Cobertura 18° FICM: 'Fauna', una historia de las historias de México

Cobertura 18° FICM: 'Fauna', una historia de las historias de México

Foto vía: La estatuilla

Foto vía: La estatuilla

Fauna, noveno largometraje de Nicolás Pereda, abre con una pareja tratando de llegar a una dirección con ayuda no exactamente útil de un GPS. El lugar es semi-rural, hay señalamientos de curvas, calles que parecen terracería y una sensación de soledad y abandono (que en el contexto mexicano, y de la conversación de la pareja, también se traduce a “peligroso”). Eventualmente, el GPS de Paco y Luisa (la pareja en cuestión) les indica que han llegado a su destino, un lugar en medio del camino donde… no hay absolutamente nada, y es socarronamente obvio que el GPS está equivocado. Eventualmente ambos llegan ilesos a casa de los padres de Luisa, y esta introducción se convierte en un encapsulado de Fauna, una película no tanto sobre peligros latentes sino sobre caminos equivocados y direcciones inconclusas.

Familiarizados con el trabajo del director mexico-canadiense saben qué esperar de Fauna: un relato meta narrativo que se persigue la cola para morderla y crear un círculo infinito, una serie de pistas falsas y juegos engañosos, suprema incomodidad y referencias (o autorreferencias) al por mayor. La película está estelarizada por los actores Francisco Barreiro, Luisa Pardo y Gabino Rodríguez quienes interpretan (en orden respectivo) a Francisco, Luisa y Gabino, en lo que hoy es el estilo característico del director (nota extra: Franciso y Luisa interpretan a actores, y Francisco incluso aparece en la serie Narcos, al igual que el verdadero Francisco). Pereda es especialista en ficciones que hablan sobre sí mismas y personajes que se interpretan a sí mismos, en historias que encapsulan otras historias y las posibilidades infinitas de representación. No obstante, a pesar de estar esculpida indudablemente bajo las manos de Pereda, Fauna también rompe algunos detalles conocidos y se abre a la diferencia.

Foto vía: Desistfilm

Foto vía: Desistfilm

En primer lugar, Fauna es una película —a pesar de su debida e interesante complejidad— simpática y hasta chistosa; es un largometraje muy ligero e incluso amable.

Nicolás Pereda constantemente plaga sus películas de absurdos cotidianos, mismos que pueden resultar medianamente chistosos, pero jamás rebasando una pequeña risita o sonrisa de cómplice. Fauna, al menos en su primer segmento (palabra importante más adelante), invita a la franca y brutal carcajada. En términos generales, la incomodidad social es clave para una efectiva comedia de cringe, pero en Fauna las transgresiones a una decente convivencia son descomunales y absolutamente ganadoras, cada uno de sus espectacularmente elaborados desencuentros resulta más chistoso que el anterior. 

Y aún así, Fauna no es una película de comedia. Como el resto de las películas de Nicolás Pereda, este largometraje está interesado más bien en habitar los diversos mundos que existen en México, rebozando de contradicciones, de personajes usando facetas de sí mismos, así como discutir temas contemporáneos siempre con métodos atípicos. Fauna, grabada en Durango, en el mismo pueblo donde grabaron El Infierno, de Luis Estrada (película donde también aparece Gabino Rodriguez), eventualmente se aleja de este segmento con situaciones sociales absurdas y cambia completamente su narrativa, enfocándose ahora en una historia anidada en la principal, que refleja también sus temas de violencia, inseguridad y su representación en el México contemporáneo. Los mismos actores aparecen ahora aquí.

Foto vía: Otros cines

Foto vía: Otros cines

Este juego también es una característica de Pereda (utilizada con maestría en Los Mejores Temas, por ejemplo), y le sirve al director para explotar las capacidades de sus personajes, aunadas muchísimo a la personalidad propia de los actores. Gabino Rodriguez, Luisa Pardo y Francisco Barreiro están formidables en todas sus personalidades, ya sea en los reflejos de sí mismos o los personajes dentro de la historia meta ficticia, todos ellos trabajan (después de casi una década de colaboración continua) en profunda comodidad alrededor del peculiar estilo de Pereda. 

Entre relecturas de secuencias de Bergman (hay una notable alusión a Sonata de Otoño) y comentario alrededor de series como Narcos o El Infierno, Pereda no critica ni destruye estas narrativas, sino que —de la mano de sus actores y los trabajos que han realizado en otras producciones— habla sobre cómo estas ficciones también tienen su repercusión en el México contemporáneo, y cómo podrán ser diferentes géneros o estilos pero —como GPS defectuoso— eventualmente llegan a donde tienen que llegar, y eses destino es el grueso de la población del país. Evidencia de esto es el papá de Luisa, interpretado por José Rodríguez López, cuyo más grande interés parece ser el narco que Francisco interpreta en la serie. Y si hay alguien capaz de destruir la línea entre ficción y realidad para ver como interactúan y se comunican esos polos, Nicolás Pereda es uno de los mejores exponentes.

Cobertura 18° FICM: La mirada humana en 'Yermo'

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Rodriguez, de Detroit a Sudáfrica

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