San Francisco es la sede de la psicodelia: una subcultura que comprende un amplísimo rango de integrantes, desde los que pregonan amor y paz con flores en el pelo, hasta quienes gustan de sumergirse en el profundo torbellino lisérgico y psicotrópico, acompañados de música densa y alucinante, como la que hace Thee Oh Sees. El grupo vehículo del guitarrista John Dwyer ha pasado por varias encarnaciones y nombres; con el mote Thee Oh Sees ha lanzado nueve álbumes de estudio, de los cuales, Mutilator Defeated at Last es su producción más reciente (el Mutilator, de acuerdo a la imagen de la portada, es un aguerrido monstruo, con cabeza de cactus y un arma en la mano… seguramente muy poderosa). Es importante mencionar que estos nueve álbumes han sido lanzados en un espacio de ocho años; tal es el ímpetu por crear música del prolífico Dwyer, de cuarenta años de edad. A pesar de los fluctuantes cambios de alineación, la dirección musical mantiene el mismo rumbo: rock garagero duro, con pinceladas de neo-psicodelia y ecos de la invasión inglesa de los sesenta, en un estilo que se confirma con cada lanzamiento.
Todo en Thee Oh Sees es inquietante: sus letras, portadas, videos y desde luego, su música. Sería un reto para valientes intentar descifrar los significados detrás de cada elemento de su identidad; lo cierto es que todo en conjunto nos lleva a crear asociaciones e imágenes subjetivas dentro de nuestras mentes, a veces sedantes, a veces sofocantes. Al final, el mensaje se traduce en una simple invitación a reventar duro y sin límites con los amigos (el mismo Dwyer tiene un trozo de vidrio incrustado dentro de su rodilla, proveniente de una botella de cerveza). Los personajes confrontadores, agresivos y delirantes de su fauna (minotauros, asesinos seriales, aliens, hombres lobo, y el mentado Mutilator), se convierten en compañeros de parranda del escucha.
Finalmente, en el aspecto musical, para ser justos, Mutilator Defeated at Last no es ni mejor ni peor que sus predecesores; todo forma parte del cosmos dentro de la mente de John Dwyer, que al parecer está atrapada en un trance pleno de distorsiones, disonancias y acordes de guitarra insistentes, con un sonido opaco, de baja fidelidad. Podemos encontrar piezas suaves ambientales como "Holy Smoke" y "Palace Doctor", viajes ácidos del tipo de "Sticky Hulks", o puñadas directas al rostro como "Lupine Ossuary" y "Withered Hand", de riffs pesados y ritmo incansable. Lo que sí ha conseguido Thee Oh Sees es plasmar mejor sus ideas en las sesiones de grabación, lo que hace que la sensación de escucharlos en estudio se acerque a la experiencia de verlos en vivo —aunque sólo es eso, un acercamiento: nunca será equivalente.
https://www.youtube.com/watch?v=LK5SYwgVxgQ
Con una trayectoria tan productiva, consistente y dedicada como la que ha llevado Thee Oh Sees podría pensarse que su nombre se incluye en los grandes actos del siglo XXI, pero no es así; se ha mantenido con un perfil bajo, en las cavernas subterráneas, casi en el status de banda de culto. Otra cosa hubiera sido hace cincuenta años, pero con la proliferación de conjuntos en la actualidad y la gran opción de medios de difusión, cada vez son más las agrupaciones difundidas y menos los nombres de peso en el rock. Pero eso ¿qué importa? Basta con descubrirlos y agregarlos a nuestra lista de reproducción.