Música para el fin del mundo: Sigur Rós en México

La noche del 3 de abril se presentó la banda islandesa Sigur Rós en el Auditorio Nacional, en un concierto que no sólo fue el primero de su gira mundial, también es la primera vez que los islandeses se presentan en México como banda y sin los arreglos de cuerdas que suelen ser interpretados por músicos invitados.  

No sabemos si el mundo, tal y como lo conocemos ahora, llegue pronto a su fin, pero si en algún futuro posible la naturaleza llega a ser totalmente saqueada por la humanidad, es probable que Sigur Rós sobreviva para ser el soundtrack del Apocalipsis.

Con “Á” (una de las nuevas canciones), imágenes de la neblina islandesa y rayos que atravesaban el escenario, Sigur Rós inició el concierto el 3 de abril. Texturas acuosas invadieron el escenario cuando Jónsi Birgisson, Georg Hólm y Orri Páll Dýrason, salieron para crear un vínculo inmediato con el público. Quizá los latidos de cada uno de los presentes se sincronizaron con el pulso de la batería que marcaba una especie de marcha, como en un ritual que abre la puerta al universo de los islandeses.

La capacidad de la banda para recrear escenarios y jugar con los recuerdos sensoriales del espectador es despiadada. Con “E-Bow”, muchos pudieron (o no) imaginar a qué sonará la orografía fastuosa de Islandia; con los matices percutivos que construyen elel clímax de la canción, las luces estroboscópicas y la batería, podrían “representar” la erupción del Eyjafjallajökull.

 

Los tres miembros de la banda acompañados solo con luces y visuales construyeron un show sencillo en cuanto a recursos pero con ambientes sonoros estimulantes y envolventes, por ejemplo con “Smáskifa” unas aves poligonales “volaron” dentro de las pantallas del Auditorio Nacional, respondiendo al canto de Birgisson se ahogaba entre delays.

 

Uno de los momentos mágicos de la noche sucedió con “Starálfur”, el himno con el que conocimos a Sigur Rós en México. Entre la audiencia alguien rompió el protocolo con un grito de “¡Estamos vivos!”. Con dos ovaciones, al cerrar la noche con “Popplagið”, agradecimos su andar por México.

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