimientos provoca el ejército y la policía?

No hay un escenario jerárquico, el público deambula en actividades desde las que se hace consciente a través del hacer. No hay actores, pero sí una historia. Se cuenta la forma en que el discurso se convirtió en el creador de un monstruo llamado: narco. Y un solo modo de combatirlo: la guerra.

Un momento tenso durante la activación es cuando aparece el ex presidente Felipe Calderón y enuncia que el ejército mexicano se desplegará por el territorio porque México está en guerra. De repente, se detiene y se le invita al espectador a “generar otras relaciones capaces de resarcir verdades o deshacer mentiras”. Y así los espectadores tienen las palabras de Calderón cortadas y son ellos, quienes pueden decidir otras formas de pensar el discurso.

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Durante la continúa interacción entre los presentes sale a la luz la tremenda desigualdad de experiencias dependiendo del lugar al que se pertenezca. Para algunos, el ejército representa miedo porque significa que están en un lugar inseguro. Mientras que, algunas mujeres mencionaron que la Guardia Nacional y el ejército no les causa confianza, y al contrario, hacía patente la posibilidad de vivir violencia sexual que pueden ejercer estas entidades.

A la vez, la dirección e intermediación pide a los participantes pensar las razones por las cuáles alguien se uniría al ejército, lo que hizo visible las condiciones de desigualdad y pobreza como primeras circunstancias para enlistarse. Así, el ejercicio reflexivo rehuyó del discurso maniqueo para pensar estructuralmente.

Casi al finalizar el espacio reflexivo se escucha:

“Ciudad deriva de civis, ciudadano. Son los ciudadanos los que dieron nombre a la ciudad. […] No es un Estado el que forma al ciudadano, el territorio de lo civil se construye en la oposición de lo militar.

El acto de ciudadano se ha transformado en un patriotismo didáctico, pero, ¿qué significa ser ciudadano? Civil, es un ejercicio para poner en común una indagación personal que ha encontrado resonancias en cada uno de los espacios en los que se comparte

¿Cómo cohabitamos con lo militar cuando en cada sexenio se apropia del territorio nacional de una forma legítima?, ¿qué nos espera y cómo reaccionaremos?”, después de escuchar esta invitación se invitó a los asistentes a sentarse en común a pensar y escuchar otras formas de seguridad, como en un ejercicio de tribuna pública.

Este ejercicio participativo recuerda el papel del cuerpo y la escucha como motor de pensar otras formas posibles de organizar lo público, no alecciona sino promueve el disenso creativo a partir de la experiencia propia y la escucha activa de los demás.

¿Qué pasaría si estos espacios no fueran cerrados al espacio artístico y se convirtieran en catalizadores para la organización de lo común? Una invitación, tal vez.

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