Mucha de la historia que conocemos se ha conservado de manera oral, que ha pasado de boca en boca y no tenemos un registro tangible que nos hable de ello, por lo que conocemos no sabemos qué tan certera es la información, a pesar de ello lo podemos tomar como una manera de contextualizar y explicar el proceso del hombre por conservar la vida.

El primer intento de trasplante del que se tiene un registro, se cree que data del siglo IV, después de Cristo. La tradición dice que unos hermanos gemelos, nacidos en Arabia, Cosme y Damián eran dos médicos católicos que pasaban sus días curando a la gente, sin pedir pago alguno.

Son múltiples los relatos que hablan de los milagros de estos dos hermanos, pero el hecho que los hizo acreedores a ser los santos patronos de la donación de órganos, fue el relató que hace Jacques de Vorágine (siglo XIII) en su obra Leyenda áurea de la vida de los Santos. Donde cuenta que en el mismo siglo XIII, en París, en una iglesia donde se veneraba a san Cosme y a san Damián, un presbítero desarrollo un tumor que no le dejaba vivir en paz. Una noche los santos, apiadándose del dolor del enfermo, le sustituyeron la pierna por la de un esclavo proveniente de Etiopia, que había fallecido una noche anterior.

Esta historia se repite y tiene sus variaciones, lo que hay en común son que los santos son san Cosme y san Damián, que interceden por la salud de un necesitado de trasplante. En ocasiones la sociedad se vale de mitos y leyendas, para respaldar su fe y así dar un poco de sentido por lo que están pasando. Esta historia también nos remite a la necesidad del hombre por valerse de todo tipo de herramientas para poder a largar nuestra estancia en este mundo.

Imagen tomada de: www.infovaticana.com