Tras 25 años de carrera, millones de discos vendidos y largas giras mundiales, a Damon Albarn no se le agota la creatividad. A estas alturas, ha demostrado lo creativo e inquieto que puede llegar a ser, y contrario a lo que ha hecho en proyectos anteriores, esta vez no viene a descubrir el hilo negro de nada, no crea un nuevo género musical ni concibe a una banda que revolucionará la forma de ver y escuchar música. No, al Damon Albarn de 2014, simplemente le interesa salir de su zona de confort, mostrar una etapa más personal y sin pseudónimos, presentar un álbum titulado Everyday Robots.
La discusión entre que si este es su primer álbum solista o no, se deposita en 12 tracks que a base de guitarra, piano, violines, caja de ritmos y una producción minimalista, demuestran que se puede inspirar en sus recuerdos de la infancia, para hacer su propia retrospectiva de vida. Everyday Robots es un disco autobiográfico, introspectivo e íntimo, pero sobre todo, melancólico, pues predomina esa sensación de estar conectado tecnológicamente a todo y a todos, pero al mismo tiempo, bajo una soledad abrumadora.
Está claro que a Damon Albarn no le intimidan las colaboraciones, sin embargo, esta vez decidió utilizarlas discretamente. Para muestra basta escuchar “The Selfish Giant”, que cuenta con la fantasmal y casi imperceptible participación de Natasha Khan Alias Bat for Lashes y por otro lado, es Brian Eno quien produce la parte más experimental del disco en “You & Me”, y en “Heavy Seas of Love” se encarga de los coros.
El primer sencillo es el corte que abre y le da nombre al disco; “Everyday Robots” bien podría ser el punto donde Damon Albarn reflexiona sobre la condición actual del ser humano entre la tecnología y la naturaleza, mientras canta “everyday robots just touch thumbs”. No es que Damon esté en contra de la tecnología, es más, ni siquiera toma una postura respecto al tema, simplemente lo pone sobre la mesa porque después de haber creado a la banda virtual más exitosa de la primera década de los 2000, no podría odiar la tecnología.
Es quizás con “Mr. Tembo” donde Everyday Robots se vuelve más festivo, es una canción dedicada a un elefante bebé que Damon conoció en Tanzania, Africa. Así que le bastó con un ukulele y un coro góspel para imprimirle la sensación de júbilo que este disco necesitaba. Pero ese repentino jugueteo alegre se desvanece y regresa al individualismo de Everyday Robots con frases como “It’s hard to be a lover when the TV’s on” de “The Selfish Giant”, o al remordimiento en “You & Me”, tema doble que poco a poco se transforma en una balada catártica, pues hacia el final Albarn suplica “You can blame me, blame me, blame me”. Pero si hay que musicalizar la desolación, y los recuerdos clave en la vida de Damon Albarn, “Hollow Ponds” parece ser la pieza perfecta. Unos arreglos de cuerda y una trompeta nostálgica transportan al escucha al verano de 1976 -el más seco en la historia en Reino Unido- e imprimen en la mente una árida postal de aquella época cuando Albarn tenía 8 años.
Para salir de la terapia lírica a la que Damon Albarn invita en este disco, hay que prestar atención a la habilidad de Richard Russell, co-productor que coloca cada sample en el momento preciso, no por nada, también ha trabajado con Gil Scott–Heron, Bobby Womack y Jamie xx. Mención aparte merecen “Parakeet” y “Seven High”, la atinada parte instrumental que le da un aire infantil al álbum, como para un comercial de Fisher Price, y las bases rítmicas que destacan en “Lonely Press Play” y "Photographs (You are Taking Now)".
La tecnología nos carcome y aísla de la naturaleza, ese es el leitmotiv para Everyday Robots y es ahí donde se entiende que es un disco lleno de memorias, un álbum que no es más grande que el hombre detrás de él, porque para los estándares de una figura como Damon Albarn, este podría ser su trabajo menos arriesgado, pero con la hiperactividad musical ideal para iniciar una carrera como solista. Cargando a cuestas el eco del britpop que definió la década de los 90 en el Reino Unido, algo sigue claro en la carrera y creatividad de Damon Albarn: lo mismo puede inspirarse en un elefante bebé que en un smartphone.