‘Killers’ de 1981: asesinatos metaleros a la inglesa que Iron Maiden nos brindó
A principios de los ochenta, la llamada New Wave of British Heavy Metal tomaba como rehén al mundo rockero, en un fenómeno similar a la invasión inglesa de los sesenta, pero con peinados más sofisticados. Su sonido era una mezcla de heavy metal con punk, y sus principales representantes fueron Iron Maiden, Def Leppard, Saxon, Venom, Diamond Head y Grim Reaper, entre muchos otros.
La aparición de este nuevo sonido derivó en dos vertientes principales: en el mainstream comercial, el sonido y apariencia de Def Leppard influyeron al llamado glam metal de bandas como Quiet Riot, Ratt y Poison; mientras que en el lado oscuro —la llamada escena "subterránea"— se crearon nuevos estilos de metal extremo: la actitud punk agresiva de Iron Maiden derivó en thrash metal, y los temas satánicos de Venom sentaron las bases para el black metal.
Iron Maiden fue desde el inicio una banda exitosa, su álbum debut homónimo llegó al cuarto lugar de ventas en el Reino Unido en 1980; pero fue gracias a su segundo lanzamiento, Killers de 1981, que se volvieron inmortales: no sólo sonaban grandes, esa portada icónica los hacía ver grandes.
No se puede escribir una reseña sobre Iron Maiden sin dedicarle un espacio a Eddie, la mascota más popular del rock. Eddie era originalmente una máscara, que la banda colgaba sobre el escenario, a la que llamaban "Eddie the Head".
Fue gracias a la concepción del artista visual Derek Riggs, que Eddie pasó de ser solamente una cabeza, a tomar personalidad propia. Si bien, en la primera portada el arte se limitaba a situar a Eddie dentro de un contexto (un callejón oscuro), para su segunda aparición, en Killers, ya lo veíamos en acción: la imagen de Eddie matando a un tipo con un hacha, con una expresión perversa, es hasta la fecha un modelo y referente: la historia de las portadas de metal se divide antes y después del Killers.
Otros notables ejemplos de este Eddie callejero los podemos apreciar en las portadas de los sencillos "Sanctuary" y "Women in Uniform", en las que —de manera muy inglesa—, aunque presentan situaciones violentas, se nota un sentido del humor.
Portada del sencillo "Sanctuary", 1980.
Eddie mata a Margaret Thatcher.
Portada del sencillo "Women in Uniform", 1980.
Margaret Thatcher se desquita de Eddie.
Musical y temáticamente, a los dos primeros los podemos considerar álbumes hermanos; además de ser los únicos que tienen como cantante a Paul Di'Anno, ambos hablan sobre situaciones y personajes callejeros, prófugos de la ley, con ocasionales referencias a películas y libros clásicos. En esta última categoría destaca "Murders in the Rue Morgue", título de un relato de Edgar Poe, tema veloz que, junto a "Another Life", son un antecedente punk metalero para clásicas del thrash como "Deathrider" o "Motorbreath". Incluso, sirvieron de inspiración para bandas ya establecidas, como Judas Priest, quienes después de haber bajado la intensidad con su pop rock de British Steel y Point of Entry, tomaron un vertiginoso segundo aire para Screaming for Vengeance (1982).
Killers es un álbum de producción brillante, gracias a la sabiduría del maestro Martin "Headmaster" Birch (Deep Purple, Black Sabbath). A través de sus diez temas, podemos disfrutar de diferentes momentos excitantes en su recorrido: la batería instintiva de Clive Burr en la intro instrumental "The Ides of March", el bajo melódico de Steve Harris en "Innocent Exile", o las guitarras acústicas de Adrian Smith y Dave Murray en "Prodigal Son". Aunque en definitiva, un punto climático lo representa la titular "Killers", con su ritmo galopante incansable y actitud desafiante. También en este álbum se incluye "Wrathchild", tema que el grupo gusta de tocar en vivo.
A la salida de Paul y llegada de Bruce Dickinson, estos temas punks callejeros se esfumaron, como ese vapor que escapa de las alcantarillas en barrios populares, mientras que la fama de Eddie crecería tanto, que abandonaría los callejones y se extendería por toda la superficie terrestre… y el inframundo. Pero esa ya es otra historia.
