#LosCabos9: El rostro de la sororidad en 'Never Rarely Sometimes Always'
De vuelta a casa después de una cita en una clínica de salud reproductiva en la que confirman su embarazo, una joven de diecisiete años regresa en calma y silenciosa. En sus manos lleva una bolsa de folletos que hablan sobre sus opciones. Los revisa brevemente pero los deja a un lado.
Acto seguido, Autumn va a la estufa, en la que esteriliza una aguja y llena un vaso con hielos. Se dirige al espejo del baño, frente al cual anestesia su nariz con un hielo -con el mismo temple silencioso y firme de antes- e inserta la aguja para hacerse un piercing.
A esta chica no le tiembla la mano ni le asusta la sangre; las dudas no tienen cabida en este momento de su vida. En perfecta congruencia y con la claridad que demuestra al hacerse la perforación, sabe que debe interrumpir su embarazo.
Autumn (interpretada por Sidney Flanigan) es la protagonista de Never Rarely Sometimes Always, la más reciente película de la guionista y directora Eliza Hittman. Retrata la travesía desde la Pennsylvania rural hasta la ciudad de Nueva York que esta chica recorre, acompañada por su prima Skylar (Talia Ryder) para realizarse un aborto seguro.
Ver Never Rarely es una experiencia muy especial, no sólo por su estilo naturalista que hace que se sienta una historia genuina y real, sino porque hoy en día es difícil abordar temas tan politizados como el derecho de las mujeres a decidir sobre sus cuerpos, con perspectiva fresca y sin prejuicios.
En el largometraje de Hittman no hay una intención aleccionadora, sino una fuerte conexión entre dos jóvenes que se acompañan, a través de las miradas más que de diálogos, en un viaje que las orilla a actuar con total conciencia para poder ejercer control sobre sus propias vidas.
A veces comentarios sobre películas tienden hacia la sutileza y señalan que “no sucede mucho”. Sin embargo, Never Rarely Sometimes Always es una prueba de que en los silencios y en las miradas puede suceder absolutamente todo porque es las sutilezas que se logra sentir en lo más profundo del cuerpo y el ser. Una película entrañable con un universo propio al que nos invita a conocer y recorrer junto con Autumn.
No se limita a ser genuina y conmovedora sino que también es brillante, poderosa y política. Es evidente que para Hittman, la consecuencia es más interesante que la causa, pues a lo largo de la trama surgen dudas que la realizadora no tiene intención de resolver ya que podrían distraer de lo que realmente importa: la determinación de Autumn para poder seguir adelante con su vida como ella lo decide.
No es un relato sobre el aborto
Este no es un relato sobre el aborto. Es una película sobre la solidaridad, la juventud y la sororidad. Sobre aquello que ayuda a formar y a habitar la identidad propia, la identidad femenina, en este caso.
Esta es una historia que nos recuerda que decidir sobre nuestros cuerpos y nuestras vidas es, por más grande o insignificante, también un acto político. Uno que inherentemente nos corresponde como individuos. Decidir es nuestro acto político. Tan político como interrumpir un embarazo o perforarse la nariz. Una escena no tiene mucho que ver con la otra, pero al mismo tiempo tiene todo que ver la una con la otra. Como en la vida misma en donde parece no haber nada, cabe todo. Quizás es eso la vida: una travesía que sucede en las miradas que intercambias con tu amiga.