México y su frontera sur: el muro del que nadie habla

Ginebra, 2 de marzo. Los miembros de Organización de las Naciones Unidas se reúnen en una sesión del Consejo de Derechos Humanos. En un asiento se encuentra Miguel Ruiz Cabañas, subsecretario para Asuntos Multilaterales de la Secretaría de Relaciones Exteriores. Se aproxima al micrófono para vocalizar el discurso que México ha establecido en contra de las medidas de Donald J. Trump: “Los muros entre las naciones son también muros entre las personas y materializan el extremismo y la intolerancia en barreras físicas e ideológicas que no aceptaremos bajo ninguna circunstancia”

Discurso laureado y replicado en varias instancias por Videgaray y Peña Nieto; incluso por connacionales en otros ámbitos como Gael García Bernal en los pasados Óscares, o Diego Luna como jurado en la Berlinale. Derribar muros y construir puentes. Pero existe quizá una circunstancia que el subsecretario Ruiz Cabañas no tomó en consideración, ¿qué pasa cuando el muro lo construimos nosotros?

Tierra Blanca, Veracruz, 2014. Empresarios privados y funcionarios públicos se reúnen en un punto estratégico cerca de los rieles de la mítica Bestia, aquel pasaje utilizado por migrantes centroamericanos para trasladarse por México hacia los Estados Unidos. Miembros de la compañía ferroviaria Ferrosur, administrativos de Grupo México y representantes del municipio supervisan la construcción de un muro de 5 metros para evitar el paso de migrantes a las vías.

Foto Ronaldo Schemidt

Adelantamos tres años, once días de la administración de Trump. 31 de enero de 2017 en Tapachula, Chiapas. Funcionarios de defensa de los Estados Unidos se reúnen con representantes de la cancillería mexicana. Participan Lori Robinson, Jefa del Comando Norte, Kurt Kidd, Jefe del Comando Sur, la embajadora americana Roberta Jacobson y la subsecretaria mexicana para América Latina y el Caribe Socorro Flores. El tema a discutir es la construcción del muro, no aquel en el norte publicitado por todos los medios, sino el que divide a México y Guatemala.

La edificación de esta barrera forma parte del Plan Frontera Sur, el cual es enmarcado por la Iniciativa Mérida encomendada por nuestro vecino del norte. Firmada en 2008 por ambos países, el Congreso Americano asignó fondos de 2.3 millones de dólares para “contrarrestar la violencia ocasionada por las drogas que amenaza a ciudadanos en ambos lados de la frontera”.

En uno de sus pilares se establece como objetivo crear la estructura fronteriza del siglo XXI. La Iniciativa Mérida “proporcionará las bases para fortalecer y modernizar la seguridad fronteriza en los cruces terrestres del norte y el sur, puertos y aeropuertos.” Esto se traduce a la implementación de un muro en el sur de México, al igual que un incremento del 200% en retenes y operativos migratorios en los Estados de Chiapas, Oaxaca, Tabasco y Campeche.

A pesar de las diferencias entre el mandatario americano y el mexicano, la cancillería nacional ha dejado claro sus intenciones de mantener los lazos con Estados Unidos. El pasado 22 de febrero, el secretario de Estado,gringo y magnate petrolero, Rex Tillerson, acompañado por el secretario de Seguridad Interna John Kelly, llegaron a México con el fin de reunirse con Luis Videgaray. Una vez más, el tema principal de la junta fue la migración, específicamente la que proviene de la frontera sur de México.

México ha probado ser un fiel secuaz para su contraparte norteña. En los dos últimos años, nuestro país ha deportado más migrantes que los Estados Unidos. Según cifras de la Oficina de Washington para Asuntos Latinoamericanos (WOLA) y la Secretaría de Gobernación, México deportó en 2016 a 147, 340 indocumentados, mientras que Estados Unidos despidió a 96, 016.

Adicionalmente, el número de solicitudes de refugio a México aumentó el año pasado un 256%, de 3,424 en 2015 a 8,781 en 2016. La mayoría de ellas proviene de Honduras, El Salvador y Guatemala, lugares donde los ciudadanos son obligados a escapar debido a la violencia, el miedo y la pobreza. Sin embargo, según la Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados, nuestro país rechaza el 70% de las solicitudes.

Miguel Ruiz Cabañas termina su discurso, orgulloso de posicionar a México como un país en contra de las barreras, a favor de los derechos humanos y la tolerancia. Una nación cuyo frente mira hacia las injusticias del norte y le da la espalda a las que ocurren en el muro del que nadie habla.

Es 2017 y las niñas mexicanas están jugando a cuidar cigotos

Dorit Chrysler, ama y señora del Theremin