Los superhéroes de Marvel más conocidos suelen ser hombres perfectos. Uno es millonario, otro es un buen patriota, en general son personas sin fallas significativas en su carácter. Son perfectos, su vida es de lujos y siempre ganan... luego está Jessica Jones.

Después de la explosiva primera temporada, regresa Jones con el mismo sentido del humor oscuro y conductas antisociales. Pocas superheroínas han tenido su propia realización cinematográfica o serie, pero Jessica Jones ya ha logrado una segunda temporada. Subida a Netflix el Día Internacional de la Mujer, no podemos esperar menos de esta obra de acción: fantástica, divertida, feminista e inclusiva.

En el mundo de Jessica Jones no hay espacio para trajes de superheroína diseñados a la perfección, nada de estatus de superestrella. Es una neoyorquina más viviendo en el oscuro rincón de Hell’s Kitchen. Entre los Avengers y Jessica Jones existe un abismo de diferencia. Desde el atuendo hasta la actitud, la serie rompe con todos los esquemas de Marvel también en la manera en la que se relata. No es predecible, no se va con teatritos y sobretodo, no es arquetípica. Y no, a diferencia de muchos superhéroes, la trama no se centra en una piedra brillante y super especial o en aliens que abren hoyos en el cielo.

Se trata más bien de un dilema existencial entre lo que se debe de hacer y una vez más, la supervivencia de ella y sus seres queridos. Y quizás es lo que más atrae, por fin un personaje con superpoderes tiene las características de un ser humano, tridimensional y formado. Lo más destacado es que es una mujer la que posee estas características. En esta segunda entrega, aprendemos más de quiénes son los personajes y cada vez son más fáciles de amar por su flexible moral y honestidad. No son personajes de cartón que se describen en blanco y negro, sino en una grande escala de grises. De una manera extraña, su superpoder al final de cuentas es ser humana a más no poder y aún así poseer su fuerza sobrenatural.

Hay pequeños detalles que hacen este show atractivo y que hasta podría considerarse feminista. Jessica nunca se trata de su parte atractiva, no sale desnuda y definitivamente no le interesa ser sexy en ningún momento, incluso pasa todo el tiempo el test de Bechdel. El test de Bechdel es la prueba de que un producto cinematográfico es feminista. Para pasarlo se deben de responder las siguientes preguntas:

Aparecen al menos dos personajes femeninos con nombres propios.
Estos personajes hablan una a la otra en algún momento.
Esta conversación trata de algo distinto a un hombre (no limitado a relaciones románticas, por ejemplo dos hermanas hablando de su padre no supera el test).

Primera regla del heroísmo, no ser un imbécil

Al final de cuentas, sin notarlo terminas viendo un show lleno de fortaleza femenina en todos sus aspectos. Y como mujer, ver a otra mujer siendo increíble y superpoderosa te inspira. Jessica Jones supera sus traumas y aparte ayuda al mundo –aunque se le quiera pintar de antihéroe–; Trish hace lo mejor que puede con sus plataformas para ayudar al mundo y nos muestra la realidad de una persona con adicciones y que tan bajo pueden caer; Jeri es el ejemplo de una mujer profesionista que es poderosísima en su campo laboral. Las mujeres están al mando esta vez. Desde el guión y la dirección hasta la amplia gama de personajes mujeres se hacen presentes. Cada personaje es un humano con traumas y dolores. Otros personajes son Malcolm, el adicto afroamericano que trabaja para Jones; Pryce, un asiático investigador exitoso, y el interés amoroso de Jessica Jones, Oscar es el padre soltero latino. La inclusión no falla y el resultado es bastante bueno.

En general, Jessica Jones es una serie que no sólo sigue manteniendo su ritmo, sino que se hace más intenso y que cautiva a cualquier espectador interesado en ver a una supermujer patear traseros, con un humor extremadamente sarcástico y siendo increíble.

Encuentra a Montserrat Aguilar en Twitter como @ninetieswitch.