Después de superar la resaca que dejaron Air y The Killers con el cierre de la primera noche del Corona Capital; el domingo tenía preparado una mezcla de emociones confusas, como si el festival hubiera llegado a su adolescencia. Caso contrario al primer día, al inicio del festival el clima fue más benévolo, el sol estaba cayendo a plomo durante los primeros actos, aunque fue por poco tiempo.
Para cuando llegaron los Allah-Las al escenario Corona Light las nubes cubrieron por completo el cielo de la CDMX, así comenzó el show de esta banda que tuvo su origen mientras trabajaban en la mítica tienda de discos Amoeba. Poco a poco la explanada se llenó de jóvenes que apenas rebasaban la mayoría de edad, todos contagiados del sonido de las guitarras distorsionadas y muchos delays que provocaron una atmósfera como de una fiesta colegial.
Los californianos vinieron a promocionar Calico Review su reciente álbum que fue editado por Mexican Summer, el tercero en su carrera. Con una escenografía modesta, lo que destacaba era Matthew Correia, baterista de la agrupación, que traía una playera de Acapulco con la frase "The Stages of Tequila", prenda típica de los recuerdos de las noches de desenfreno en la costa mexicana.
Algo a recalcar de los Allah-Las es la cohesión que existe entre los integrantes. Todos cantan, todos hacen coros. Otro punto importante es la notoria influencia de Nick Waterhouse en su sonido, quien fue su productor durante los inicios de la banda. Para finalizar, unos rayos de sol deslumbraron el escenario Corona Light calentando a los asistentes que pedían un par de canciones más, mismas que fueron concedidas para beneplácito del público capitalino.
Los Allah-Las son la clase de banda que quisieras que tocara en tu boda, al atardecer, a orillas del mar. Seguro las playas de Guerrero los recibirán con mucho calor cuando desembarquen en Trópico en diciembre próximo.
Una de las bandas que durante los dosmiles se vio beneficiada por el boom del internet fue Peter Bjorn & John, banda de Estocolmo que a pesar de que ya llevaba al menos una década en la escena musical sueca, logró su mayor éxito con Writer’s Block, disco que cumple una década en este 2016. Cuatro álbums después, los suecos se encuentran promocionando su más reciente producción musical Breakin' Point lanzado en el verano.
Pese a todo pronóstico, el escenario Doritos ya tenía una gran cantidad de personas esperando ver a la banda sueca. Después de sortear algunos problemas con el audio, Peter Moren corría de un lado hacia el otro con desenfreno, lo que hizo que la multitud poco a poco olvidara el frío que comenzó a arreciar conforme pasaba la tarde. Uno de los momentos cumbres de esta demencia ocasionada por el vocalista fue cuando bajó de la tarima y se postró frente a la valla de seguridad, pocos segundo después los inevitable ocurrió: cual estrella de rock, Peter se lanzó al público que lo recibió con los brazos en alto.
En el momento en el que comenzó “Eyes” de su disco Gimme Some, el cantante sueco comentó “el riff de bajo que da introducción a la canción es uno de los mejores de todos los tiempos” muestra de la confianza que tiene el bajista Björn. Poco antes de terminar su set llamó al frente a Freja, músico que los acompaña en sus presentaciones en vivo, para dar paso al momento más esperado de la tarde: un chiflido monumental dio inicio a “Young Folks” su más grande éxito, que fue el cenit entre los fanáticos de la banda sueca.
A pesar de que pueden ser catalogados como una banda one hit wonder, Peter Bjorn & John demostraron que son mucho más que un silbido, su repertorio, a pesar de no tener la misma fama que su popular sencillo, es muy amigable para un festival, sobre todo, la actitud que tienen en el escenario que contagian de energía a los asistentes.
Hace un par de años el Spring Quesadilla Tour logró traer a Yeasayer en su mejor momento después de editar su aclamado disco Odd Blood. Con nuevo disco bajo el brazo y un montón de sonidos por experimentar en vivo, la banda de Brooklyn hizo que una nave emprendiera un viaje psicotrópico por el Autódromo Hermanos Rodríguez.
Con 15 minutos de retraso, Yeasayer subió al escenario Corona, con un setup muy sencillo que los hacía ver algo apretados, a pesar de que el espacio era gigantesco. Una de las razones por las que probablemente estén muy pegados en sus shows en vivo es la constante interacción que tienen entre ellos. Con una sintetizador y al menos cinco pedales de efectos, Yeasayer inundó la curva cuatro con un mar de sonidos que por momentos iban de lo cósmico a lo ácido, mismos que bien pudieron ser acompañados por algunos visuales de fondo para hacer una experiencia más completa.
Fue hasta el domingo por la tarde noche que escuché por primera vez un comentario de las bandas sobre las pasadas elecciones de EE. UU. Chris Keathing tomó el micrófono y se disculpó con el público mexicano por Donald Trump. “Él es un cabrón, él es un payaso. Amamos mucho México” comentó el tecladista de la agrupación neoyorkina. A partir de ese momento, los mexicanos tuvieron mayor conexión con los que sucedía en el escenario. Entre canciones, Keating y el bajista Ira Wolf Tuton hicieron saber lo agradecidos que estaban con México y su gente, para también incitar a gritar: “Chupamela Trump”, así en español.
Su último show del tour estuvo lleno de momentos emotivos, uno de ellos fue cuando “O.N.E.” comenzó a sonar. En vivo esta canción tiene mayor impacto, los músicos estuvieron jammeando durante minutos, las diferentes capas y texturas volvieron ese instante mágico.
La diferencia entre estas tres bandas, en cuanto a sonido, es abismal, cada una toma un camino diferente y explota al máximo sus habilidades musicales. Uno de los puntos en los que convergen es la entrega que tienen a la hora de pisar el escenario. Hay algunos momentos en lo que la presentación de una banda en un festival llegar a ser frívola e impersonal, pero los Allah-Las, Peter Bjorn & John y Yeasayer demostraron que tienen el carisma necesario para enamorar al público capitalino.