La película de la semana: La última función de cine
Desde la llegada de algunos nuevos medios de expresión artística y registro, algunos entendidos como medios de comunicación masiva o industrias culturales, se ha escrito mucho sobre la desaparición y muerte de éstos a manos de nuevas formas de expresión vinculados con avances tecnológicos. Así, con la aparición de la fotografía algunos agoreros apocalípticos despistados vaticinaban, voz en cuello, la muerte de la pintura del mismo modo que otro grupo de analistas se aventuraron a decir años después que la película fotográfica y los formatos analógicos se extinguirían ante el embate de las cámaras digitales.
La realidad es que, si bien el tiempo en el que vivimos ha configurado una nueva manera de relacionarnos con los contenidos a los que nos exponemos, los “medios tradicionales” están muy lejos de morir y desaparecer.
De eso, y de muchas cosas mas, trata La última función de cine, cinta india que es el quinto largometraje de ficción del cineasta autodidacta Pan Nalin, quien ganó con él premios en los festivales de Toronto, Valladolid o Tribeca.
La película esta basada en anécdotas de la infancia de su director, y en una inteligente premisa que retrata la vida de una pequeña comunidad donde el tren que pasa por el pueblo y la sala de cine son fundamentales para lo que sucede en la localidad, la cinta aprovecha a su personaje principal, un niño de nueve años de nombre Samay, para hablar de todos los niños de nueve años del mundo. De la fascinación que pueden sentir la primera vez que van a una sala de cine, o de lo aburridas que pueden ser las clases a esa edad. De lo importante que es no delatar a sus amigos, lo mucho que le gusta la comida de su mamá o cuánto quiere a su familia. Cosas que Samay no tiene del todo claras y que va a descubrir haciéndose amigo del proyeccionista del pueblo metiéndose en muchos problemas por ello.
Una vez mas el cine es retratado como refugio y oportunidad para evadir, aunque sea por un rato, de una dura realidad en la que las cosas no siempre son amables ni justas ni bellas.
De nuevo el cine como posibilidad de futuro y redención para un niño en un mundo en el que, aunque las aventuras, los formatos, las historias y los proyectores no duren para siempre, existe la posibilidad de la transformación. Del mismo modo que un rollo de película puede convertirse en algo más, todos podemos cambiar nuestra manera de ver y relacionarnos con las imágenes en movimiento.
La última función de cine se puede ver ya en Cineteca Nacional, Le cinema Ifal, La casa del cine y Cinemanía.
El More.
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