IT Capítulo 2: tres horas de horror CGI con una óptica LGBTQ

IT Capítulo 2: tres horas de horror CGI con una óptica LGBTQ

Foto vía Warner Bros. Entertainment ©

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Si estamos dispuestos a aceptar que la nueva adaptación de Andy Muschietti de uno de los íconos de horror por excelencia ha tomado un rumbo formulaico y, sencillamente, nos dejamos llevar por el interminable recorrido de jumpscares y chistes de stand-up que definen esta saga a dos volúmenes sobre un monstruo interdimensional comeniños, entonces “Hi-Ho Silver!”, subamos a bordo de esta irrisoria y excéntrica rendición de Pennywise, alejada de la icónica perversidad que Tim Curry imprimió en el personaje hace más de dos décadas. Pero si lo que buscamos es una propuesta sofisticada y provocativa, más parecida a los cortes psicológicos y sobrecogedores que nos ofrecieron De Palma y Kubrick en sus adaptaciones visionarias de otras obras de Stephen King, entonces mejor revisitemos Carrie y El Resplandor.

El primer episodio de esta, ahora, franquicia multimillonaria, rompió récords de vistas en YouTube con su primer adelanto y terminó por convertirse en el filme de horror más taquillero de todos los tiempos, doblando su presupuesto casi veinte veces. Es un hecho que estamos frente a un fenómeno mediático y comercial de aceptable recepción crítica. Después de todo, Muschietti y el guionista Gary Dauberman han ensamblado un recorrido excitante de subidas y bajadas, con un elenco estelar que llena la pantalla con su carisma. Pero eso no quiere decir que la narrativa sea necesariamente cautivamente o particularmente original.

Capítulo 2 llega tras dos años de ansiosa espera y especulación, pero también, con la vara muy alta de superar el éxito de su antecesora y la promesa de dar una conclusión satisfactoria a la historia del Club de Perdedores y su enfrentamiento con Pennywise, el payaso bailarín. Veintisiete años después de derrotar al “Devorador de mundos” en las cloacas de Derry, el club de los siete debe honrar su juramento de sangre y volver al poblado de Maine, ahora como adultos, para combatir el regreso del monstruo poliforme que amenaza con usar sus conflictos no resueltos y secretos más ásperos para destruirlos en su intento.

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Aún cuando el director argentino toma sus licencias e intenciones en serio para hacer de IT Capítulo 2 una película tan aterradora y violenta como para asegurar su clasificación C —con litros de sangre incluidos y violencia infantil sin tapujos—, la anticipada secuela de la saga de Pennywise termina por diluirse en un tratamiento trivial y redundante de viñetas grotescas e irrisorias, con transiciones abruptas, que apenas dan cabida a la exploración de los temas verdaderamente densos de la novela, como el trauma infantil, la pérdida de la inocencia, la muerte y el abuso sexual.

Bajo otro enfoque, esta revitalizada adaptación de un libro de más de mil páginas podría haber sacado provecho de estas tragedias y atrocidades para intensificar sus elementos sobrenaturales y viceversa. Pero Muschietti y el guionista, Gary Dauberman (quien también escribió Annabelle y La Monja, para darnos una idea), parecen sólo tomar nota de estos horrores indecibles y optan, mejor, por desbocarse en intrincados paisajes y retratos computarizados que tibian la virulencia y malignidad detrás de Eso, ofreciendo solo un simulacro de las posibilidades en que esta versión pudo haberse desenvuelto en manos más comprometidas con su fondo y menos entretenidas en su forma.

Foto vía Warner Bros. Entertainment ©

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Pese a ello, las sólidas actuaciones de un elenco excepcional vuelven a ser el pilar robusto de la cinta. El repertorio infantil que definió mucho del encanto de la primera entrega, regresa para este volúmen a través de flashbacks y nuevas escenas que extienden su línea temporal, arrojando una luz reveladora sobre algunos personajes.

Por su parte, las contrapartes adultas no sólo son creíbles en sus rasgos distintivos de personalidad (la hipocondria y germofobia de Eddie, la restricción de Stanley, el encanto de Beverly), sino que, incluso, evocan a la perfección su apariencia física, permitiendo que su evolución de niños a adultos se sienta creíble. Y sin duda son Jessica Chastain y James McAvoy quienes brillan con singular determinación en sus roles protagónicos. Chastain es una perfecta Beverly Marsh y no decepciona como la favorita de los fans para habitar el rol. Cada grito, mirada de horror y lágrima se sienten genuinos y Chastain se arroja en el papel con una sobre-calificación para el trabajo que es digna de admirar. A la par, James McAvoy se apodera del tartamudeo y los remordimientos de un crecido Bill Denbrough, y logra conmovernos en cada escena tortuosa donde la culpa no resuelta por la muerte de su hermano resultan en un horror más grande que las multi-formas de Pennywise.

Isaiah Mustafa también destaca como Mike Hanlon, el único de los Perdedores que no hace una vida fuera de Derry y quien sirve de emisario para convocar el indeseable reencuentro. Mustafa transmite efectivamente la desesperación frente al escepticismo de sus amigos de la infancia, quienes, además, padecen de amnesia selectiva y no recuerdan los esperpentos que afrontaron juntos en la infancia. Además, su personaje es el conducto ideal para introducir uno de los elementos más descabellados y extravagantes de la novela —ignorado por completo de la mini-serie noventera por la complejidad de traducirse del papel a la pantalla— y que en esta ocasión, da pie a un desenlace exacerbado y caótico: el Ritual de Chüd.

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Bill Hader como Richie Tozier también es una gran adición al elenco, no solo gracias a su planteamiento como comediante —que resulta muy cómodo para Hader dadas sus tablas en Saturday Night Live, sino por la manera en que su personaje evoluciona, quizás de la manera más contundente y conmovedora, en la exploración de sus crisis personales. Digamos que su secreto más profundo lanza un línea inesperada en su confrontación con Pennywise.

Lo que realmente toma por sorpresa y destaca como una adición valiosa a esta segunda entrega —además de un cameo extraordinario que despertó audibles gritos de asombro en el público de la proyección— , son los modestos, pero loables atisbos que la cinta hace a ciertas realidades de algunos personajes homosexuales en la trama. Desde el inicio, el Capítulo 2 retoma un pasaje del libro que la mini-serie convenientemente ignoró, donde no hay reparo en mostrar la brutalidad de un crimen de odio por homofobia. También existe un desarrollo argumental interesante que alude al estigma social, el acoso y la imposibilidad de aceptar la propia orientación sexual como ejes vitales en el desarrollo de los personajes.

Sin embargo, para ser una película de casi tres horas, no existe suficiente anticipación ni intensidad como para que los sustos se sientan triunfales (a excepción, quizás, de una secuencia en un hospital que involucra un globo rojo y un ángulo de cámara acertado). Viñeta tras viñeta, transición tras transición, los sobresaltos se plantean y resuelven igual, agotando su combustible para la cuarta vez que algo nos brinca en pantalla acompañado de un estruendo. Las apariciones y transformaciones de Eso también fallan en su monstruosidad: son tan caricaturescas y estrafalarias que recuerdan más a los intentos de horror-cómico de Drag Me To Hell o Ghostbusters, que al verdadero body-horror de las atrocidades parasitarias de Cronenberg o Carpenter. 

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IT Capítulo 2 no es, en ningún sentido, una película aburrida. Eso no quiere decir que no se sienta exagerada en su duración y deje un resabio de agotamiento cuando el último tramo de la cinta parece una secuencia interminable de escenas ridículas y descabelladas. Hay que aplaudir la osadía sin restricciones de Muschietti de llevar su visión hasta las últimos puertos, aún cuando eso signifique sentarnos tres horas a palomear frente a un cuento que se siente poco Stephen King y más R.L. Stine.

IT Capítulo 2 llega este viernes a 3’500 pantallas mexicanas.


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