Las bandas sonoras ignoradas por el Oscar 2020

Las bandas sonoras ignoradas por el Oscar 2020

Ludwig Göransson, Oscar 2019

Ludwig Göransson, Oscar 2019

Por más de 80 años, la Academia ha reconocido el valor de la música dentro del lenguaje cinematográfico con su propia categoría dentro de su premiación anual. En tiempos recientes, el Oscar se ha abierto, discretamente, a géneros musicales que usualmente no entraban en sus listas y que reflejan la incursión de rockstars de otros géneros a la excepcional labor de componer para el cine. Aún así, los Oscar se han caracterizado por ser predecibles y poco osados en sus elecciones, aunque en años recientes, han desafiado este estereotipo con algunas sorpresas que han ido en contra de los pronósticos.

En cuanto a bandas sonoras se refiere, el año pasado el ganador fue el productor y músico Ludwig Göransson por su trepidante score de influencias africanas para Black Panther, una elección inusual e interesante tratándose de una película de Marvel —que, musicalmente hablando, tienden a pasar sin pena ni gloria— y además, de un artista joven. Göransson se llevaría también el Grammy en la misma categoría ese año, más otros dos por su trabajo como productor para el éxito de Childish Gambino, “This Is America”.

Ahora, las bandas sonoras nominadas para el Oscar 2020 —próximo a celebrarse el 9 de febrero— traen consigo nombres familiares y propuestas poco arriesgadas, aunque eso sí, también llegan con Hildur Gudnadóttir, la primera mujer en recibir una nominación desde 2016, cuando la británica Mica Levi o “Micachu” consiguió entrar a la lista por su música para Jackie. Antes de eso, Rachel Portman había sido la más reciente en recibir una nominación en 2000. Cabe mencionar que en 2013, Mica Levi sería ignorada por la Academia y no alcanzaría mención pese a su vanguardista y osada propuesta drone/electrónica para Under The Skin y este año pasó lo mismo con su sobrecogedor score para Monos del director Alejandro Landes.

Aunque exquisitas y opulentas, las composiciones contendientes por el Oscar 2020 se sienten casi como nombres obligados de la industria, de méritos nada minúsculos, pero finalmente cotidianos, dejando de lado propuestas sonoras interesantes que ciertamente desafiaron los límites de la música para el cine en 2019 y que se enfilaban como posibles participantes.

Antes de citarlas, conviene revisar las composiciones que sí fueron consideradas este año como contendientes.

Leyendas y lugares comunes

El “emperador” de los scores, John Williams, anota su nominación número 53 con su última composición para la saga intergaláctica de Star Wars que, desde 1977, se ha gestado como su magnum opus y uno de los cuerpos musicales más grandes y celebrados en la historia, almacenando casi 18 horas de temas originales. El noveno episodio canónico de la franquicia, The Rise Of Skywalker, fue recibido con tibieza por la crítica y los fans, pese a tratarse del último episodio de una de las series fílmicas más importantes de la cultura pop global. Aún así, el trabajo de Williams continúa siendo el elemento unificador y unánimemente valorado de toda la saga, aunque se trata, quizás, de una de las ofertas musicales menos originales y memorables de este año. Finalmente, es una especie de recapitulación y vuelta a todo lo que ha sonado en la saga. El Episodio IX alcanzó a entrar también en las categorías de Mejores efectos especiales y Mejor Edición de sonido.

Otras apuestas convencionales y familiares en la lista son Alexandre Desplat por Little Women, Thomas Newman por 1917 y Randy Newman por Marriage Story. Desplat es uno de los compositores más prolíficos y distintivos de los últimos veinte años, y uno de los más solicitados en la actualidad. Su particular timbre y personalidad musical lo han llevado a recibir 11 nominaciones al Oscar —incluso en 2015, compitiendo contra él mismo—, ganando en dos ocasiones por The Grand Budapest Hotel en 2015 y The Shape Of Water en 2018. Este año también compondrá el score para la cinta en solitario de Black Widow.

En Little Women, la séptima adaptación fílmica del libro de Louisa May Alcott, ahora tras el lente de Greta Gerwig, Desplat hace gala de sus notas vivaces y ondulantes que tienen su sello impreso por todos lados. Pero después de su score fuera de serie para Isle Of Dogs en 2018, donde integró percusiones japonesas y una riqueza sonora impresionante, su trabajo en Little Women deleita, pero se siente “seguro”. Desplat siendo Desplat.

Por otro lado, los primos Newman, Randy y Thomas, comparten posiciones en la lista y también uno de los legados musicales más longevos y exitosos en la historia de Hollywood. La familia Newman es una de las dinastías más importantes en la composición para el cine, remontándose hasta el prodigioso Alfred Newman, padre de Thomas, y ganador de nueve premios de la Academia y 43 nominaciones. 

Thomas es el compositor con más nominaciones al Oscar sin ningún triunfo, con 14 nombramientos en la categoría y una a Mejor Canción Original. Este año, su trabajo para la épica de la Primera Guerra Mundial de Sam Mendes, 1917 —que se ha posicionado como la gran sorpresa durante la temporada de premios—, contenderá una vez más por la estatuilla, con un soundtrack totalmente alineado a su estilo: piezas orquestales con toques de sintetizadores, una que otra pieza atmosférica y su indudable talento de crear acordes que nos exigen lágrimas en los momentos más emotivos.

Por su parte, Randy se ha popularizado por su trabajo musical para clásicos de Pixar como Monsters, Inc., Bichos y, la joya de la corona, Toy Story. Este año, cuenta con dos nominaciones: una a Mejor canción original por "I Can't Let You Throw Yourself Away" de la cuarta entrega de Toy Story y Mejor Banda Sonora por el fenómeno de Netflix de Noah Baumbach, Marriage Story, que también compite en cinco categorías más este año. 

Pese a jugar un rol vital en la construcción de la empatía por los protagonistas y prácticamente nos fuerza a conmovernos frente a sus conflictos maritales, el score de Marriage Story suena tremendamente similar a todo lo hecho por Randy en la tetralogía de los juguetes, por lo que no representa necesariamente una incursión en terrenos innovadores. Aún así, es difícil imaginar el prólogo de Marriage Story sin los temas introductorios y complementarios que Randy otorga a los personajes principales, pero nominarlo por encima de nuevo talentos con propias identidades musicales, se siente más como una respuesta al fenómeno de Baumbach.

“¡Claro que las mujeres pueden hacer música para el cine!”

Finalmente, la última nominada para el Oscar 2020 a Mejor banda sonora es la compositora del año, dispuesta a seguir haciendo historia, Hildur Gudnadóttir. La islandesa tomó por asalto la escena de la composición musical el año pasado con sus estremecedores scores para dos acontecimientos mediáticos del 2019: la serie de HBO, Chernobyl y la cinta de Todd Phillips, Joker.

Gudnadóttir lleva más de 20 años creando scores para el cine, participando al lado de leyendas como Jóhann Jóhannsson o el mismo Ryuichi Sakamoto. Además, ha entregado valiosos álbumes en solitario donde explora las posibilidades expresivas de su instrumento principal, el chelo, conduciendo al escucha por tramos incómodos y oscuros. Su trabajo para Chernobyl es tremendamente atmosférico y aterrador, incluso retomando algunos sonidos de la misma planta nuclear. En Joker, Hildur incorpora sus acostumbradas cuerdas y las mezcla con sintetizadores y percusiones, creando disonancias y paisajes inquietantes

A diferencia de sus contendientes, la banda sonora de Hildur es, en esencia, minimalista. Sin armonía, sin dulzura, sin compasión, prácticamente llevada solo por el chelo. Esto la convierte en la apuesta más atractiva y desafiante de los cinco. Luego de ganar el Globo de Oro este año en la misma categoría —convirtiéndose en la primera mujer en solitario en hacerlo—, y gracias al revuelo causado alrededor de la cinta de Phillips y sus múltiples nominaciones en diversos certámenes, la islandesa tiene grandes posibilidades de convertirse en la primera mujer en llevarse el Oscar a mejor score en más de 20 años. De lograrlo, sería una apuesta valiosa por una composición evocativa, sobrecogedora y poco convencional.

No hay Oscar para el drone ni la experimentación vocal

A todo lo anterior, por supuesto que una banda sonora exitosa y digna de reconocimiento no debe ser, por fuerza, innovadora y la experimentación o la vanguardia no es sinónimo de calidad. Sin embargo, la oferta del 2019 en soundtracks trajo consigo cuerpos sonoros que también merecían siquiera una oportunidad de competir por la estatuilla.

Tal es el caso de Theodore Shapiro y su trabajo para Bombshell, el drama inspirado en los casos reales de acoso sexual dentro de Fox News y protagonizado por tres de las actrices más reconocidas y exitosas de nuestra era: Nicole Kidman, Charlize Theron y Margot Robbie. Para el score, el también compositor de la icónica suite de El Diablo Viste A La Moda reclutó a tres cantautoras expertas en composiciones a capela para enriquecer los temas con su arte vocal: Caroline Shaw, ganadora del Pulitzer a la Música en 2013 por su pieza “Partita para 8 voces”, cuyo ensamble Roomful of Teeth vocalizó para el score; Petra Haden, que ha popularizado su reinterpretación de clásicos del cine usando solo su voz como instrumento y la co-fundadora del grupo The Bangles, Susanna Hoffs.

Shapiro quería reflejar la búsqueda de una “voz propia” de las protagonistas de la historia, usando cuanto menos le fuera posible cualquier instrumento adicional para los temas de las mujeres. Por otro lado, los temas que acompañan al mundo de Fox News y su directivo, Roger Ailes —quien en 2016 recibió múltiples denuncias de acoso sexual— son fríos, duros y secos, principalmente conformados por percusiones y cuerdas, y sin ningún elemento coral. El resultado es una mezcla diversa y contrastante que refleja las dos esferas en pugna dentro de la cinta, a través de una aproximación refrescante al uso de la voz como instrumento musical.

Otro extraordinario score fuera de la contienda y terriblemente soslayado es el que prestó Michael Abels para el segundo esfuerzo fílmico de Jordan Peele, Us. En 2017, el comediante convertido en director galardonado revitalizó el género de horror con su sátira socio-cultural del racismo Get Out, también musicalizada por Abels.

Para Us, Michael Abels se propuso entregar un score mucho más grandilocuente y optar por composiciones orquestales con cuerdas y percusiones. El giro es que, en su búsqueda por infundir suspenso y escalofríos, incluyó voces infantiles para crear una especie de himno siniestro con la grandeza de un canto gregoriano y diversos temas atmosféricos que reflejan la evolución de la historia para el intro en “Anthem”. Pero la verdadera proeza creativa de Abels fue la implementación del éxito de hip-hop noventero “I Got 5 On It” del dúo Luniz —que también tiene presencia en la historia— como leitmotif y base de su composición para su tema “Pas De Deux”, que suena en el clímax de la película, convirtiéndolo en una formidable pieza instrumental que suena como un híbrido macabro entre “El Cascanueces” y “El Lago de los Cisnes”.

Por su parte, el fenómeno global del director surcoreano Parasite ha conquistado a la crítica y el público internacional y consiguió seis nominaciones al Oscar en categorías principales como Mejor Película y Mejor director. Sin embargo, poca o casi nula atención ha recibido el excepcional trabajo del multi-instrumentalista Jung Jaeil, cuya música es imprescindible en la construcción de la tensión y el flujo de los escenarios en la historia.

Parasite ha sido aclamada por su magistral y siempre cautivante salto entre diversos géneros: de comedia negra a suspenso, de suspenso a horror, de horror a heist movie y luego a drama familiar. La música de Jung Jaeil hace lo mismo de manera imperceptible. La famosa “secuencia del durazno”, que es uno de los momentos clave dentro de la película, tiene una contundencia y fluidez casi dancística gracias al tema “The Belt Of Faith” de Jaeil, que suena como algo que hubiera compuesto el mismo Handel o Chopin. Los siete minutos más excitantes en pantalla del año pasado.

Otros caso es el de Michael Giacchino, que luego de involucrarse en decenas de proyectos de acción y franquicias de superhéroes, sorprende con un multifacético y divertido score para la película de Taika Waititi, Jojo Rabbit. El uso de múltiples instrumentos como cuerdas, alientos, campanas y percusiones ofrecen un carnaval de sonidos que van desde lo enternecedor y juguetón, hasta lo bélico, siempre con el aura infantil que define la mirada de un niño desde la cual se cuenta la historia. Le da un aire al Desplat folclórico de Budapest Hotel.

Y cómo olvidar el trabajo del artista experimental Bobby Krlic que, bajo su alias The Haxan Cloak, ha colaborado con actos de la talla de Björk para su álbum Vulnicura. En 2019, Krlic incursionó en el mundo de los scores con su trabajo para Midsommar, la segunda cinta del director de Hereditary, Ari Aster. Krlic es un referente actual importantísimo del drone, el dark-ambient y el IDM y en Midsommar, decanta todo su arsenal de sonidos incómodos y perturbadores, a la vez que atina a crear inquietud y escalofríos pese a que la cinta transcurre siempre a la luz del día.

Esto recuerda a lo que sucedería con Thom Yorke, que tras forjar su nombre dentro de los anales del tiempo como uno de los músicos más relevantes de la escena del rock alternativo, se inició en la música para el cine con su score para Suspiria de Luca Guadagnino. No sólo el soundtrack es espeluznante y exótico, con decenas de sonidos perturbadores y disonantes, también nos regaló una de sus piezas más exquisitas y entrañables de su repertorio: su vals melancólico “Suspirium”. Ninguno alcanzaría nominación.

Ciertamente, un Oscar no es sinónimo de legado ni creatividad, tampoco de éxito. Cientos de actuaciones, filmes y guiones, junto con scores, han quedado anónimos u ocultos tras el denso telón de la Academia. Aún así, han pasado la prueba del tiempo y se han consolidado como piezas culturales memorables. Pero con la vara alta puesta por el mismo Oscar en 2010 cuando premió a Trent Reznor y Atticus Ross por su score industrial, synth-pop para The Social Network, un reconocimiento por parte del premio más codiciado y prominente de la industria cinematográfica no le caería mal a los talentos musicales que cada año demuestran que la música del cine es un arte en sí mismo y en continua evolución.


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