El 26 de febrero de 2017, en el Dolby Theatre de Los Ángeles, se celebró la entrega número 89 de los premios de la Academia de Ciencias y Artes Cinematográficas de Hollywood. De entre todas las categorías que se reconocían dos pasarían a la historia por distintas razones.

La primera tiene que ver con uno de los errores más grotescos de las transmisiones televisivas en vivo, cuando hubo una confusión al entregar el Óscar a Mejor Película. La segunda se relaciona con el autor de nuestra película de esta semana, Damien Chazelle, que se convertía en la persona más joven en recibir el galardón a Mejor Director.

Hoy, tras cuatro películas que le han conseguido la fama de innovador, rebelde e idealista, el responsable de éxitos de crítica y taquilla como Whiplash y La la land o de fracasos como Guy y Madeline en un banco del parque o El primer hombre, Chazelle consigue con Babylon su cinta más personal y controvertida que no dejará a nadie indiferente.

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Contada a manera de tríptico, y utilizando las historias de un actor consagrado, una aspirante a estrella y un aprendiz de todo con sueños de productor, Babylon retrata la muerte del cine mudo en un Hollywood en el contexto de una serie de cambios que llevarían a la industria del entretenimiento a nuevos horizontes.

Excesiva y conmovedora, grotesca y poética, escatológica y minimalista, grandilocuente y elemental la Babilonia que propone Chazelle es un recordatorio de que Saturno tarde o temprano terminará por devorar a sus hijos en aras de que la maquinaria siga funcionando y el show continúe.

Más cine que habla del cine. Otra película sobre al amor a las películas, todo lo bueno y terrible que puede encerrar el tratar de hacerlas. Espectáculo monumental concebido para la pantalla grande que, al aparecer la palabra Fin y encenderse las luces de la sala sorprende al espectador llorando, aplaudiendo, reclamando o maldiciendo.

Babylon se puede ver en Cineteca Nacional y complejos de Cinépolis y Cinemex en todo el país.

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