Grrrl Noise: más allá de lo femenino y masculino
5:00 pm: Las puertas se abren. Mujeres, hombres, jóvenes y grandes, entran al recinto. No hay distinción real. Para quien gusta de la música, da igual el género. Lo importante es la congregación y el éxtasis sonoro. A la hora, la música comenzó y el Auditorio BlackBerry se inundó por seis horas de música que tocó desde el r&b y la electrónica a la latina, hasta la mezcla de rock californiano y folk. Así fue como llegó, este 3 marzo, la primera edición del Grrrl Noise.
A manera de adelanto del Día Internacional de la Mujer, la primera edición del Grrrl Noise se realizó en el marco del Women’s Weekend Citibanamex, evento que busca celebrar a la mujer y que este año se realiza por quinta vez en nuestro país. El festival nace de una investigación realizada por la plataforma Ruidosa que encontró que 8 de cada 10 festivales más grandes del mundo son encabezados por bandas mayoritariamente masculinas, no sólo en México, sino en el mundo. En la industria musical, se estima que sólo el 30% de la fuerza laboral es femenina y por lo tanto el Grrrl Noise se forma bajo la idea de empoderar a la mujer artista e inspirar a futuras generaciones.
El evento coincidió en día con el festival NRMAL. Sin embargo, esto no impidió que el recinto se llenará conforme avanzaban los actos. Se notaba en el ambiente una vibra muy tranquila, además de un ligero aroma a chicle y dulce. Si bien el público era mayoritariamente femenino, con bastantes más faltas y partes corporales expuestas que en otros festivales del estilo, también asistió una buena cantidad de hombres que no les importó que la tendencia del festival fuera hacia lo femenino. Los presentes asistían por la música y celebraban por ello la presencia de artistas de buena talla.
Entre luces moradas, azules, rosas, rojos y blancos, la velada se transformó en un universo lleno de fuerza sonora.
Girl Ultra
Miranda “Nan” de Miguel, también conocida como Girl Ultra, se encargó de abrir el festival. Con lentes puestos, ropa roja ligera y casual, lograba emanar frescura en cada una de sus canciones. La regiomontana estuvo acompañada de una banda que armonizó con su voz y expresó un r&b muy a la mexicana.
Después de cantar “Cruel” de su EP Boys (Finesse Records, 2017), pregunta al público de forma carismática “¿Por qué son tan crueles?”.
El público que recién llegaba se movía con suavidad acompañando a la cantante de una forma orgánica. En un momento, hizo un cover de “Morena Mía”, canción original de Miguel Bosé, pero que al estilo de Girl Ultra cobró otro aire romántico y sensual.
Pasó a cantar más de su repertorio e incluso expuso parte de su próximo material y con la canción “Adiós” y unas cuantas bromas es que se despidió del escenario.
Girl Ultra se presentará también en el festival Ceremonia, y esta promesa del r&b es un acto que llena de vida a quién lo escuche.
Sotomayor
Luego de unos 15 minutos de espera entre actos, llegó Sotomayor, con sus ritmos que mezclan lo ancestral con lo futurístico, a poner a bailar hasta a los cuerpos más tiesos. Acompañados por Daniel Martinez "Topo" (en el bajo) y Uriel Durán (en el teclado y la guitarra), los hermanos Raúl y Paulina Sotomayor inundaron la escena con una presentación percusiva y visual.
“¡Escuchémos Grrrl Noise!”, dijo Paulina en varios momentos, generando el grito de las asistentes. Hubo montaje visual con animaciones que en conjunto con la música hipnotizaron al público. A la mitad de su presentación y con motivo de la celebración del Día Internacional de la Mujer, invitaron a Carolina Camacho, cantautora de República Dominicana, y los presentes se transportaron a una celebración caribeña.
El contraste entre los chicos y Paulina se hizo notar desde el principio: ellos vestidos de blanco y trajeados; ella, con una túnica verde, como sacerdotisa, y shorts de mezclilla. Sin embargo, todos se desenvolvían en sus puestos de tal forma que provocaban una sinergía envolvente que se extendía hasta el público.
Así cerraron los actos nacionales.
Best Coast
Como un sueño californiano, con ingenuidad adolescente y frescura de las olas del mar, llegó el grupo de Los Ángeles, Best Coast. Bobb Bruno, el guitarrista, multi instrumentista y miembro fundador de la banda, fue el primero en salir, seguido de la banda del tour, Brady Miller, Bret Mielke y Joe Bautista. La última en salir fue su frontwoman, Bethany Consentino, quien en cuanto entró al escenario fue aplaudida tanto por el público y sus compañeros.
Entonces, comenzaron los primeros guitarrazos de la noche. Tocaron canciones como “Bratty B.”, “When I’m with You”, “In My Eyes” y “Feeling Ok”. Consentino no dejó de intervenir entre canciones agradeciendo al público su entusiasmo y lo mucho que le agradaba regresar a nuestro país.
Vestida de rojo, con una playera de Fleetwood Mac, lanzó saludos al facetime de uno de los asistentes, se desenvolvió en el escenario con confianza con su cuerpo y el pública, acompañada a momentos de la guitarra o de un pandero.
Bethany habló brevemente del sentido del festival, agradeciendo que se buscara dar lugar a la mujer en la industria, sin dejar a un lado el talento de sus compañeros. Más adelante, hizo otra confesión: “I hate this song, but you love it”, dijo antes de tocar “Boyfriend”.
La intimidad de la costa californiana hizo al público brincar por primera vez en la noche. Para este momento, el Auditorio BlackBerry ya estaba lleno, lo cual provocó un entusiasmo tal que tanto Consentino como Bruno terminaron tocando la guitarra en el suelo y se despidieron con besos.
Warpaint
Llegó el momento del acto que más prendería al público: Warpaint. Las californianas oriundas, al igual que Best Coast, de Los Ángeles, demostraron en su acto lo que realmente es el girl power y la fuerza musical que, más allá de los estrógenos, está cargada de pasión por la música.
El Auditorio se transformó en un sueño íntimo, desgarrador y dulce bajo la tutela de Emily Kokal (vocalista y guitarra), Theresa Wayman (guitarrista y vocalista), Jenny Lee Lindberg (bajos y coros) y Stella Mozgawa (batería).
Las cuatro californianas mostraron libertad en el escenario, moviéndose de un lado a otro (exceptuando a Stella que desde su puesto lideró el ritmo del acto). Por su parte, Emily, Theresa, y Jenny bailaban, cambiaban de instrumentos, jugaban con los micrófonos y cantaban con mayor pulmón que aquél que puede ser procesado por los micrófonos de un estudio.
Warpaint es de esas bandas que se escuchan bien en sus producciones discográficas, pero que en vivo son todavía más potentes y llevan al público a otro estado de vaivén desenfrenado. Tocaron canciones como “Stars”, “Heads Up”, “Elephants”, “The Stall”, “So Good”, “Bees”, “Billie Holiday”, “No Way Out”, “Love is to Side”, que en sus momentos más tranquilos, estremecían el corazón y en los más fuertes, hacían saltar al público.
Después, se hicieron a un lado para dejar el escenario a quien para ellas es nadie menos que “la reina”.
Cat Power
Charlyn Marie Marshall, también conocida como Cat Power, fue la encargada de cerrar el festival. Acompañada únicamente por un piano, su guitarra y su voz, estremeció el escenario con su presencia andrógina, un fleco que le cubría la mirada y voz melancólica.
Después de la explosiva presentación de Warpaint, el cierre de Cat Power fue como el éxtasis suave en la cama después de hacer el amor: arrollador, pleno y solemne. Repleto de un sentimiento abrumador y redención pacífica.
La originaria de Atlanta fue la veterana del show y se encargó de encaminar al público a una nueva realidad más equitativa.
Desafortunadamente, la mayor parte del público se fue después del acto de Warpaint. Esto sería tal vez lo más criticable de la curaduría de este festival puesto que escuchar a Cat Power es un privilegio al cual hay que prestar atención, pero que para un público ya cansado es fácil de desapercibir.
Sin embargo, para el final de la noche, no quedaba más que un sentimiento de resolución.
El Grrrl Noise logró demostrar al público algo completamente natural pero que luego perdemos de vista: la música no tiene género, ni el oído. Para hacer música y apreciarla sólo hay que experimentarla en nuestro cuerpo y emociones. No hay supremacías y ni roles de poder, es una relación íntima entre lo puesto en escena y el público. La fuerza provocada por los instrumentos se siente en las vibraciones.
El festival apunta para más y es muy probable que en el caso de que haya otras ediciones, con carteles que se llenen de actos sin limitaciones por género. Mujeres y hombres presentándose por igual. Pero hasta el día en que dejen de existir las brechas y se dé su lugar a cada persona en la sociedad, sin distinciones, eventos como el Grrrl Noise inspiran a la búsqueda artística y empoderamiento contra tendencias que normalizan el poder de un género sobre otro.