'Cyrano Mon Amour': El amor y sus misteriosas rutas
El ser humano es recipiente de diversas cosas. La más misteriosa de todas ellas es sin duda el acto de amar.
Mezcla un tanto injusta entre felicidad y deseo, cuyas proporciones siempre se verán en una relación indirectamente proporcional. Esta combinación extraña ha inspirado miles de obras maestras y una de las más célebres a lo largo de la tradición del teatro francés es la escrita por Edmond Rostand: Cyrano de Bergerac.
Una historia que desde ese entonces hasta ahora se ha representado en teatro decenas de miles de veces y que se ha llevado al cine a lo largo de las muchas décadas hasta llegar a inicios del nuevo milenio.
A la larga lista de cineastas que la han abordado se suma ahora el actor y director franco británico Alexis Michalik.
Una lúcida y dinámica representación de la obra que no hace otra cosa más que absorbernos en un Paris de 1897, donde un poeta que no ha escrito nada en 2 años se ve obligado a escribir una obra entera en unos cuantos meses. El resultado es un evento caótico de emociones mezcladas y deseos reprimidos que se plasman en la obra del director a través de la obra del poeta que escribe la comedia dramática en verso que será el gran éxito del teatro francés a nivel mundial.
Una película ingeniosa y pulcra con un retrato de la condición humana que nos pone a todos en la piel de los personajes que juegan a ser actores de una obra de teatro, que en algún punto ya no logra ser separada de la película como tal y así poco a poco ya no logra diferenciarse de la vida de quienes presencian esto en una pantalla de Cine.
Un relato conmovedor que trastoca las fibras más sensibles del corazón y del deseo humano, haciendo una distinción muy puntual y muy necesaria de cómo el amor y el deseo son dos cosas muy distintas que se suelen confundir entre sí.
Alexis Michalik regresa con su tercer largometraje a México en la vigésima tercera edición del Tour de Cine Francés.
Joya indiscutible del celuloide de nuestro tiempo con una novedosa puesta en escena que nos recuerda que el cine se vive más allá de solo mirarse.