'Music Has the Right to Children', experimentar la electrónica por primera vez
El tercer álbum de Boards of Canada ha hecho sonar su eco en innumerables músicos del espectro de la electrónica "inteligente", creada por entusiastas de la vanguardia de la forma, obsesionados con la frase el futuro es ahora. Por el contrario, ante nosotros se encuentra una aproximación infantil, abierta a la experiencia y obsesionada con alejar las pre-nociones sobre la funcionalidad.
En Music has the Right to Children, Boards of Canada demuestra un abordaje intuitivo de las tecnologías sonoras prevalecientes en los noventa. De acuerdo con los hermanos Michael Sandison y Marcus Eoin, la música que crearon para este disco, como para muchos otros lanzamientos, tiene el objetivo ideal de recordar. A menudo, las referencias son profundamente personales y es difícil seguirles la pista: "Olson es una familia que conocíamos", dicen los creadores sobre la decimotercera pista del álbum.
Los samples son el vehículo para las obsesiones de Sandison y Eoin con la naturaleza, su infancia y los productos mediáticos que disfrutaban mirar, así como los paisajes que les devuelven a esa época. Es a través de los samples que escuchamos las marcas que dejó el ruido mediático producido por los luminarias del BBC Radiophonic Workshop en el dúo de escoceses. Los fantasmas de Delia Derbyshire, John Baker, Glynis Jones; la introducción de Doctor Who o la música y efectos de los cuentos memorables de Quatermass and the Pit; prevalece en la mente de los niños británicos como el primer ejemplo de musique concrète, cortada y realizada a través de técnicas experimentales con pedazos de cinta y sintetizadores Buchla con la misma pasión por entusiastas, estudiosos y científicos.
Sandison y Eoin se separan contundentemente, como lo mencionaron reiteradamente en viejas entrevistas, de la agenda del jungle, el techno y la vanguardia rítmica electrónica. Si bien existen importantes ejemplos de los experimentos con los patrones rítmicos de vanguardia en su discografía, como "Korona" en un vinilo acoplado del sello IDM Skam, Music Has the Right to Children apuesta por la mesura percusiva, invitando continuamente a apreciar las melodías de los tracks sobrepuestas sobre un beat vehículo; como el Boom-Bap funge en mancuerna con las rimas, o los elementos rítmicos del dub se acoplan a las voces soul del trip-hop. Ambos son géneros que llegarían a su máxima popularidad durante la década de los noventa, contemporáneos a los experimentos de Boards of Canada.
Las melodías, a menudo complicadas y extendidas a lo largo de varios compases, podrían derivar de una escucha continua de proyectos de ambient como Tangerine Dream o Sensations Fix. Los hermanos citaban continuamente a antepasados como Isao Tomita o Devo. De acuerdo con el recuento que realiza el investigador Simon Reynolds, lo evidente en la música de Music has the Right to Children se hace patente en la forma en la que Eoin y Sandison conducían sus apariciones mediáticas: no sólo con cierto desinterés en la música electrónica dance, más bien con un total sentimiento anti-urbano, hablando sobre cómo una buena noche de fiesta para ellos era convivir alrededor de una gran fogata con amigos "en algún lugar en las colinas".
Es posible escuchar esta intención de expresar la naturaleza, evocativa de los altos escoceses o de los paisajes de Alberta, Canadá, donde los hermanos residieron por algún tiempo durante su infancia. Es de esa época de donde proviene el nombre Boards of Canada, en directa referencia a la Oficina Nacional de Cine de Canadá o National Film Board of Canada. Los documentales educativos sobre naturaleza y temas diversos producidos por la oficina eran frecuentemente proyectados a los alumnos de escuelas primarias. Incluso, el logo de la institución, que aparecía como cortinilla de entrada a las imágenes contemplativas, pudo ser una fuente sonora directa para los hermanos. Varias pistas del álbum también se apropian de sonidos de aves que se encontraban en las sesiones de grabación, pues consideraban que "intensificaban la música".
Con un velo romántico, Boards of Canada imprime a Music has the Right to Children el sello psicodélico de la era hippie. Su referencia a la naturaleza es generativa de un mensaje que se inserta en una serie de ideologías que regresaron del pasado a los años noventa. Con varios motivos, como el titulo "Kaini Industries", o el lado B "Chinook", el duo deja ver una obsesión con los nativos americanos, y una apreciación de sus diversas maneras, pre-capitalistas, de relacionarse con la naturaleza sin explotarla.
Lo extraño o difícil de descifrar que podría llegar a ser Music has the Right to Children se ha diluido en una nostalgia por la época en la que fue creado. Alejando el espectro de la música electrónica popular durante los 90, el álbum compuesto por síntesis arcaica y fragmentos de sonidos pasados: evocativo de eventos, programas de televisión y radio antiguos e incluso música psicodélica, ha sido exitoso por convertirse en un producto de su propia generación.